Un atractivo turístico por ofertar en Guayaquil: las cúpulas

El paisaje, la historia, las leyendas, las fotografías y las sensaciones que produce el estar en las cúspides de las iglesias son algunas de las razones por las que varios guayaquileños se han sentido atraídos a subir hasta las cúpulas de estos templos. Esto en Quito y en Cuenca. Para expertos, Guayaquil debería poner atención a este atractivo.

En abril del año pasado, Jhonny Vásconez viajó a Cuenca con su familia y decidió subir hasta lo más alto de la Catedral de la Inmaculada Concepción de esa ciudad. A pesar de que sintió la altura (está aproximadamente a 2.560 metros sobre el nivel del mar), “fue una experiencia espectacular”, recuerda emocionado. Para este joven, la ciudad obtuvo otro significado desde esa ubicación. Lo cautivó su diseño y conocer cómo y por qué fue construida.

El guayaquileño Lincoln Alcívar, quien reside desde hace varios años en Quito, cuenta que hace dos años subió a las torres y a la cúpula de la Basílica del Voto Nacional. “Me gustó el ambiente que se siente allí, pude disfrutar los contrastes de luz y sombra”. Desde esa altura pudo apreciar más la arquitectura de la iglesia y también sus ventanales. Para él, el ascender hasta lo más alto y caminar sobre el salón principal le encantó por la adrenalina que le generaba.

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Producto de interés turístico

Para Alejandra Lecaro, experta en Turismo, el arte arquitectónico e histórico de las iglesias es atractivo y llama la atención de los turistas, porque estas edificaciones “fueron construidas en la parte principal de las ciudades y, a su vez, fueron su comienzo”.

Ella ama visitar estos sitios porque “son uno de los mejores miradores de una ciudad”. Por ello Gustavo Espinoza quedó fascinado al ver, desde una de las torres de la Basílica, toda la parte colonial de Quito. A él, como a otros guayaquileños, les gustaría también vivir esa experiencia en las cúpulas de las iglesias de Guayaquil.

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Espinoza cree que las cúpulas de la iglesia Santo Domingo de Guzmán (también llamada de San Vicente), ubicada en la base del cerro Santa Ana; la iglesia San José, que está frente al Palacio de Cristal; y la Catedral de San Pedro, en pleno centro de Guayaquil, permitirían que el turista local y el extranjero disfruten de una mejor vista panorámica de la urbe. Así como conocer las anécdotas acerca de cómo surgió Guayaquil, agrega Lecaro, ya que las iglesias son las primeras cronistas de las ciudades.

Guayaquil cuenta con siete iglesias que tienen cúpula, de acuerdo con datos de la Dirección de Patrimonio Cultural del Municipio: San Francisco, La Merced, Catedral de San Pedro, San José, Nuestra Señora del Carmen - La Victoria, Santo Domingo y la iglesia y convento San Agustín. Además, el edificio Guzmán (hoy Museo del Cacao), el Palacio Municipal y la Torre Morisca poseen cúpulas. Todas estas infraestructuras, en la parte central de la urbe.

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Análisis de la estrategia 

La arquitecta Daniela Valencia, experta en arquitectura patrimonial y religiosa, y docente de la Universidad de Guayaquil, señala que si bien la urbe podría apostar por este tipo de oferta turística, habría que realizar una serie de estudios de la parte arquitectónica, estructural, histórica y museográfica. Con ello se podría considerar su factibilidad y cómo llevar adecuadamente un proyecto de esta naturaleza, cuidando el valor patrimonial.

Es por eso que Mariela Pinos, experta en desarrollo de turismo sostenible y docente de Turismo de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, recomienda que en estos sitios se coloquen agarraderas y que se establezcan medidas de seguridad. Y recalca que este tipo de producto es muy atractivo para los visitantes porque desde su altura se puede apreciar la ciudad y el río, como desde la iglesia Santo Domingo de Guzmán.

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Reactiva la economía local

En esta idea, la Catedral de San Pedro ha decidido abrirse camino, por lo que están adecuando la infraestructura para recibir al público en general desde el 9 de octubre. Con esto, los clérigos buscan reactivar la vida turística del centro urbano.

Sobre esta iniciativa, Pinos recomienda emular lo que ha hecho Cuenca, como que por las noches la iglesia tenga una buena iluminación para que se convierta en un spot fotográfico para las redes sociales. Para esto, sugiere que las terrazas de las edificaciones aledañas, que gocen de una buena vista hacia la cúpula y torres, sean aprovechadas para emprendimientos gastronómicos.

A esto se debe sumar una política de preservación del bien patrimonial, como existe en Quito y en Cuenca, enfatiza Valencia. Si no, “no va a valer la pena”, porque no atraerá al turista.

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