Sismo en Ecuador: las historias del momento en que la desgracia llegó a Puná
EXPRESO llegó hasta Campo Alegre, la comunidad más afectada por el sismo de la isla Puná. Más de 30 viviendas están deterioradas. Claman por ayuda
La isla Puná ya no tiembla, pero sí la voz de sus moradores cada vez que recuerdan cómo fue el trágico momento cuando más de 30 casas se vieron afectadas por el sismo de 6,5 grados (escala de Richter), el pasado 18 de marzo.
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Leer másPuná fue uno de los territorios más afectados por el sismo, sin embargo poco o nada se habla de este sitio. Un equipo periodístico de EXPRESO llegó hasta Campo Alegre, la comunidad que desde ese sábado no vuelve a ser igual.
Desde el ingreso a una de las 30 comunidades que conforman la isla, se puede evidenciar que la fuerza de la naturaleza pasó por ahí. Viviendas sin paredes, cartones improvisados como muros, escombros en los exteriores de las casas destruidas y hasta personas que han tenido que mudarse a la calle porque lo único que tenían se desmoronó.
En el sitio basta con decir “sismo” o “terremoto” para que los ojos de los afectados se llenen de lágrimas. “Yo ya estaba lista para morir, creí que estaba en el fin del mundo. Lo único que hice fue ponerme debajo de la mesa (de plástico) y orar a Dios por si me tocaba irme con Él. Juro que creí que moriríamos todos. Fue un momento terrible”, dijo con sus ojos llenos de lágrimas Mélida Gonzabay, una adulta mayor que se quedó prácticamente en la calle, luego de que su casa de dos plantas de construcción mixta quedará prácticamente inservible.
“Fue horrible, todo se movía, las paredes comenzaron a caer y todas las cosas volaban por todos lados. Mi hijo entró a buscarme al cuarto y un pedazo de cemento le cayó cerca de la cabeza. Afortunadamente solo fue un corte, pero se vivieron momentos de terror”, relató a EXPRESO Mélida, quien asegura ahora estar en paz y orando para que no hayan más sismos.
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Leer másLuego de lo ocurrido, ella se debió mudar a los exteriores de su casa ya que en el interior todo está destruido y el riesgo de que siga desmoronándose es grave, sin embargo al no tener espacio, algunas cosas se mantienen en su sitio.
Historias como las de Gonzabay hay por montones en Campo Alegre, una comunidad de 1.500 habitantes, ubicada a solo 12 kilómetros de Bellavista, lugar donde está el muelle principal desde Posorja; pero para ingresar son más de 45 minutos por la falta de una carretera. Según el registro del Infocentro Campo Alegre, el sismo dejó 35 estructuras afectadas, un herido y ningún fallecido.
Lo único que hice fue ponerme bajo la mesa y orar a Dios para irme con Él. Fue horrible lo que vivimos.
Al llegar al único parque con el que cuenta la comunidad se pueden observar más de 10 casas afectadas. Yanire Chalén cuenta que en el momento del sismo sus dos hijas se encontraban solas en la vivienda, por lo que califica como “eterno” los segundos que duró el sismo. “Justo había salido de casa y cuando todo empezó a temblar, escuché cómo una pared se caía y a lo que me percato era la de mi casa. Corrí desesperadamente porque mis bebés estaban solas, pero había un carro cruzado y me impedía el paso. Solo me dediqué a gritar lo más fuerte que podía”, relató la mujer que abraza fuerte a su esposo para evitar llorar al recordar la situación. Chalén cuenta que luego de unos minutos vio que su hija mayor (7 años) había sacado a la más pequeña (1 año) y la puso a buen recaudo. “Cuando las vi rompí a llorar, creí que mis niñas estaban entre los escombros”, recuerda, angustiada.
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Leer másSegún relatan los afectados, días atrás “gente del Gobierno” llegó a revisar el escenario, pero no brindaron ninguna ayuda. “Estuvieron aquí algunas autoridades viendo los daños, pero nos dijeron que primero debían evaluar los daños para luego repararlos. Ojalá hasta eso no termine de caerse mi casita”, sentenció Melissa Torres, otra de las tantas afectadas que espera que la ayuda llegue pronto.
“No pido riquezas, solamente quisiera que puedan levantarse las principales paredes. No se puede vivir de esa manera.”, dijo una madre de familia que perdió la puerta de su vivienda.
En Campo Alegre, el único centro de estudios y el dispensario médico también se vieron afectados. Según los moradores, “unas cuantas paredes cayeron y otras quedaron cuarteadas por la fuerza del sismo en ambos puntos. Gracias a Dios no había ya clases”. Hoy, el centro de salud sigue atendiendo con normalidad.
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Leer másDurante las noches, el escenario se torna tétrico. “Hay poca iluminación en el pueblo, combinado eso con las paredes caídas, los escombros y las calles vacías, además de la nula iluminación, todo se vuelve terrorífico”, se quejó el comunero Aaron Cevallos.
Para muchos, el sismo afectó sus fuentes de ingresos, por lo que ahora aseguran no tienen cómo mantenerse. “Toda la pared de mi casa cayó sobre una mesa que recién había hecho y destruyó mi refrigeradora. Yo hago jugos y vendo helados, pero ahora no podré trabajar. Mi única fuente se destruyó ¿Ahora qué haré?”, se preguntó Víctor Reyes, quien desde ese día no puede dormir. “Mi cama prácticamente está en la calle. Convivo con el terror de que la otra parte de la pared termine cayendo sobre mí. Esto es lo peor que me pudo pasar”, pensó.
El panorama para los moradores es desalentador, sin embargo consideran que su tierra es bendecida, puesto que no hubo pérdidas humanas. Ahora solo esperan una pronta ayuda de las autoridades.