En el suburbio de Guayaquil se vende de todo... hasta autos de inicios del siglo pasado
Un Ford del 34 y un BMW del 74, entre los autos que ofrece un aficionado a reparar estas antiguedades rodantes
¿Te ha ocurrido que cuando buscas desesperadamente alguna farmacia encuentras solo ferreterías; y que cuando buscas ferreterías, ante ti suelen aparecer una botica tras otra? Pues sí, en las calles de los barrios populares Guayaquil uno siempre suele encontrarse con sorpresas y, entre ellas, la oferta de bienes y servicios que nunca esperarías hallar, por ejemplo: la venta autos antiguos, algunos de inicios del siglo pasado.
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Leer másSi no lo crees, date una vuelta por las calles 24 y San Martín, en el suburbio oste de la urbe. Allí a 200 metros de la transitada Avenida Portete y en medio de grandes buses y otros automotores en reparación, encontrarás una pequeña fila de autos antiguos que, si quieres, puedes llamarles clásicos o de colección, aunque para que lo sean no debieron ser modificados a lo largo de su existencia.
He allí un llamativo Ford negro, modelo 1934, que bien pudo haberse utilizado en aquella famosa serie cincuentera Los Intocables, la cual era ambientada en los años 30.
Un apasionado al rescate
Junto al Ford se encuentra un BMW de 1974 y dos Daihatsus color rojo, de 1968 y 1972. Todos están a la venta y su propietario, Manuel Amon, dice que estas "preciosidades", junto a un Volvo del 63 que tiene guardado en otro sitio, las ha ido adquiriendo no con afán meramente lucrativo, sino como un hobby, ya que cuando los encuentra y los compra, su pasión es arreglarlos y ponerlos a punto para que sigan rodando sin problemas.
"Claro que sí me da pena desprenderme de ellos, porque son especiales y me cuesta restaurarlos", exclama Amon, quien tardó 6 meses en dejar como nuevo al Ford, por el que hoy pide $ 12.000.
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Leer másEs el de mayor valor entre sus coches, pues los otros varían entre la mitad de esa cantidad (el BMW) y los $ 3.500 que pide por uno de los Daihatsu.
Esperó tres años por comprarlo
Su 'química' con este viejo automotor nació un día que lo vio tirado en el garaje de la casa de un profesor universitario. A dirio, y durante tres años, el militar jubilado no dejaba de admirarlo cuando pasaba por allí cuando iba a dejar a su hija al trabajo. Hasta que una mañana se encontró con un letrero que decía "Se vende" y no dudó en comprarlo.
"El carro estaba hecho una desgracia", recuerda Amon. "No tenía ni el tablero y el motor ya no servía, por lo que tuvo que ponerle el de un Nissan 1.600 para que ruede. Todavía hay que hacerle cosas, como cambiarle unos buenos aros".
Si tuviera el motor original, ese auto costaría por lo menos $ 35.000, sostiene Amon, un hombre que se autoclifica como sencillo y a quien le gusta mantener un perfil bajo.
Sobre sus otras reliquias, dice que sí tienen todo original y en la calle donde se exhiben, al pie de su casa, la gente comenta que son un lujo para el barrio. Entre los vecinos figura Édison Garzón, un maestro electromecánico que le hizo las nuevas instalaciones al viejo Ford.
"El carro está bueno y tiene todos los papeles en regla", comenta el técnico.
Los cuida hasta Dios
Hasta aquí, todo bien con estos autos especiales pero ¿no corren algún riesgo de ser vandalizados o robados en ese lugar? "No, porque yo duermo acá arriba y estoy a cada rato levantándome y viéndolos y también los tengo asegurados -responde el proietario a EXPRESO-. Pero gracias a Dios, hasta aquí nadie se ha atrevido a nada malo con ellos".
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