
Blonde, la cinta ficción sobre Marilyn Monroe
Ana de Armas protagoniza este filme que resulta perturbador, inquietante, por el proceso emocional que da a quien fuera el mayor símbolo sexual del siglo XX
Los Ángeles, junio primero de 1933. Gladys Baker (Julianne Nicholson) ha retirado a su hija Norma Jean (Lily Fisher), que cumple siete años, de un hogar adoptivo. La lleva a su departamento para celebrarlos y revelar el retrato de su padre, el cual las abandonó al nacer la pequeñuela. El hecho ha despertado en Gladys una esquizofrenia que la trasladará a un asilo psiquiátrico.
Años después, Norma Jean, transformada en una seductora modelo, se convierte en Marilyn Monroe (Ana de Armas) y, como tal, llega al cine para deslumbrar y trocar su belleza hasta convertirse en el símbolo sexual de su generación.
En su tortuosa vida tendrá romances con Cass Chaplin Jr. (Xavier Samuel) y Edward Robinson Jr. (Evan Williams), hijos de padres famosos, para luego contraer nupcias con el gran beisbolista Joe Di Maggio (Bobby Cannavale) y pronto con el dramaturgo Arthur Miller (Adrien Brody).
Sufrirá un aborto y experimentará engaños por doquier, incluyendo una humillante relación con un presidente de los Estados Unidos (Caspar Phillipson). Su vida terminará en suicidio… ¿o asesinato?
Polémica y deshonesta, pero con destreza visual y hábil tecnicismo, Andrew Dominick dirige y escribe un guion trastornado para dejar en Netflix un telefilme crudo, conmovedor pero también -a veces- sin sentido.
Pronto, Rubia (Blonde) se convierte en algo perturbador, inquietante por el proceso emocional que da a la malograda estrella. La trata como si ella fuese un trozo de carne, no en lo que bien pudo ser: una mujer llena de terrores psicológicos a la que, probablemente, ahogaron emocionalmente, donde “el glamur también pudo convertirse en miseria”, afirma Peter Travers de ABC News.
De igual forma se puede alegar que es una película sórdida, experimental, atrevida e injusta, pero cuyo montaje o edición la hacen simbólica y allí cabe repetir lo dicho por el crítico André Bazin: “El cine puede decirlo todo, pero no puede mostrarlo todo”.
Basada en la novela de ficción escrita por la estadounidense Joyce Carol Oates, Dominick repite su desagradable impacto y olvida al ser humano que bien pudo ser Marilyn Monroe. Deja, en cambio, a un personaje que se desmorona, que vive sin esperanzas, de excesiva vulnerabilidad, sexo desenfrenado, de abusos continuos e inseguridad profesional.
Muchas de las situaciones presentadas en Rubia se atañen a la vida real. Sus romances con Chaplin Jr. y Robinson Jr. se ciñen a lo narrado por Anthony Summers en su libro 'Diosa, la vida secreta de Marilyn Monroe', pero las historias restantes son producto de lo que el Washington Post llama ‘necro-ficción’.
Curiosamente, el formato de la pantalla emula el estilo de filmación que rigió en Hollywood hasta a la llegada del Cinemascope. Ese concepto es punto a favor del rodaje, como lo es la mágica actuación de Ana de Armas que aquí tiene el rol de su vida artística. Más que una interpretación es… una reencarnación y eso -en el cine- excede perspectivas.
De Armas es fulgurante, sinuosa, sensual, atrevida, vulnerable e imagen de la fémina que sufre, pero sigue adelante por sus ansias de gloria. Además, el vestuario y las iconografías reproducidas solazan a la verdadera y trágica figura. Es una actuación tan bien lograda que bien podría obtener nominación al Óscar.
Adrien Brody otorga calma a su personaje y Cannavale presenta un dudoso Di Maggio, pues se viene leyendo que el exbeisbolista fue su más profundo admirador y que, mientras vivió, depositó, inagotablemente, flores en la tumba de su exmujer.
Advertencia: el final de la cinta llega a lindar con la pornografía. Netflix le impone un “para espectadores de 18 años (en adelante)”.
Para finalizar: se puede afirmar que esta es una película interesante, conmovedora, pero sufriendo críticas brutales por el tratamiento otorgado a quien sigue siendo una de las mujeres más admiradas y sensuales del siglo XX.