Babylon, el lado 'salvaje' de Hollywood
La cinta, que mezcla estrellas con figuras de ficción, resulta audaz, temeraria y salvaje.
Hollywood, fluyen los años 20. Segmentos de su población experimenta estupefacientes, alcohol y grandes fiestas, ignorando que viven los últimos días del cine mudo y un desenlace fatal: las ‘talkies’ (películas habladas). Ahí confluyen tres personajes en ciclos heterogéneos de sus carreras, desconociendo que están siendo masticados (para luego ser escupidos) por esa máquina devoradora que es Hollywood.
Nellie Le Roy (Margot Robbie), aspirante a estrella de cine, con feroz apetito de fama. Tiene la gran habilidad de llorar cuando la secuencia lo exige, don que le sirve para ascender vertiginosamente y vivir sus pasiones autodestructivas.
Poker face, un gran comienzo y un desarrollo de decepción
Leer másLuego de años en la cúspide como uno de los máximos astros, aparece Jack Conrad (Brad Pitt). También están Manny Torres (Diego Calva), latino que busca abrirse camino en la industria. Germina el afroamericano Sídney Palmer (Jovan Adepo), músico de jazz. Constan Lady Fay Zhu (Lin Jun Lin), estrella china; Elinor St John (Jean Smart), periodista que lucra del chisme; el gánster James McKay (Tobey McGuire); e Irving Thalberg (Max Minghella).
La cinta amasija estrellas de la vida real con figuras de ficción. A otras disimula cambiando sus nombres. Por ejemplo, Nellie Le Roy se inspira en Clara Bow (1905-1965), la chica ‘it’ de aquella época y símbolo sexual. Jack Conrad puede ser John Gilbert (1887-1936), el ‘gran amante’ de la MGM, cuya carrera destruyó, en parte el fantasma del cine parlante. Lady Fay Zhu (Li Jun Li) sería la actriz chino-americana Anna May Wong (1905-1961).
Elinor St John es una mezcla de Elinor Glyn (1864-1943) novelista y guionista británica, creadora de la palabra ´it´ (“ese extraño magnetismo que atrae a ambos géneros”) y Louella Parson (1881-1972), la periodista más famosa de aquellos tiempos, que podía elevar o destruir una carrera a través de sus artículos.
Irving G. Thalberg (1899-1936), el productor fílmico apodado ‘el chico maravilla’ por su habilidad para escoger lo mejor de lo mejor: guiones, estrellas, directores, fue él quien convirtió a la MGM en el estudio más grande que tuvo la Meca del Cine, donde había ‘más estrellas que en el cielo’. En la actualidad y desde 1937, la Academia entrega -en su memoria- el Premio Thalberg. Se lo dan al productor más descollante del año o por su carrera.
Babylon es un largometraje audaz, temerario, salvaje, duro, repugnante, alocado, bullicioso, delirante, vertiginoso y espeluznante. Una magistral carta de amor y odio hacia la historia del cine, dirigida y escrita por Damien Chazelle (Óscar por La La Land, 2016) y por ello el espectador terminará aprobándolo o desechándolo. Palpando el sentir escribí la información que antecede a este parágrafo. Desconocer esos pormenores es privar al cinéfilo de su notoriedad.
Añado que el filme debe tener como base el libro polémico del cineasta vanguardista Kenneth Anger (1927) titulado Hollywood Babilonia, publicado en francés en 1959 y prohibido en los Estados Unidos hasta 1965. Allí se plasman los sórdidos escándalos de las estrellas del cine mudo. Años que debieron crear ‘Cláusulas de moralidad’ para evitar sus desmanes, pifiándolas, el astro era despedido sin miramiento alguno.
Estas quimeras, bajo el megáfono de Chazelle, llegan repletas de sexo, violencia, desnudez, drogas, violencia e inmundicias que terminarán fastidiando la sensibilidad de un público adulto. Esta Babilonia no tiene demarcaciones y el nombre continúa siendo analogismo de esa maldad que la Biblia asigna y que el filme jamás descarta, más bien acentúa a través de una extraordinaria visualización artística, aunque a veces caiga en excesos deslumbrantes. Tiene, además, una gran narrativa, pero a veces carece de una mejor elaboración de los personajes secundarios.
Margot Robbie descuella en su rol, al igual que Brad Pitt y sobre todo el mexicano Diego Vela. La banda sonora es excelente. ¿La fotografía? Incandescente, amén de su brillante dirección artística. Exponer los entretelones del rodaje en los años del teatro del silencio, donde los sets estaban pegados unos a otros y el ruido no importaba, es -al igual que la cinta- un golpe certero, una diabólica obra maestra. Si usted compara lienzos, este no es un Renoir, es un Picasso.
Arte y taquilla, dos realidades
Leer másGústele o no, ver Babylon será toda una experiencia fílmica. Probablemente figurará entre las películas que el Óscar selecciona entre las grandes producciones del 2022. También dará que hablar por sus escenas de orina, defecación, vómitos y otras desazones que no son justificables, que son criticables pero… quedará cual muestra de un cine que es resultado de la historia que aquí se narra.
En otra forma: Babylon es ver explotar al diablo como si a este le hubieran colocado en su interior cohetes y juegos pirotécnicos.
CALIFICACIÓN: * * * * *