Bruma, un saludo a la burocracia en el teatro del absurdo

A 10 años de su estreno vuelve a la cartelera del Teatro Centro de Arte, la obra Bruma, producida, dirigida y escrita por Martín Peña, fundador del Teatro del Cielo, quien también la protagoniza junto a la actriz cubana Yanet Gómez.

En su momento esta pieza, presentada inicialmente en Medellín (Colombia), recorrió quince países dentro de varios festivales. “Lo que la hace fascinante para el espectador es que la coloca en un espacio de fantasía. La sitúa en el limbo, en una oficina (notaría) del más allá donde la gente acude para definir el destino de su alma cuando muere”, afirma Martín, cuya propuesta ha sido calificada por muchos, principalmente en México, como teatro del absurdo, al mejor estilo de Eugène Ionesco. Aun así, él destaca que refleja mucho la realidad de una sociedad.

Sostiene que la gente se ve reflejada en el escenario y se ríe de sí misma con lo que ve.

Yanet Gómez interpreta a la mujer que solicita su pase al más allá y debe pasar por muchos trámites para definir su destino. “Todo depende de la burocracia y este señor (Martín Peña) que me pone trabas. Represento a las víctimas, a la humanidad que depende del que está más arriba para lograr algo”.

El funcionario público que recepta papeles y expone su abuso de poder, pegando con un bastón a todas las almas que van hacia él.

“Retrata la burocracia y prepotencia, dificulta todo, tiene un complejo de inferioridad y es muy inseguro. A lo largo de la obra veremos muchos momentos en que él muestra su fragilidad y frustraciones”.

Peña recuerda que en cierta ocasión estaba dentro de una notaría y escuchaba por la radio que peleaban dos personas, pero antes de insultarse, la una le expresaba a la otra todo su respeto y admiración y ese tipo de discusiones no faltarán en Bruma.

La universalidad hace que cualquier persona de cualquier país que fuese se vea identificada. “No toca nada específico ni anecdótico”, destaca Yanet, quien manifiesta que al inicio de la obra el público verá en ella a una señora que agoniza y luego quiere entrar a la puerta del más allá. “Se siente perdida de entrar a un mundo nuevo y desconocido”. Las situaciones harán que muchas de estas que a simple vista parecieran dramáticas, causen hilaridad en la audiencia.

“Tiene de todo, se maneja mucho el absurdo y al mismo tiempo toca fibras sensibles con un lenguaje bastante artificial para que el espectador vea cosas que a simple vista no están, dando como resultado un montaje visualmente muy rico”, indica Martín.