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Los roedores siguen reproduciéndose en esta ciudadela al norte de Guayaquil.CANVA

Los vecinos de la segunda etapa de la Alborada, invadidos por roedores

La comunidad no ha tenido éxito en el control de esta plaga. Han solicitado ayuda al Municipio, pero no tienen respuesta

Sin saber qué más hacer para ahuyentarlas y mantenerlas lejos de sus casas, carros y techos, los residentes de la segunda etapa de la ciudadela Alborada sufren una situación insostenible debido a la plaga de roedores que azota la zona.

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Son cientos de ratas y ratones los que se pasean sin miedo a las personas en la avenida principal y las calles secundarias del sector. Los residentes deben caminar con extremo cuidado para no pisar una, ya que temen ser mordidos por estos animales.

Los vecinos aseguran que el problema lleva más de un año, y pese a que han solicitado en varias ocasiones al Municipio que realice una desratización en la zona, sus peticiones han sido desoídas.

Ni con pesticidas logran controlar el problema

También han intentado solucionar el problema por cuenta propia, colocando trampas y veneno en gran cantidad. Sin embargo, estos métodos no son suficientes para el gran número de roedores.

“Cuando se ponen trampas, sí disminuye la cantidad, pero es cuestión de semanas para que vuelvan a aparecer en igual o mayor número”, manifestó Edison Ruiz, residente de esta ciudadela.

El morador indicó que la situación es insoportable, pues las ratas se suben a los techos y “parece que hacen fiesta, se las escucha corriendo de un lado a otro y chillando. Además, por cualquier hueco que encuentran se meten a las casas. No hay semana en la que no tenga que matar o espantar algunas”.

Otro habitante comentó que la situación es especialmente alarmante para los niños, que no pueden jugar afuera porque en cualquier momento se les puede cruzar una y podría morderlos, ya que “algunas son muy agresivas, las más grandes son más bravas que uno; ven que uno las quiere echar y hasta buscan pelear. Hay que andar con un palo de escoba para evitar que se lancen”.

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Negocios perjudicados

Durante un recorrido de EXPRESO por el vecindario, se pudo corroborar que las ratas se pasean por las veredas y parterres, rompen las fundas de basura, cruzan las calles y se meten en las casas y alcantarillas.

A menos de 30 metros de la guarida de los roedores están ubicados un supermercado, una pizzería, una cafetería (todas reconocidas en la ciudad) y una docena de negocios de diferentes actividades, los cuales se ven perjudicados por la intromisión de las plagas.

“Algunas se meten a los negocios para parir. Dos veces he encontrado nidos en la bodega con crías. Además se comen los cables, papeles, plásticos. Y si una se llega a morir dentro del local, queda una pestilencia insoportable. Hace un mes, pasó un fin de semana: el lunes al llegar y abrir la puerta, el hedor fue insoportable. Pasaron horas hasta que se logró ubicarla (a la rata muerta) para botarla y dispersar el mal olor”, contó el encargado de un negocio de venta de repuestos para vehículos.

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