Una solución vial que hasta ahora no da solución al tráfico

Intentar cruzar la avenida Juan Tanca Marengo, en la intersección con la Antonio Gómez Gault, en el norte de Guayaquil, es jugarse la vida. Aunque en el sitio se construye una solución vial, la lentitud y retraso en la entrega de la obra ponen en vilo a quienes transitan por el sector, especialmente a los que trabajan y acuden a citas médicas del Centro Clínico Quirúrgico del IESS.

La obra se inició en diciembre de 2021 sobre la base de un análisis técnico realizado por la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), que determinó que en ese sector el tráfico promedio diario anual es de 8.500 vehículos,pero para el 2040 se proyecta un flujo de 15.100 vehículos al día aproximadamente.

El proyecto, a cargo de la Dirección de Obras Públicas, según se comunicó inicialmente, tiene un costo (inversión) de 5’515.263,66 dólares y un plazo de 300 días para su ejecución, por lo que debía concluir en octubre de 2022. Sin embargo, han pasado cinco meses y, a la vista de la ciudadanía, no hay avances, de manera que la actual administración no logrará inaugurarla como tenía previsto.

El lunes 20 de diciembre de 2021, el vicealcalde Josué Sánchez prometió “con mucha alegría y satisfacción que hasta finales de 2022 e inicios de 2023 las cinco soluciones viales serán una realidad en la ciudad de Guayaquil”. Una de esas soluciones es la que se construye en la Juan Tanca Marengo, desde donde nace el viaducto, que será de un solo sentido, y desembocará en la avenida Antonio Gómez Gault. Su construcción evitaría la utilización del semáforo que existe en el sector y un giro a la izquierda, para que el carril que va a la vía a Daule no se detenga, explicó entonces Andrés Burbano, director de Obras Públicas.

El pasado 4 febrero, un día antes de las elecciones seccionales que se desarrollaron en el país, Sánchez informó que constató un avance del 50 % en la solución vial, según publicó el Cabildo. “Una vez que se terminen de construir las tres pilas que faltan, las vigas comenzarán a llegar y se verá más avance en la obra. Siempre vemos la parte superficial, pero lo más complicado es lo que pasa debajo”, dijo entonces el vicealcalde, al anunciar que la inaugurarían ahora en el mes de julio por las fiestas de Guayaquil, fecha en la que ya no estarán en funciones ni él ni la alcaldesa Cynthia Viteri.

¿Pero qué retrasó la obra? ¿Cuál es el nuevo plazo de entrega que se ha fijado? ¿Esa demora y ampliación de plazo significan aumentar el rubro de la inversión? ¿Existe alguna sanción por la demora en la entrega de la obra? Esas fueron, entre otras, las inquietudes que EXPRESO extendió al Cabildo, pero hasta el cierre de esta edición no llegaron las respuestas.

Y aunque en febrero Sánchez aseguró que la obra registraba un 50 % de avance en los dos componentes (el físico en el sitio y la construcción de las vigas), casi un mes después (9 de marzo) el concejal reelecto Jorge Rodríguez manifestó en su cuenta de Twitter que la obra registraba un avance del 28 %, un 22 % menos que lo anunciado por Sánchez.

Rodríguez publicó eso tras una “visita técnica” a los avances del paso elevado. “Se colocó la mayoría de los pilotes y por ahora se trabaja en el armado de los colectores de aguas lluvias y para redes sanitarias”, detalló.

Pero en medio de las contradicciones, lo cierto es que la demora de la obra ocasiona gran malestar a quienes necesitan cruzar por el sitio, ya sea por trabajo, salud u otra necesidad. En un recorrido realizado por este Diario el pasado 6 y 22 de marzo, se observó que los trabajos avanzaban con lentitud, en medio del agitado tráfico vehicular, que se complica aún más con el invierno. En el tramo de la Antonio Gómez Gault, la obra sigue en tierra, con una parte de las bases del puente.

“Es difícil pasar por aquí. Los buses se desvían y uno tiene que correr”, cuenta Alexandra Proaño, quien pide agilidad en los trabajos. Susana Paredes también se refiere a lo peligroso que se ha vuelto ese tramo. “Yo tengo que andar a la carrera, porque voy con bebés. Esto ya debió terminar hace tiempo, es muy peligroso pasar. Tengo que esperar al último carro que vea de lejos para cruzar rapidito y evitar alguna desgracia”, señala la madre.

Por su parte, el ciudadano Juan Terán ve demasiado retrasada la obra. “Y parece que va para largo porque no dicen nada, allá no hay ni muchos constructores y esta administración ya se va”. Asegura que en ocasiones le toca esperar hasta diez minutos para cruzar al otro lado de la calle.

“Hay que pasar con el miedo de que nos atropellen”, exclama a pocos pasos Derma Miguez, una mujer de la tercera edad usuaria del IESS.