El terrorismo se expande en Guayaquil y atiza el miedo a puertas de diciembre

Guayaquil no aguanta más. La ola de violencia y atentados hasta ahora no logran un verdadero freno por parte de las autoridades, lo que genera constante zozobra en la población. Hay miedo de recibir un tiro por un asalto o ser víctima colateral; miedo de amanecer y ver daños en negocios producto de las extorsiones o ser uno más en la lista de secuestros.

Es el padecer de la Perla del Pacífico, que lamentablemente ha provocado en la mayoría de barrios blindarse con rejas. A puertas de las festividades de diciembre, un desalentador panorama vuelve a sacudir a la urbe con la escena de un carro incendiado afuera de una discoteca en la avenida Agustín Freire, en el norte.

Que el fantasma de los coches bomba reapareció en la ciudad, soltaron algunos ciudadanos que conocieron del hecho, ocurrido la noche del jueves 9 de noviembre, y que se viralizó en redes sociales. Sin embargo, la Policía Nacional ha dicho que se trató de un robo y que sujetos que iban en moto le rociaron gasolina al vehículo y le prendieron fuego. El congestionamiento vehicular se agravó en las vías aledañas y puso a más de uno a correr.

Este suceso recordó otros acontecimientos que alarmaron a diferentes sectores y que estuvieron vinculados a carros en llamas o explosiones. Es decir, las escenas se multiplican. Uno de estos ocurrió a inicios de abril, en la cooperativa Brisas del Salado, en el sector de la isla Trinitaria, en el sur. Ahí una camioneta explotó y dejó seis viviendas afectadas y un herido.

Precisamente en el sur sucedió un suceso que colocó a Guayaquil en los titulares de la prensa internacional por un acto que fue visto como terrorismo: el atentado con explosivos registrado en la Calle 8, en el populoso sector del Cristo del Consuelo y que, de acuerdo con registros, dejó al menos cinco personas fallecidas y 16 heridas.

En agosto hubo una alerta en las calles Panamá y Víctor Manuel Rendón, plena zona bancaria, y a pocos metros de una unidad de policía comunitaria (UPC). Ahí abandonaron un auto que en su interior tenía cinco tanques de gas. El ataque, se dijo en aquel entonces, estaría dirigido a la unidad policial.

La ciudad tampoco borra la imagen del empleado de una empresa atado con un chaleco lleno de explosivos. Fue un suceso inédito, ocurrido a finales de marzo, entre las ciudadelas Sauces 3 y 9. Debido a esto se evacuó a personal de un mercado, el área acordonada y dejó a todo un país conmocionado.

Pero las extorsiones, conocidas como ‘vacunas’, se han convertido en la pesadilla no solo de los comercios (da igual si es pequeño, mediano o grande), sino también a instituciones educativas, profesionales o en sectores residenciales, incluidas ciudadelas. Y, así como Diario EXPRESO contó en un artículo anterior, estas se vuelven más letales en la ciudad. De 800 denuncias semanales que recibe una de las unidades de la Fiscalía del Guayas, en Guayaquil, el 50 % corresponde a esta modalidad de extorsión.

El terror continuó el viernes 9, pues en la madrugada se registró un atentado en una picantería ubicada en calles Víctor Manuel Rendón y Baquerizo Moreno, en el centro. La explosión de un artefacto ocasionó daños en una puerta. Esta semana, además, hubo otros casos en las vías Casuarina y Perimetral, que dan cuenta que en cualquier sector está presente esta situación.

En torno a este panorama, hay ciudadanos que prefieren callar por temor y hasta han cambiado sus hábitos diarios porque consideran que podrían ser la siguiente víctima. “Cerré algunas redes sociales y hasta cambié de número por temor a que consigan más información de mi negocio. Gracias a Dios, mi sector está tranquilo y espero que así siga porque ya se nos viene diciembre...”, comentó un emprendedor de la ciudadela Guayacanes, en el norte de la ciudad, quien prefirió la reserva de su nombre.

En torno a los últimos acontecimientos (carro incendiado afuera de discoteca y atentado en locales), el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, no se ha pronunciado. Hasta el cierre de esta edición, difundió información sobre una supuesta venta de puestos con falsa garantía de ingreso al Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano, servicios de la Dirección de Salud y la clausura de varias bodegas clandestinas en el centro.

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