El silencio ya no 'existe' en la avenida Jaime Roldós de Playas
Al menos 20 locales llegaron a esta calle de Playas en la era poscovid. Familias exigen al Cabildo ver y replicar el cambio
Ana Murillo Cubillos aún tiene grabada en su mente la imagen de aquella arteria que lo había perdido todo, por efecto de la pandemia. Su hotel, ubicado en la avenida Jaime Roldós Aguilera, una de la más importantes de Playas, paralela al malecón y que se extiende por 10 cuadras, parecía ya cerrar las puertas ante la falta de clientes, de reactivación, de vida. “Todo estuvo mal, la identidad de la calle estaba por los suelos”, recuerda. Aguantó, al igual que otros tantos, y para su sorpresa la vía renació y con ello más comercios llegaron.
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Leer másSolo en los bajos de su hotel, cinco se instalaron para ofrecer comidas, bebidas y habilitar una especie de restobar que engancha a guayaquileños como Arturo Torres, que cada sábado, desde diciembre pasado, se instalan en el sitio a “pasar el rato”. “Llevo años viniendo a este balneario, por la cercanía que tiene con Guayaquil, y puedo jurar que nunca he visto a esta arteria tan movida como ahora. Hay gritos y música por todos lados, hay fiesta. Hay familias, incluso adolescentes patinando. Es como estar en el malecón de Salinas, cuando la época era buena. Tiene tanta vida como la (calle) Remigio Crespo en Cuenca. Me da gusto”, señala desde la vereda aledaña al parque, donde cerca de las 22:00 los chicos del barrio seguían jugando fútbol.
Playas prácticamente tiene dos malecones: el de la Jaime Roldós y el malecón Jambelí, separados apenas por una cuadra. Por eso es bonito pasear por aquí. Ahora hay diversidad.
Cerca del lugar, a pocos metros del hotel de Murillo, se levanta La Pérgola, del hotel Laverdy, que antes de la pandemia no existía. César Laverdy, su dueño, cuenta que en el 2021, cuando las medidas de restricción bajaron, dio vida a este espacio dedicado a la música, los shows en vivo y los artistas. “En los feriados esto ha sido una locura. Hay una fiesta real. Una fiesta que se extiende por toda la cuadra”, asegura.
En la avenida, donde la gente no duerme los fines de semana ni siquiera cuando los primeros rayos de sol empiezan a aparecer; los negocios se han instalado con fuerza. Hay 40 y al menos 20 de ellos abrieron sus puertas en la era poscovid. La mayoría le ha apostado a la gastronomía. Y es que a Playas le gusta comer, dicen sus dueños.
En la intersección con la calle 3 de Septiembre, por ejemplo, está La Costilla de Portete, que funciona en las noches en una infraestructura que data de hace unos 60 años y antes era la residencial Cattan.
Para el turista Fernando Chamba, que a inmuebles como esos, “evidentemente históricos”, se les dé vida sin manipular los rasgos de la vivienda, permite mantener vigente la historia.
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Leer másAsí la Jaime Roldós, por donde caminaban el desconsuelo y la soledad en la pandemia, vuelve a la vida con sus nuevos negocios que la llenan de colorido, incluso en las mañanas. Por ejemplo, J. Quimí es la cafetería y pastelería donde se disfruta de un café o dulce en un ambiente familiar, que acoge a niños y adolescentes, Su propietario, Jorge Quimí, cuenta que migró a Playas porque considera al balneario un campo abonado para desarrollar el comercio.
“Escogí la Jaime Roldós por ser grande y amplia, y por ser vecina del parque principal, donde era urgente (instalar) más negocios para las familias”, manifiesta Quimí, que hace hincapié en la necesidad de que la zona permanezca más iluminada.
Siento que finalmente los días buenos han llegado al balneario, y no solo porque la zona se activó, sino porque hay más locales, más variedad y con ello, más familias. Es divertida nuestra calle.
Hace unas semanas, EXPRESO precisamente publicó la realidad que sufre el malecón, la obra que se supone debería servir de enganche a todos. “Si la Alcaldía destinara los fondos a lo que merece el cantón, la historia sería otra. La Jaime Roldós ha resurgido, pero por su gente, no por la autoridad. Sin embargo, de existir la ayuda municipal, a la arteria le podría ir todavía mejor. Esto, lo que estamos viendo, el alcalde debería tomarlo como alerta y ejemplo, a fin de transformar otras zonas solitarias y abandonadas, pese a que son bonitas”, critica Augusto Burgos, guayaquileño dueño de una casa en la ciudadela Bellavista.
Para la comunidad, en el sector hacen falta más áreas verdes en los barrios y calles aledañas. “Al mismo malecón le hacen falta. Todo está marchito, pero aun así la gente nos visita. Por eso hay que apostarle a lo bueno, a lo que sirve de imán. A toda esta zona le hace falta más sombra, árboles grandes y frondosos, que sirvan incluso de techo para comer y beber al aire libre, en medio de ese ambiente festivo que, con suerte, ha podido desarrollarse aquí”, advierte Sonia Garcés, habitante del lugar.
Me parece increíble que haya lugares como esta avenida. Es de las pocas en las que se fusiona el turismo, con la familia y se le da importancia al peatón, a la vida nocturna y los árboles.