Urdesa revive: el parque vuelve a latir y los vecinos no quieren perderlo
La iniciativa vecinal, publicada en EXPRESO, hizo reaccionar al Cabildo. Show al pie del Salado recordó la vida de barrio
El parque se convirtió en un escenario de arte. En las calles Ilanes y Costanera, a orillas de ese estero Salado que las familias no solo de Urdesa exigen revivir y rescatar, el sonido de saxofones y trompetas, de aplausos y de risas, retumbó sin cesar; y en cuestión de segundos el área se convirtió en una pista de baile. Y más que eso, en un espacio público vivo donde la vida de barrio está presente.
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Leer másLa tarde del pasado 14 de noviembre, tras la insistencia de la promotora comunitaria y una de las fundadoras de Urdesa Central, Laura Gómez, el alma de Urdesa volvió al parque.
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“Yo soñaba con esto, anhelaba que Urdesa recupere su esencia y que las familias podamos disfrutar del aire libre y de nuestro entorno, como antes. Soñaba con ver a todos reunidos. Y se lo logró. Veo niños y a sus mascotas jugando al pie del manglar, a mis vecinos con sus familias en paz. Es hermoso”, detalló Gómez; quien logró que esta actividad se ejecute -y a partir de ahora de forma permanente en todos los parques de la ciudad- a través de dos artículos que, en su rol de lectora de EXPRESO- publicó en este Diario.
El pedido que la Alcaldía escuchó
En el espacio Carta de Lectores de EXPRESO, Gómez hizo un llamado a que los espectáculos que las orquestas Sinfónica de Guayaquil y Filarmónica municipal llevan a las iglesias y mercados, se repliquen también a los parques. Su escrito lo dirigió a Jorge Saade, director de la Unidad Filarmónica y de Educación Artística Municipal de Guayaquil, quien entonces se encontraba en Paraguay dando unas clases maestras.
Reconstruir el tejido social, un anhelo colectivo
Ha sido un sueño ver esto realizado. Soñaba con un parque vivo. Hoy siento que nos escucharon, que escucharon esa necesidad que tenemos de recuperar nuestra esencia.
“Está en sus manos que este tipo de iniciativas se haga realidad para reconstruir el tejido social. El parque de Ilanes y Costanera está bordeando lo que alguna vez fue un ramal del Salado y aunque, tras los pedidos que he hecho al Cabildo, las bancas ya fueron pintadas, falta mantenimiento. El área tiene árboles patrimoniales. La música es un gran incentivo para el espíritu, le dije. Los cortes de luz afectan nuestra parte anímica. Los parques antes eran esos sitios de relax familiar y ahora lucen vacíos, hay que devolverles la vida y la música lo va a lograr, insistí. Y me escuchó. Jorge se contactó desde allá conmigo y no dudó en ejecutar el plan”, detalló la líder comunitaria; que la tarde del jueves junto a sus amigas retrocedió en el tiempo.
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“He vuelto a recorrer este lugar, y lo he hecho con alegría. Esto era Urdesa. Volvió el alma al barrio y ahora no queremos que se vaya”, sentenció.
Decidimos hacer el plan viable porque la idea de recuperar los parques a través de la música, que fue la solicitud de Laurita, es fenomenal. Y es que el arte reconstruye, ayuda en ello.
Saade, presente en el lugar, aseguró que al leer la petición de Gómez se entusiasmó con la idea y pensó en qué hacer y cómo lograr que el plan pueda ser duradero.
“Reconstruir el tejido social es vital para una comunidad. Por eso cuando leímos lo que Laurita escribió en EXPRESO me dije: sí, hay que hacerlo. Mover a la Filarmónica al barrio, por la logística que implica, no era posible; pero sí lo era trasladar a la banda municipal, que es lo que hemos hecho. Por eso estamos aquí y seguiremos viniendo y no solo a este punto. Hemos decidido que, a partir del próximo año, ya con la Filarmónica hagamos grupos de cámara para ir a cada uno de los parques. Empezaremos a construir la infraestructura que nos permitirá lograrlo. Mientras tanto, desde ahora recorreremos los parques con la banda municipal. Sabemos que ese renacer es indispensable, que el arte une”, sentenció; al hacer hincapié en que escuchar la voz ciudadana: lo que desea y necesita es más que importante.
Iluminar los espacios y recuperar el manglar, una necesidad
Para María Matilde Almeida y Nora Castro, residentes de Urdesa, ver tanta gente reunida en un mismo sitio fue tan satisfactorio, que no dudaron en solicitar a las autoridades, municipales y de Gobierno, que rescaten al Salado.
El arte sana, no hay duda y estoy contento de lo que veo. Por ello solicito que el acto se repita, pero que a la par no descuiden el tema de la iluminación y estado de los árboles en este y otros parques.
Para Castro, quien vive a escasos metros de este ecosistema, a veces lleno de basura y otras de todo tipo de pájaros, de socorrerlo serían muchos los guayaquileños e incluso turistas que se instalarían en los parques que colindan con el ramal para ser testigos de los “secretos que guarda”.
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“Yo sueño con ver este parque y el Lineal, en la Kennedy, con ‘exploradores’ locales; con gente que se interese en ver qué hay ahí: desde sus flores y el mangle, hasta los pájaros y peces que habitan en el entorno. Me encantaría ver a gente haciendo yoga o navegando el Salado en pequeños botes, como lo hacíamos en el pasado. Hoy, este encuentro me ha recordado que en el pasado tuve tanto y fui feliz”, pensó.
Durante las horas que duró la cita en el parque, algunos residentes exhibieron sus emprendimiento, y otros sembraron árboles.
Siento alegría de ver tanta gente reunida en este parque al que, por temor, he dejado de venir. Tenemos al Salado que es precioso e identidad, que urge ser rescatada.
Las semanas próximas la ‘fiesta’ se replicarán en los parques de Urdesa El Cigarro y el central; este último ubicado en la avenida Víctor Emilio Estrada y que guarda un sinfín de recuerdo. “En mi época universitaria, este fue mi ‘after office’ y el punto de reencuentro con mis amigos. Estacionábamos el carro, poníamos música y me encontraba con toda mi gente: amigos de la infancia y del barrio que se hacían amigos de mis compañeros de la U. Al final, éramos un grupo de 20, que como muchos otros nos instalábamos en el lugar para tomar algo, hablar de la vida, enamorarnos o pasar el rato. Esa época la extraño tanto”, reconoció Lucas Mora, urdesino de 47 años que llegó junto a su esposa a Costanera e Ilanes para constatar, dijo, “que los recuerdos siempre van a estar ahí: en el asfalto y el barrio”.
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