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Sitio. En la Rumichaca se determinó que se superan los decibeles recomendados por la OMS.GERARDOMENOSCAL

Guayaquil tiene zonas que son el ‘pavor’ de los tímpanos

En calles como la Rumichaca los niveles de ruido superan los 80 decibeles que sugiere la OMS

Que Guayaquil sea una ciudad caliente y ruidosa no sorprende, pero sí alarma que hayan más sectores dolientes por el bullicio, y da igual si es durante el día o noche. Como muestra está un reciente estudio de la marca GAES Centros Auditivos que alerta que los niveles de ruido en dos sectores superan los 80 decibeles (intensidad), que es el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las calles más ruidosas de Guayaquil

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Se trata de la calle Rumichaca, en el centro, y el cruce de las avenidas Juan Tanca Marengo y José Orrantia, cerca de un conocido centro comercial del norte.

EXPRESO recorrió ambos puntos y notó que comparten características, como un alto flujo vehicular y de ciudadanos. Desde estos puntos se propagan ruidos que irritan a más de un transeúnte gracias al estridente claxon de buses, taxis o motos, parlantes, grito de vendedores...

En la Rumichaca, por ejemplo, hay tanto comercio que las aceras quedan reducidas, mientras que por la calle circulan decenas de buses y vehículos livianos. Las cuestionadas motos eléctricas también se pasean.

Hemos hecho marchas para concienciar, pero nadie cumple las normas; está en letra muerta.

Wilson Tenorio

presidente del Colegio de Médicos del Guayas

Pero es desde el cruce de la 10 de Agosto hasta llegar a la 9 de Octubre donde el escenario se empeora. Son cinco manzanas por donde los conductores de líneas de buses asustan a más de uno con el fuerte sonido de las bocinas. Uno pita más que el otro, por supuesto.

Algunos taxistas, ya sea informales o amarillos, no sueltan el dedo del claxon, sumando el caos, mientras que hay unos cuantos negocios que utilizan parlantes para llamar la atención de quienes van por ese tramo.

El estudio señala que en este sector, cerca al parque Centenario, se miden 89 a 93 decibeles. Para tener una idea, sería la bulla de una conversación a gritos o de un secador de pelo. Todo esto lo soportan a diario (algunos ya se han acostumbrado) trabajadores y los pocos residentes, como Charlie Méndez.

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“Tú te vienes cinco de la tarde y esto es un infierno. La calle es estrecha, pasan muchos buses, taxis, más la zona que es muy comercial, hace que aquí se forme una especie de embudo y es por esto que se descargan haciendo más bulla”, lamenta el docente, quien dice que el regreso de la “calma” se da en la noche. Pero se queja que en ese horario ‘aterrice’ otro mal que lo lleva a encerrarse más temprano: la presencia de consumidores de drogas e indigentes. “Por eso es que falta un plan en el que se traten todos estos problemas, la atroz bulla y desorden”.

Ahora bien, en el otro punto, en el norte, lo que más se registra es un mayor flujo vehicular, incluidos los que van a la avenida Las Américas (que conecta con el aeropuerto). La medición en ese punto casi alcanza los 100 decibeles y también se debe al paso de buses y otros automotores. El cruce hace que, además, sea una ruta para ir del centro al norte y viceversa. Hay bulla, pero también falta la sombra y eso irrita a más de un peatón o los mismos conductores.

Uno de los negocios de los alrededores utiliza un vendedor que mantiene agarrado un micrófono y alienta a quienes pasan por la zona a que visiten el local y accedan a promociones. Su voz se conjuga con un contagiante reguetón de los 2000.

80 a 90 decibeles
Es lo que soportan a diario los ciudadanos en el casco urbano, reconocen expertos.
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Ciudad. En la avenida Del Periodista, de la Kennedy, residentes y trabajadores expresan su molestia por el exceso de ruido.GERARDO MENOSCAL

En medio de esta situación, Wilson Tenorio, presidente del Colegio de Médicos del Guayas, lamenta que las ordenanzas en torno al ruido que se genera en la ciudad sean “letra muerta”. Él advierte que Guayaquil cada vez da pasos hacia una “ciudad de sordos”. “Cualquier hijo del vecino se compra un parlante y lo coloca en la ventana haciendo bulla, mientras que en las calles vemos cómo los jóvenes van con autos o motos con retumbadores”, cuenta.

Afectaciones en la audición

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Mientras que Ariana Araujo, audioprotesista de GAES, sentencia que, entre los daños que se encuentran expuestos peatones o trabajadores, figura la disminución auditiva. Ese daño es progresivo, es decir, si una personas tiene más exposición al ruido poco a poco irá disminuyendo su audición.

“En nuestro oído tenemos pelitos que son células que se mueven con las vibraciones del sonido y si se caen vamos perdiendo poco a poco la audición. Además de esto hay otros factores, otros daños que nos exponemos, como el estrés, que va desarrollando enfermedades cardiovascuales e incluso cerebrovasculares”, precisa Araujo.  

  • Reacciones médicas

“El ruido ha afectado a las autoridades que están intoxicadas y hacen oídos sordos al problema”

Alertan de casos en urbanizaciones y daños en la salud como estrés

Los expertos consultados por EXPRESO coinciden que esta situación no debe tomarse a la ligera. Los daños son más graves de lo que se cree y es por esto que expresan su preocupación debido a que cada vez hay más sectores ruidosos.

Cuando vinieron los buses, la paz que teníamos se fue y en las horas pico es un caos, no hay cultura a una ciudad sin ruido.

Raúl Abad

residente ciudadela Kennedy

Por ejemplo, el doctor Francisco Plaza cuenta que en la ciudad el promedio de decibeles es de entre 80 y 90 en el casco comercial, pero en la zona residencial de urbanizaciones (incluidas las de Samborondón o de vía a la costa), los fines de semana se convierten en un “infierno”. El médico así lo expresa debido a las fiestas que se realizan en dichas áreas, y que superan los 120 decibeles.

“Vivimos intoxicados por el ruido; la fuente principal es el parque automotor que no lo controla nadie, aunque existan ordenanzas contra el ruido o leyes de tránsito... Aquí en Ecuador lo que más sobran son leyes y poco a poco nos estamos transformando en sordos”, comenta. Plaza acota que el ruido ya ha afectado a las autoridades: “Están intoxicadas y hacen oídos sordos al problema del ruido”.

Resalta que entre los daños está un trauma acústico, hipertensión, accidentes cerebro vasculares, altera el sistema nervioso, incremento del estrés y hasta acorta la vida.

Wilson Tenorio, por su parte, sentencia que entre otros efectos está el insomnio, irritabilidad, agresividad y hasta aumenta el latido cardíaco y respiración. “Quien está a 90 o 100 decibeles recupera recién su audición normal a las 24 o 48 horas”, concluye. 

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