Bárbara Leones emprende desde las alturas
Desde su estudio de aerodance no solo enseña a bailar entre telas y aros, sino que entrena al team que promete shows por todo lo alto en la ciudad.
Subida en una larga tela rosada, Bárbara juega con la música. Sus giros van de lentos a audaces. Se mueve a la velocidad que ella desea.
Para llegar a lo más alto, pone a prueba su fuerza. No se rinde, toma impulso. Como en la vida misma... Y al lograrlo, se ve a una bailarina libre, pero también feliz.
Aquello es un poco de las rutinas que hace en su emprendimiento, Aero Dance Studio. Allí anima a niñas y adultas a subir sobre telas pero, sobre todo a que vean esta disciplina como una herramienta de amor propio.
Ya lleva tres años liderando ese grupo y le enorgullece que sus estudiantes hayan podido ganar medallas en campeonatos y formar con ellas el ‘team’ que da espectáculos a otro nivel en Guayaquil.
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“Yo veo arte en todos lados... Y tengo la suerte de tener unas alumnas en esa misma sintonía. Son lo máximo”, refiere.
Por eso, parte del crecimiento es hacer presentaciones en eventos. “Hemos formado un equipo, Aero Team. Mi intención es llegar a ser algo similar a The Rockettes de New York, pero con telas, buenos trajes y espectáculos de primer nivel... Ya tenemos coordinado para hacer en junio shows de danza sincronizada en Sports Garden y Bamboo Plaza”, adelanta sobre lo que se viene y que cada vez más se posiciona en la ciudad.
- Como una terapia
A Bárbara es común verla alentando a cada una de sus chicas mientras suben por las telas o aros. “Esto les trae muchos beneficios. Desde la salud física hasta ayudar a tonificar brazos, abdomen, piernas... Pero también la mental”, explica.
Con tan solo ropa cómoda, el propio cuerpo y las ganas de ir mejorando, quien lo practica empieza un giro de 180 grados en sus días. “Es como un tirón de adrenalina cada vez que subes por las telas. Envías los problemas al aire y se quedan allí. Te bajas con otro ‘mood’ (ánimo)”, comenta.
A modo de anécdota cuenta que hay mamás que han llegado en busca de estimulación para sus hijas. “Las psicólogas les dicen ‘inscríbala en un deporte’, y así llegan acá.... A los dos meses ya las escuchas decir que su hija “ha cambiado”, que “ya no es tímida”.... Las telas tienen ese poder... Ayudan a subir la autoestima y amar su cuerpo tal cual es”.
Es así como con más de 25 variaciones trabajan desde adentro hacia afuera.
- Un club de chicas
Primero fue la danza clásica, hasta que en su adolescencia conoció la posibilidad de bailar desde el aire. “A los trece años empecé a entrenar con telas y no he parado hasta ahora.... ¿Telas? Tengo un montón”, dice con la simpatía que la caracteriza. A modo breve explica que la danza aérea es una disciplina que surge tras una fusión de variaciones de ballet, teatro, acrobacias y artes circenses, y se puede usar desde largas y coloridas telas hasta aros. Así, al ritmo de la música, el cuerpo va creando una narración que se cuenta desde el movimiento mismo, y el resultado escénico es espectacular.
“Esto me apasiona y por eso decidí especializarme en Estados Unidos y Canadá”, cuenta sobre esas experiencias en el exterior que luego fueron interrumpidas por la pandemia que la obligó a regresar a Ecuador.
Pero no quedó todo allá. “En el 2020 reuní ahorros y empecé a equipar un pequeño cuarto en casa de mi mamá. Y como soy especializada en videos -estudió Producción Audiovisual- subí un post a mi Instagram, y comenzaron a pedirme que les dé clases. Al rato, ya tenía 14 alumnas”, refiere.
Así de manera personalizada, desde las 07:00 hasta las 20:00 daba clases una alumna tras otra, hasta que luego decidió hacerlas grupales y tocó las puertas de otro familiar.
“Le pedí prestado un patio a mi abuela para dar clases”, se sincera y agrega que, poco a poco, con los ingresos, pudo pasar a un estudio en Los Ceibos, contratar dos profesoras, tener una asistente y disponer de uniformes diseñados para esta danza.
Hoy la historia se cuenta sola. Las recomendaciones boca a boca, la acogida en Instagram y las medallas obtenidas en campeonatos nacionales han logrado que su comunidad, que va desde niñas hasta adultas, crezca.
“Cuando subo reels con mis chicas, los padres me dicen: ‘Tú posteas a mi hija y ella siente como si saliera en Diario EXPRESO”, bromea. “Aquí hay mucha hermandad. Se aplauden los logros de todas, hacemos integraciones. Lo sentimos más como un club de chicas más allá de que aquí se puede aprender todo sobre esta danza”. La acogida es tal que tiene alumnas que llegan desde Babahoyo y Machala, solo para las clases.
Cuando se le pregunta la clave de ese éxito dice: “Así como se necesita constancia en esta disciplina, también se necesita para emprender. Ha habido épocas malas, en las que mucho interfirieron factores externos: brote de virus, un paro nacional, la inseguridad del país.... Pero no dejé de escalar”.
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