La violencia espanta al turista de los balnearios

Las ballenas dan esperanzas, pero El Niño y las balas las espantan. Así se puede resumir lo que, por estos días, siente y vive el sector turístico de Santa Elena, que ve cómo, en plena temporada de verano, los turistas de la Sierra apenas si asoman a sus balnearios. La situación es similar en General Villamil Playas.

Según cifras de la Asociación de Actores Turísticos de Montañita (Santa Elena), para julio del año pasado la ocupación hotelera los fines de semana llegaba al 80 % de su capacidad; hoy no alcanza ni el 40 %.

De lunes a viernes, en los balnearios grandes como Montañita, Salinas y Olón no superan los mil turistas por día, cuando en 2022 se llegó hasta 2.500 en días ordinarios y los fines de semana sobrepasaban los 5.000. Ahora, los sábados lucen apagados.

El hotelero Ottón Arboleda afirma que “quienes arriban a las playas de la provincia de Santa Elena son personas que no pernoctan en los hoteles y consumen muy poco en los restaurantes. El verdadero turista no está llegando”.

Pone como ejemplo su hotel, ubicado en el malecón de Salinas, tiene 60 habitaciones y de lunes a viernes apenas se ocupan entre cuatro a cinco; los fines de semana no superan las diez. “Las empresas turísticas están quebrando en la costa”, asevera.

Para los comerciantes de Montañita, como el artesano Carlos González, “el bajón se siente desde que hubo el asesinato de seis personas” dentro de un local de ventas de parrilladas.

Y sin entrar en detalles, Cristina Barreiro, presidenta de la Asociación de Actores Turísticos de Montañita, lo confirma, al señalar que “la baja presencia de turistas en los balnearios de la Península tiene una mezcla de tres factores: la inseguridad, el fenómeno de El Niño y la crisis económica que atraviesa el país”.

Este criterio lo comparte Luis Tenempaguay, vicepresidente de la Cámara Provincial de Turismo de Santa Elena, quien hace pocas semanas participó en un recorrido de promoción turística por varias ciudades de la Sierra, para invitarlos a que aprovechen sus vacaciones en la Península.

Las expectativas para la presencia de más turistas es el avistamiento de ballenas jorobadas, tanto en los balnearios de Salinas como en Ayangue. “Pero las principales preguntas que recibía eran sobre dos puntos en específico: la inseguridad y el fenómeno de El Niño”, advierte.

“Los ciudadanos sienten temor con todo lo que está pasando, los sicariatos y la probabilidad de lluvias y oleajes”, sentencia.

Para Marina Benalcázar, quien habita en Chipipe, en Salinas, desde hace 25 años, actualmente no hay ni rastro de lo que era la temporada de la Sierra en Salinas.

“Hasta hace unos pocos años, veías a las familias vacacionar, paseando o patinando en el Malecón; bañándose en el mar, así el agua esté fría. Las pizzerías, los restaurantes, todo estaba lleno. Ahora vivimos un lunes eterno. Ese es el día que menos gente se veía. Ahora el panorama es el de un lunes eterno”, relata.

En General Villamil Playas, el panorama es bastante similar. Sobre todo en lo que respecta a los ciudadanos, que viven con miedo. Ya las familias no quieren salir ni al parque pasadas las 19:00.

En el balneario, los números reflejan el golpe que sufre el turismo, todo por un tema del que pocos quieren hablar, para no alejar más a los visitantes: la inseguridad.

Esperanza López, presidenta de la Cámara de Turismo, reconoce que hay temor por los últimos hechos de sangre ocurridos, todos atribuidos al sicariato, pero precisa que “son casos de bandas que migran con sus disputas a Playas”.

“El año pasado semanalmente, llegaban unos 10.000 turistas, actualmente y hablando optimistamente, vienen unos 5.000, pero se regresan el mismo día”, dice López.

Para explicar el tema, hace referencia con su hotel Arena Caliente y cómo se movía el año anterior, en temporada de la Sierra. “De las 35 habitaciones que tiene, las reservaciones de fin de semana llegaban al 40 %, es decir, 14 piezas estaban ocupadas; ahora las reservas llegan al 5 %, que son solo 2 habitaciones”, se lamenta.

Wilter Salmerón, presidente de la Unión de Servidores Turísticos, que la conforman 33 asociaciones, sostiene que “en Playas al turista que se lo ve en el día, en la noche ya se guarda y no sale a pasear, por miedo”.

Los dueños de discotecas y bares que trabajan en la noche no hablan de cifras, porque, aunque la situación está mala, los ‘vacunadores’ enseguida los extorsionan pensando que el negocio está bueno, aseguran sin dar nombres.

Uno de ellos, que pidió la reserva del caso, recuerda que el año pasado en un buen fin de semana, en esta época, se hacía hasta mil dólares en su local; ahora apenas si llega a 100. “La gente cogió temor porque en el mes de junio mataron a tres personas en un bar del centro”, recuerda.

Freddy Alejandro Evangelista, encargado de la seguridad ciudadana por parte del Municipio, reconoce que la delincuencia está creciendo en Playas. La noche del martes 12 de julio, dos buses de la Cooperativa Posorja fueron asaltados en la vía Playas-Guayaquil, “muchos turistas viajan en buses y es por eso que no vienen”, admite el militar retirado.

Sin embargo, hace énfasis en que la delincuencia no les va a ganar, al señalar que ya se han activado protocolos de seguridad para revertir la situación en el balneario.

• EL PEDIDO COLECTIVO DE LOS CIUDADANOS

La tan esperada temporada de vacaciones en la Sierra ha quedado solo en expectativas para empresarios y servidores turísticos. Los hoteles lucen casi vacíos y en las noches casi nadie sale. Muchos llegan y se van el mismo día sin gastar nada.

Frente a ello la ciudadanía, que se ve afectada también por ese bajón, ya que sus negocios, así sean pequeños, se han visto también afectados, exigen a las alcaldías que ejecuten un plan para reforzar la seguridad. Pero no quieren que solo haya rondas policiales. Exigen un trabajo en conjunto con las Fuerzas Armadas y la construcción de una hoja de ruta que permita recuperar el espacio público, de tal forma que el ciudadano se apropie de él, salga, sea vivo y con ello, quizás -piensan- se puede en conjunto ahuyentar “al menos al asaltante que roba en las calles”.