Buckingham: media entre el caos y el orden
La reina Isabel II intenta mantener el equilibrio dentro de su familia creando un nuevo cargo de auditoría.
Noviembre fue un mes en el que el escándalo golpeó a la familia real británica y su reina, Isabel II, está tratando de encaminar todo otra vez. Incluso su matrimonio, algo atípico.
Lo primero en qué enfocarse es en evitar más malos comentarios a los suyos, tras todo el problema con el príncipe Andrés y su amistad con el magnate Jeffrey Epstein, condenado por delitos sexuales y hallado muerto en su celda en agosto en Nueva York.
Pues bien, la casa real ha puesto un anuncio abierto para un empleo dentro del palacio. El cargo lleva por título: ‘director de viajes de la monarquía británica’. Este implica encargarse de la logística en torno a los desplazamientos que realizan a menudo los miembros de la realeza para cumplir con sus compromisos oficiales, ocupándose de todas las reservas y prestando especial atención para que estos sean “eficientes, seguros, apropiados y rentables”.
¿Pero cuál es la intención de Isabel II?, pues mantener el control en gastos excesivos que han ocurrido en los últimos meses y mantener el buen nombre de la casa real. Casi una auditoría para evitar más desprestigio. Los esposos Harry y Meghan Markle, fueron muy criticados el pasado verano por utilizar tres jets privados en espacio de ocho días durante sus vacaciones. Algo que hasta los ambientalistas criticaron.
En el aspecto más íntimo, la reina está muy alejada de su esposo Felipe de Edimburgo. Ellos celebraron 72 años de matrimonio el pasado 20 de noviembre pero viven separados y en los últimos tres meses solo se han visto en dos ocasiones. Él, desde que se retiró en agosto de 2017, vive en Wood Farm en la finca de Sandringham en Norfolk y apenas se deja ver en público.
Este año lo hemos podido ver en pocas ocasiones. Una de las últimas, en la boda de Lady Gabriella en el Castillo de Windsor. Su alejamiento y poca intervención en los asuntos familiares puede ser una causa de la entrevista que concedió Andrés a la BBC y que causó este último escándalo. La prensa inglesa siempre ha considerado que él ponía más mano dura sobre sus hijos mientras que la reina tomaba las decisiones diplomáticas.