Guayaquil: Las ‘vacunas’ ya pinchan al taxismo

Al igual que el resto de la comunidad, el gremio del taxismo de la ciudad no se libra de las extorsiones, una modalidad que les arrebata las ganancias de su esfuerzo diario e incluso la vida cuando se niegan a ‘colaborar’ con los ‘vacunadores’.

Las extorsiones no solo involucran el cobro de ‘vacunas’ a las diferentes cooperativas, también el cobro de dinero para entrar a zonas específicas de la ciudad, así como el robo de las unidades por parte de delincuentes, a cambio de dejar con vida al conductor.

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Hablar sobre este delicado tema representa para los taxistas otra amenaza más; sin embargo, bajo el formato del anonimato, a través de EXPRESO quieren hacer un llamado a las autoridades del Estado, a la alcaldesa de Guayaquil y al gobernador del Guayas para que tomen acciones que les brinden seguridad y les permita laborar con tranquilidad.

Cerca de 15.000 vehículos amarillos circulan en Guayaquil. La mayoría de sus integrantes ha sido presa de los vacunadores que piden entre $ 30 a $ 20 semanales para dejarlos trabajar, según narran a este Diario.

“Nos persiguen a través de llamadas telefónicas, de notas de voz y hasta por la aplicación WhatsApp, donde se identifican como miembros de una banda y exigen el pago de vacuna”, denuncia un taxista.

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Incluso, añade que ellos han tenido que pagar para salir ilesos de ciertos sectores adonde llevan pasajeros. Por lo que una carrera de $ 4 se convierte en una de $ 2. Estos actos delictivos se registran cuando realizaban carreras y en el trayecto los sospechosos los amedrentan con cuchillos, armas de fuego y objetos cortopunzantes. “Trabajamos a pérdida. Nos sentimos perjudicados”, lamenta.

Otro integrante del gremio agrega que son varios los sectores en los que las bandas delincuenciales manejan a su antojo el negocio de los taxis.

“Están en Monte Sinaí, Bastión Popular (noroeste), Guasmos (sur), suburbio y sectores del norte. Ellos operan en todos lados, están bien organizados para causar temor al transporte amarillo”, recalca preocupado.

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A las oficinas de una cooperativa, ubicada en el norte de la ciudad, la semana pasada llegó una carta solicitando un pago a cambio de seguridad.

“Estas amenazas son frecuentes. Algunos conductores realizan las denuncias ante la Policía; pero otros callan para no meterse en problemas”, acota otro profesional del volante.

Según datos proporcionados por la Policía, entre el 1 de enero y el 15 de abril de este año se han registrado 190 delitos de extorsión a este gremio. Esto representa un ligero incremento en relación con el mismo lapso de 2022, que sumaron 175.

La Policía detalla que no todos los casos están relacionados con extorsionadores, ya que hay personas que aprovechan el temor para obtener beneficios, haciéndose pasar por miembros de bandas delictivas.

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Un taxista, perteneciente a una cooperativa ubicada en el sur de la ciudad, cuenta que tres veces ha sido víctima de la delincuencia. La última experiencia que vivió fue en una carrera hasta la 29 y Oriente, suroeste. “Dos hombres armados me apuntaron con un revólver en la cabeza y se llevaron todo lo que había ganado en el día. Gracias a Dios estoy vivo para contarlo”, reflexiona.

Aquello lo corrobora el dirigente de una cooperativa, quien menciona que cerca del 30 % de compañeros ha sufrido robos de dinero, celulares y hasta de sus unidades, de las cuales solo unas pocas han sido recuperadas. “Unos han sido agredidos físicamente, otros han sido secuestrados y abandonados maniatados en lugares desolados; algunos salieron ilesos porque no pusieron resistencia; pero otros han perdido la vida por enfrentar a los delincuentes”, lamenta.

El taxista subraya que hay personas anónimas que se hacen pasar como miembros de peligrosas bandas delictivas. “Nos hacen llegar papeles con textos solicitando ‘aportes voluntarios’ a favor de las organizaciones, situación que nos ha motivado a implementar nuevas medidas de seguridad”, cuenta.

Como ha informado EXPRESO en otras ediciones, muchos taxistas han instalado cámaras de videovigilancia adentro, al frente y en la parte posterior de sus vehículos; así como radios para estar comunicados con las centrales que hacen el monitoreo diario.

La medida ha sido tomada en vista de que solo 1.000 unidades han sido equipadas por la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), cuando hay más de 15.000 vehículos amarillos que circulan en la ciudad y la mayoría ha sido presa del hampa.

“Pero los equipos solo son objetos disuasivos. Nosotros necesitamos que la Policía junto con los agentes de tránsito realicen controles para evitar que el hampa nos aniquile”, enfatiza un conductor, quien reitera que las autoridades deben colocar equipos de seguridad a todos los taxis y no a unos pocos como lo han hecho.

Y pese a la necesidad de llevar el sustento a su familia, algunos taxistas han decidido no laborar porque tienen miedo de perder la vida, ya que los hampones han demostrado no tocarse el alma para atentar contra ellos.

“La delincuencia impide que nuestros compañeros trabajen con la tranquilidad de antes. El 50 % de taxistas ya no sale en las noches y evita coger carreras a sectores vulnerables. Quienes lo hacen se arriesgan a perder la vida, ya que el ambiente de la ciudad es preocupante”, enfatiza el dirigente de otra cooperativa, quien cuestiona que las autoridades no hagan nada para controlar esta ola de delincuencia que crece a diario en la ciudad y en el país en general.

“No hay autoridad que nos auxilie en ningún momento. Estamos desamparados”, concluye.