Temor de que se afecte a los árboles nativos en Samanes 1
Ceibos y samanes en lotes privados inquietan a los vecinos. Dueños de los terrenos aclaran que no talarán los árboles. Allí hay restos arqueológicos.
En 1999, el Municipio de Guayaquil creó una ordenanza que impedía la tala de árboles nativos samanes y ceibos en la ciudadela Samanes 1. Llamaba, además, a las direcciones municipales de Áreas Verdes; Medio Ambiente; Urbanismo; y Justicia y Vigilancia, a rever los diseños urbanísticos que se desarrollaran en las áreas verdes cercanas al parque Bosque Tropical, situado en la parte alta de esa ciudadela, con la finalidad de evitar que los planos comprometieran ese espacio natural.
Este documento se redactó luego de que los primeros moradores de ese sector, situado en el norte de Guayaquil, reclamaran por la muerte y daños a varios árboles nativos a causa de actividades humanas, de fumigaciones con químicos y porque el Cabildo taló otros que, supuestamente, amenazaban con caer.
Ahora, el miedo a que algo similar suceda vuelve a surgir en los vecinos que indican que esa ordenanza no se está cumpliendo y que más bien la autoridad la ha dejado en el olvido.
Desde el año pasado, aunque no se ha talado ningún árbol dentro del Bosque Tropical ni en sus alrededores, los moradores temen que las construcciones que se desarrollan, desde septiembre pasado, en tres lotes aledaños al bosque y en cuatro más a futuro, afecten a alguno de los verdes árboles de más de 20 metros de altura y, por ende, a las especies de aves como loros, búhos y otros animales como iguanas que habitan en el parque.
“Tememos porque uno de los ceibos más grandes está dentro de un lote donde ya se está construyendo una casa y el Municipio no ha socializado con los vecinos el diseño de la construcción para corroborar que de verdad el árbol no se verá afectado, ni está supervisando la obra. Este bosque es el pulmón de la ciudadela y también de Guayaquil”, expresa Norka Elizalde, contadora, moradora y presidenta de la organización Defensores del Bosque, conformada por un grupo de vecinos de Samanes 1.
Son siete lotes privados que antiguamente, según cuentan los habitantes, eran considerados área verde del Bosque Tropical y que desde el año pasado fueron vendidos por una constructora, con autorización municipal. Lo primero lo corroboran los planos del bosque que tenía el Municipio (en 2009), a los que accedieron los vecinos y que mostraron a EXPRESO.
“De un momento a otro cambiaron todo. No sabemos por qué se rediseñó el bosque”, cuestiona Rayit Montoya, otro vecino quien vive en la manzana 123 de Samanes 1, que colinda con el parque.
“Por estos árboles el clima de nuestra ciudadela es diferente al resto de la ciudad. No es pesado y caluroso como en el centro de Guayaquil, porque en Guayaquil los parques son puro cemento y adoquines, por eso queremos cuidar este espacio”, menciona el joven universitario.
En su recorrido por el sector, EXPRESO conversó con al menos una decena de moradores. Todos comparten el temor y los argumentos. “Escuché que hasta iban a hacer un hotel, eso afectaría el hábitat de los pajaritos, cuyo trinar me da paz en las mañanas cuando me despierto”, dice Sofía Andrade, de 70 años.
Al respecto, Rafael Arboleda, propietario de tres de los terrenos, señala que construirá su vivienda cerca de un ceibo y que mantendrá el arbusto. Agrega que el Municipio de Guayaquil le autorizó las construcciones. “El Municipio me indicó que cuando el árbol muera o esté por caer yo lo puedo talar porque está dentro de mi lote”, respondió a EXPRESO.
En una reunión realizada en noviembre pasado, entre un representante del Municipio, delegados de los moradores y de la Fundación Iguana, quienes intermediaron en el conflicto a favor de la naturaleza, los funcionarios dejaron claro que ningún árbol iba a ser intervenido y que ellos iban a supervisar que así se cumpliera.
“Estamos esperando que supervisen”, expresaron a este medio los vecinos.
EXPRESO le preguntó al Municipio de Guayaquil, a través de su departamento de comunicación, si supervisa la obra y cómo garantiza que los árboles y las áreas verdes no sean afectados. Pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
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El problema no es solo de arbolización, sino también cultural. Así lo indica la arqueóloga Amelia Sánchez, quien en el año 1997 y en 2010 realizó varios estudios en el Bosque Tropical hallando vestigios arqueológicos de la cultura Chorrera de Guayaquil.
“Hay una falta de conciencia por parte de las autoridades. Esa área es arqueológica y debe estar protegida, porque bajo los lotes privados hay restos arqueológicos”. Lo cuestiona, ya que en las construcciones intervienen maquinaria que remueve la tierra y que por ende destruye ese tesoro que es parte del patrimonio guayaquileño.
Árboles. Entre el Bosque Tropical y sus alrededores hay más de 60 árboles. Al menos 20 de esos son nativos. Cuatro están en lotes privados.
"El Bosque Tropical es el pulmón y un atractivo de la ciudadela, además beneficio para la salud de quienes vivimos aquí"
"Tengo 23 años viviendo en Samanes 1 y el bosque con sus árboles es lo que más me gusta, es un beneficio en medio de una ciudad tan calurosa como es Guayaquil"