Las tradiciones navideñas van perdiendo seguidores
Costumbres como la vestimenta del Niño, compartir la palabra de Dios y la solidaridad se están disipando. Quienes las mantienen son cada vez menos.
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Leer másEs mediodía del 23 de diciembre. Donald Alcívar saca una, dos, tres, cuatro veces un pañuelo blanco del bolsillo de su pantalón y seca el sudor que baña su frente. El sector de la bahía es una olla de presión donde se cocina el sofocante calor guayaquileño y los miles de transeúntes y conductores que buscan, a última hora, los regalos navideños.
Donald está acalorado y con prisa. Dejó su puesto en la asociación de comerciantes 8 de Septiembre, de ese sector, para comprarle su traje al Niño Jesús de su pesebre. Caminó hasta la iglesia San José, donde otros vendedores ofrecen desde la imagen del Niño hasta su ropa.
Lo importante es recordar y reconocer que Jesús nos ama a todos como somos. Por eso vino Él a esta tierra, y eso es lo que celebramos, lo que debemos celebrar, que es la llegada del Salvador.
Quería que todo estuviera perfecto para hoy, para cumplir con el rezo que la asociación realiza desde hace 30 años para conmemorar el nacimiento de Jesús. Aunque reconoce que cada vez son menos quienes se unen para seguir con esta tradición, se niega a perder la esencia de la Navidad, que para él es esta: compartir y reconciliarse con quienes lo acompañan día a día.
Vestir al Niño Jesús es una tradición que aún se mantiene. Sin embargo, para Johanna Rojas, quien vende los trajes que su mamá confecciona, cada vez tienen menos clientes. A su alrededor, en cambio, los puestos de ropa, electrodomésticos y juguetes están repletos.
De acuerdo con el padre Carlos Quinde, párroco de la iglesia San Antonio de Padua, al norte de Guayaquil, no es que sea algo malo regalar obsequios a los demás, pero no es una tradición que debería realizarse el 24 de diciembre.
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Leer másSi alguien desea llevar a cabo este acto, puede optar mejor por hacerlo el 6 de enero, cuando es la bajada de los Reyes Magos, quienes llevaron obsequios al Niño Jesús recién nacido.
El religioso cree que cada vez hay más personas que se sienten atraídas por lo que el mundo ofrece y no por la palabra de Dios. Considera que las redes sociales y el avance tecnológico es un aspecto que influye en que las tradiciones ligadas a la solidaridad y la paz que debe pregonarse en estas fechas, se estén disipando.
La tradición de hacer el pesebre se está perdiendo. Antes se ponían figuritas por figuritas, y ahora se vende toda la escena en un solo bloque. No se toman el tiempo de armarlo.
“Yo recuerdo que, de niño, a mí no me llamaban la atención los juguetes en la Navidad. Me emocionaba tener a mi familia junta. Porque eso me inculcaron”, indica.
Señala como una nueva tradición al hecho de reunirse con los compañeros laborales, en muchos casos, para jugar al ‘amigo secreto’. No obstante, indica que muchos lo hacen no para reconciliarse si hay roces, sino como una actividad alejada de la espiritualidad.
Tiene más de 40 años con el mismo Niño Jesús
Cuando Bella Mora iba a arreglar su pesebre, pasó lo peor: la imagen del Niño Jesús se resbaló y se quebró. Estaba desesperada, porque para ella es algo sagrado y que no lo considera reemplazable. Adquirió la imagen de yeso hace 40 años y cada 6 de enero lo hace bendecir en la misa del Niño Dios.
Fue así como llegó al puesto de María Georgina Andrade, una manabita que ha restaurado miles de imágenes religiosas desde hace 50 años.
La matriarca, de 77 años, ha enseñado el arte de la restauración a sus hijos y nietos y en esta época del año, es cuando tiene mayor demanda. Al día, calcula que arregla de 30 a 40 imágenes, de las cuales el 90 por ciento son Niños Jesús.
Pero esta cifra es la mitad de lo que hacía antes. Cuando inició en este oficio, que a su vez ella aprendió de su esposo fallecido, restauraban más de 70. María duda que la tradición de armar un pesebre se pierda, pero sí ha notado que ha disminuido.
Cuenta que las imágenes “verdaderas, de las buenas”, inicialmente estaban hechas de yeso. Ahora se fabrican en otros materiales como la porcelana.
Bella esperó sentada a que su imagen estuviera como nueva, en la esquina de Los Ríos y General Gómez, donde María tiene su puesto.
Ya estaba más aliviada cuando vio el trabajo casi listo porque sabe que no romperá la tradición del 24 de diciembre, de tener su pesebre completo.