La Victoria, un vecindario atrapado en el tiempo
Es una ciudadela residencial, la más antigua de Playas, pero no tiene aceras y sus aguas negras se desbordan sobre calles polvorientas y enfangadas
Hablar con los residentes de la ciudadela La Victoria, en Playas, es hablar de recuerdos, aventura, nostalgia. El vecindario tiene poco más de 70 años de vida, fue construido por el personaje icónico de la historia guayaquileña Víctor Emilio Estrada; su pasado está marcado en el concepto de sus viviendas, los parques y el bosque, pero nada de eso ha sido suficiente para evitar su abandono.
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Leer másLa guayaquileña Astrid Achi, una de las mayores sopranos del país, tiene su vivienda en este lugar que se ha quedado estancado en el tiempo. La Victoria se conecta con el mar y un malecón que hasta hace poco tiempo estuvo inconcluso, también con el extinto hotel Humboldt Internacional, una de las joyas arquitectónicas de la época; pero llegar a ellos, pese a la cortísima distancia desde las viviendas, es un calvario.
Las vías están minadas, no tienen asfalto y tampoco veredas. La zona asimismo está llena de maleza, hojas secas y plantas marchitas, que distan mucho de la imagen de aquella década de los 60 en la que todo el vecindario, recuerdan sus residentes, estaba rodeado de buganvillas.
Vacacionar en este, nuestro hogar, no es ya una opción. La paz se fue, hay preocupaciones. Si seguimos aquí es porque vivimos de la nostalgia. Nosotros amamos la playa, somos playeros. Valoramos este lugar desde el rincón que nos encontremos, pero necesitamos ayuda. Que nos miren.
“La Victoria era hermosa, lo tenía absolutamente todo. La gente salía, caminábamos y andábamos en bicicleta todo el día, pero ahora es imposible. Con tantos baches que sorteamos, a pie o en carro, lo que se supone es un paseo placentero, termina siendo una pesadilla o una prueba de muerte. Aquí nos caemos, respiramos y comemos polvo”, asegura Achi, quien durante el recorrido con EXPRESO, al igual que otra decena de vecinos, se ve obligada a taparse el rostro cada vez que pasa un auto para evitar que esa nube de polvo que se forma a su alrededor la afecte más de lo debido.
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Leer más“Por suerte tenemos puestas las mascarillas”, se escucha decir a la residente Verónica de Guzmán, cuya familia atraída por los buenos momentos que pasó en ese balneario en el pasado, adquirió un solar en el que construyó una vivienda de la que ahora no sale porque, además del polvo, percibe los malos olores que emanan las aguas negras que en invierno colapsan, debido a la falta de alcantarillado, y ahora se encuentran represadas hasta en los alrededores de árboles que, asegura, son centenarios.
En el lugar, en la intersección de las calles Presidente Estrada y Las Palmas, hay un enorme samán de cien años, detallan los residentes, al que no se puede llegar a causa de esa molestia. “De él podrían colgar unos columpios, bajo su sombra podríamos cobijarnos o podrían jugar nuestros nietos, pero nada de eso es posible. Todo huele mal, es monstruosa la situación”, lamenta esta residente, proveniente de Quito, quien no se atreve a pasar como antes dos meses seguidos en su hogar.
“Ahora vengo por semanas y de hecho quiero irme a los días”, se queja, al exigir -una vez más- a la Alcaldía que fije su mirada en las calles, el fango y los gases que los rodean y afectan la convivencia. ¿Dónde está el desarrollo en infraestructura? ¿Dónde está la planificación para tener un crecimiento urbanístico?, se pregunta.
Diana Vintimilla de León, otra ciudadana, cuestiona que el dinero de sus impuestos ni antes ni ahora haya sido invertido a favor de su barrio. “Hay ocasiones que duermo en el carro porque el olor que sale de los pozos sépticos es tan fuerte, que aun con las ventanas cerradas, lo siento. Eso no es vida”, piensa.
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Leer másEn La Victoria, donde habitan un promedio de 70 familias, 35 de ellas de forma permanente (el resto llega los fines de semana o en verano), la mayoría comparte la idea de que no son tomados en cuenta por la autoridad porque al ser un vecindario pequeño (en comparación a otros sectores) no representan votos políticos. “Es lo único que puedo pensar. Y es que si mira bien, el cantón ha progresado. Los barrios que antes no tenían nada están bien y eso me alegra, así debería pasar con todos. Pero en La Victoria, en cambio, retrocedemos, y es ridículo. Pago $ 400 por impuestos al año, más de lo que pago en Quito, donde vivo; y, a cambio, no recibo nada”, agrega el también morador Marco Maldonado.
La Victoria no es ni la sombra de ese lugar que tantas alegrías nos dio. Está abandonado, se está perdiendo. Pedimos respuestas urgentes para rescatarlo. Aquí he venido desde que era muy pequeñita, tengo los mejores recuerdos de mi vida y eso quiero que se mantenga, no hay derecho de que se pierda. No necesitamos eso.
Cansados de este escenario, del que vienen solicitando respuestas hace tres años, los moradores lograron que en junio pasado, tras un recorrido, el alcalde Dany Mite constate las falencias, pero desde entonces ni una sola acción se ha puesto en marcha. “Ni fechas, ni gestiones, ni planes de trabajo. No hemos tenido más acercamientos, nadie responde nuestro llamado. Hemos sido otra vez ignorados”, piensan.
Frente a esta situación, EXPRESO solicitó al Municipio una entrevista hace 13 días y asimismo envió una serie de cuestionamientos al alcalde, a través de su equipo de comunicación, pero ninguna fue contestada. Este Diario preguntó si se prevé ejecutar las obras, de qué tipo y cuándo; por qué no ha mirado al lugar, hacia dónde van destinados los impuestos y el presupuesto municipal, y si está previsto además rescatar el valor histórico del sitio.
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Leer másY es que pavimentar las vías y colocar los cajones de aguas servidas, si bien son la prioridad, no son la única necesidad. A La Victoria le hacen falta además rampas, seguridad, iluminación y recuperar espacios como el parque de La Raqueta, que permanece con el piso, las escaleras y las bancas rotas; y el bosque, que se encuentra en pleno corazón del barrio y sirve de refugio a delincuentes y consumidores de drogas.
EXPRESO lo recorrió con los vecinos. Y sí, pese a que es fácil perderse en el trinar de los pájaros, la brisa que corre o el pequeño arroyo que se forma en ese rincón; pesa más la imagen de las colchonetas y las prendas de vestir que, junto a encendedores y restos de botellas y pequeñas fundas plásticas y empaques de periódicos vacíos, se hallan en el camino.
“Da miedo estar aquí, siendo este nuestro pulmón”, piensa Achi, quien plantea que el lugar sea considerado un bosque protector, y el barrio, un patrimonio cultural o ciudadela turística, con calles adoquinadas, faroles y bancas, como las que están en el barrio del Centenario, en Guayaquil, donde los amigos puedan descansar, reencontrarse.
Llevo 15 años en este vecindario y desde entonces he soportando toda la porquería que pasa aquí. Hemos ido al Municipio, hemos traído al alcalde y nadie nos ayuda. Quisiera que las autoridades vengan cuando llueve y pasen por el fango de lodo y las heces que pasan por aquí. Es horrible esta situación, no queremos más esto.
Para el historiador Fernando Mancero, teniendo en cuenta su valor histórico, Playas sí podría solicitar que a nivel local o nacional este sea declarado patrimonio. “Tiene los factores para hacerlo y claro que sí se lo hace, y las familias se rigen a mantener intacto ese concepto, y las autoridades se centran en preservarlo, La Victoria podría ser un atractivo, otra razón más y fuerte para visitar el balneario”, advierte.