El arte en extinción de Marco Masapanta
Cuarenta obras del artista, elaboradas en madera y talladas a detalle, se exponen en el centro cultural de la PUCE
A los 15 años, Marco Masapanta elaboró su primera obra. Se trataba de la iglesia de San Francisco, en el Centro Histórico de Quito. Tallada en una sola pieza y construida a base de detalles y profundidad, esta fue la primera obra en una larga carrera dedicada al tallado en madera, una técnica que corre el riesgo de extinguirse.
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Leer más“El arte relieve tallado en madera es trabajoso porque su característica es que no hay sobreposiciones, es decir no hay piezas agregadas o separadas en el lienzo o el objeto. Toda la obra debe elaborarse en una misma pieza de madera, sin incrustaciones o piezas sobrepuestas o pegadas”, explica.
Durante una de las visitadas guiadas que realiza de su exposición El relieve colonial, que se exhibe en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), invita a los visitantes a acercarse, tocar los cuadros para constatar dicha característica.
“Es una técnica compleja y trabajosa porque toma mucho tiempo, pero el resultado final es hermoso”, indica.
La muestra se puede visitar de lunes a viernes, de 9:00 a 19:00.
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Evolución e historia en un mismo lienzo
Masapanta forma parte del selecto grupo de Legardianos, conocidos así por haber aprendido las técincas del reconocido escultor, tallador, pintor y platero quiteño siglo XVIII, Bernardo de Legada. En el caso del artista, este fue estudiante directo del maestro Neptalí Martínez, conocido como el último Caspicara.
“Yo me enorgullezco de mi historia y de mi carrera. Lo que me duele es que mi técnica muera conmigo”, añade. Para el creador, es necesario rescatar e implantar en las generaciones actuales los saberes de los pueblos pues estos “constituyen una forma de defender su patrimonio y su historia como una expresión cultural, de darle continuidad en el tiempo y sensibilizar sobre la expresividad del ser humano”, indica.
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Leer másAun así, además de su estilo, la evolución ha sido inevitable en la labor del tallado, pues si bien cuando este empezó en su larga carrera, trabajaba con maderas como pino, roble e incluso cedro rojo de la Amazonía, hoy en día trabaja con MDF, material elaborado a partir de fibras de maderas y resinas sintéticas comprimidas.
“El mundo ha cambiado mucho, y hay que adaptarse a él”, señala.
Pese a ello, Masapanta no solo ha continuado trabajando y enseñando, e incluso ha asumido trabajos más complejos como la obra en relieve de la Basílica del Voto Nacional, que le tomó cinco meses.
“Es imposible dedicarse por completo al arte, pero yo he tenido la suerte de poder trabajar en otras cosas y dedicar mi tiempo libre al arte en relieve. Me alegra poder enseñar, porque aunque quizás no sea para todo el mundo, tengo la esperanza de que algún día, alguien siga en mis pasos”, comenta.
El viernes 22 de noviembre a las 11:00 habrá un recorrido a ciegas de la muestra El relieve colonial que tendrá una duración de dos horas. El ingreso es libre.
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Quito, la ciudad de los recuerdos
Una característica de la obra de Masapanta es que, con contadas excepciones, casi siempre retrata a Quito. Las iglesias de San Francisco y Santo Domingo, las calles la Ronda y la Maldonado, el hospital San Juan de Dios, la Cuesta del Suspiro y la antigua estación de Chimbacalle son algunos de los escenarios que figuran en sus obras.
“Esta es mi ciudad y la ciudad de mis ancestros; de mis papás, de mis abuelos. Me gusta plasmarla, y me gusta grabar no solo mis recuerdos, sino los de las historias que me contaban de niño”, señala.
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Leer másEs así que algunas de las piezas que son parte de la exposición, como el hospicio San Lázaro, hoy abandonado, muestran la realidad del lugar como los fue en los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado.
“Cuando lo recuerdo, desde mi mirada de niño, era un lugar alucinante, rodeado por calles empedradas y desgastadas por el uso. Calles transitadas por gente de barrio, generalmente pobre, y honrada que vivía en caserones coloniales como traspatios y pozos de agua. Era una zona concurrida por artesanos, carpinteros y talladores. Como hijo de carpintero, plasmar esa calle y el hospicio, es plasmar una parte de mi identidad y la identidad de esta ciudad”, comenta.
Curiosamente, entre las cuarenta piezas que se exhiben, el artista también propone escenarios religiosos, como La Piedad y La Última Cena con Quito como telón.
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