Un sobreviviente de los pescadores en balsa que tiene ahora 102 años de edad
Inició su trabajo en el mar a los 12 años, es un personaje en General Villamil Playas
A los 12 años de edad, Francisco Yagual Suárez, ya conocía la inmensidad del océano. Lo había navegado en la balsa de su padre, dominando a un mar embravecido y fuertes vientes que amenazaban virar la embarcación.
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Leer másEn la infancia aprendió que se necesita ser osado para dirigir el remo y dominar las infladas velas, y así evitar el naufragio de la frágil nave que estaba construida por tres troncos.
Hoy, a sus 102 años y rodeado de sus 14 hijos, 32 nietos, 76 bisnietos y 26 tataranietos, Francisco no solo quiere recordar esos tiempos de juventud cuando fue pescador, él quiere subirse en una embarcación, salir a pescar. La pasión por la pesca se levanta en él como una ola gigante.
Sus fuerzas ahora están en su mente y espíritu, pero si fuera por él saldría a tirar la atarraya o el arpón para llenar su balsa de corvinas, sardinas y otros peces. Es feliz, al menos con cumplir con el ritual de caminar tres veces a la semana, por la madrugada, por la playa. Se ciñe su atarraya a su cintura, la red se la cruza por su pecho. Sale desde el barrio San Jacinto, hace una travesía de un kilómetro aproximadamente. A paso lento avanza hasta el varadero, donde atracan las embarcaciones artesanales, en la zona del rompeolas.
Entre embarcaciones y sentado en una vieja balsa, rememora sus tiempos de la pesca artesanal.
Después de unos minutos se levanta y camina hacia la orilla. Allí, sueña despierto que se va de pesca en su balsa, mientras dice: "anoche llovió, entonces tiene que haber bastante lisa". Y es que cuando llueve abunda la lisa y el camarón.
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Leer másSigue con sus recuerdo: "en mi juventud eramos 20 balseros". Sin sacar su mirada del mar menciona a algunos de su grupo de pescadores: "Estaban Tiburcio, don Pacanga, don Medardo, los Frutosos, Calladito, entre otros. Aclara que recuerda sus apodos, "porque así conocemos a la gente de General Villamil Playas, antes que sus nombres y apellidos", dice.
Todavía recuerda lo que era salir a pescar y su deseo es que sus hijos le den un último paseo en balsa antes de dormirse en la muerte. En su sector es respetado y conocido como el último lobo de mar de Playas.