Guayaquil entre dos polos: uno muy sucio y otro limpio

Siete versus cinco. Así vive Guayaquil. Por un lado, están los sectores más aseados de la urbe porteña y por el otro, los más cochinos.

En la ciudadela Martha de Roldós se ha normalizado que la gente bote sus desechos a cualquier hora, en cualquier sitio y hasta en las peatonales. Desde hace 14 años Luis Paucar vive en este sector del norte de Guayaquil y ha visto cómo la mayoría de moradores irrespetan el horario de recolección de basura. 

Hasta un amigo de él, llamado Carlos, alrededor de las 11:00 del martes pasado botó un montón de cartones grandes que sacó de su camión. Incluso saltó sobre ellos. Lo peor fue que los desechó en una esquina cerca de un jardín de infantes. EXPRESO intentó hablar con él para conocer por qué lo hizo, pero se negó, no quiso hablar. Ante la insistencia, ingresó a la propiedad de Paucar.

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Por allí ya había pasado el personal de limpieza de Urvaseo. Sin embargo, también habían dejado tres sacos llenos de basura; uno de ellos con fundas plásticas en su interior, todos en la calle, arrimados al borde de la esquina.

¿Cuáles son los sitios más sucios y limpios de la urbe?

Este es uno de los cinco sectores de Guayaquil que han sido considerados lo más sucios por el Consorcio Urvaseo, hasta lo que va de este año. También lo son la cooperativa Gallegos Lara, cooperativa Juan Montalvo, isla Trinitaria y Guasmo. Estos tres últimos sectores, junto con la ciudadela Martha de Roldós, se mantienen desde hace años en esa ‘lista negra’, afirma Stefany Camacho, vocera de Urvaseo.

Todos se caracterizan porque sus moradores sacan los desechos luego de que el vehículo recolector ha pasado, señala Camacho. Esto es ratificado por Paucar, quien comenta que la gente no deja de hacerlo ni porque han escrito en un lado del muro “No botar basura” y en el otro “¡¡No botar basura!! Multa $ 77”.

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Para Patricia Espinoza, moradora del sector, sus vecinos son “bien desaseados”, por lo que “han proliferado las ratas”. Ese mismo martes, aproximadamente a las 17:00, esa misma esquina estaba llena de desechos, no todos dentro de las bolsas. Varios objetos rodaban por la acera y la calle y obstaculizaban las alcantarillas. Ella se siente impotente, no puede reclamarles porque ya la han insultado, manifestó.

Este malestar también lo vive todos los días Víctor Mendiola, quien tiene varios años residiendo en la cooperativa Juan Montalvo. A su juicio, “la gente es indisciplinada”. Comenta que el vehículo de la basura pasa alrededor de las 08:30, pero quienes habitan allí no respetan el horario. En este lugar la recolección se realiza una vez al día. Y es que a lo largo de la loma Carlos Estarellas Merino, la basura abunda. Los desperdicios se desplazan colina abajo.

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Mendiola cree que Urvaseo debe colocar señaléticas en las que se pueda visualizar el horario de recolección, para que los moradores saquen las bolsas antes de que pase el camión. Pero sugiere que los rótulos sean grandes.

Desde hace 17 años Cinthya Guerrero vive también en esa zona de la ciudad y denuncia que “hay personas que vienen desde otro sitio y precisamente tiran su basura aquí”. Ella expresa que se siente mal “porque eso apesta, los animales riegan la basura y ese mal olor llega a nuestras casas”. Pero no solo los perros, también los chamberos, expone, por lo que a veces le ha tocado pisar desperdicios.

¿Esto es sancionado?

Esto ocurre a pesar de que el Municipio de Guayaquil aplica sanciones económicas por irrespetar los horarios establecidos para la recolección de desechos. Estas van desde $ 92 hasta $ 575.

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¿Qué se debería hacer para erradicar esta cultura?

Héctor Pérez, experto en Comunicación y docente de la Universidad Tecnológica Ecotec, indica que para cambiar la cultura de los guayaquileños respecto a la disposición inadecuada de la basura, se requiere aplicar un enfoque integral. Para ello recomienda que la comunicación que haga Urvaseo incluya el fortalecimiento de valores.

También, propone crear proyectos vinculados con la sociedad (desde las casas, en las escuelas, colegios, universidades y lugares de trabajo), en los que se explique cómo la basura mal dispuesta contamina el medio ambiente, afecta la salud pública y deteriora la calidad de vida. De esta forma, motiva y empodera a los ciudadanos a actuar de manera responsable. 

Los mensajes, propone el docente, deben subrayar el orgullo que genera mantener limpia la urbe. Para ello se podrían emplear frases como “Guayaquil limpia, orgullo de todos”. Así se puede fomentar un sentido de pertenencia y responsabilidad.

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¿Y los lugares más limpios de la ciudad?

A Lucía de Valencia le gusta mantener la entrada de su casa impecable, le cuenta a este Diario. Ella vive en Los Ceibos, al norte de Guayaquil. Todas las mañanas con una escoba y un recogedor retira las hojas que se desprenden de los árboles y caen cerca de su vivienda. Dice que “cada persona debería preocuparse de su sitio para que sea bonito, agradable y no se generen enfermedades”.

Al igual que Los Ceibos, las ciudadelas Kennedy, Garzota, Alborada, Sauces I, así como la vía a la costa y el barrio Centenario son los lugares más limpios que tiene la Perla del Pacífico.

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