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C’mon C'mon
C’mon C'monCortesía Venus Films

C’mon C'mon... un retrato familiar que pone a pensar

Poético, agridulce, tierno, sereno, turbulento y polémico, la cinta dirigida por Mike Mills no solo divierte, sino que también conmueve.

Johnny (Joaquín Phoenix) es un periodista radial que anda a la deriva. Su proyecto es entrevistar a niños que estudien la primaria en determinadas ciudades estadounidenses. Tiene el afán de agrupar pensamientos que sobre el futuro de la humanidad puedan expresar. Muchos son optimistas, aunque él no lo sea. Esto genera la impresión que si Johnny no lo hiciese, para ganarse la vida, sería posible que no hablase con nadie.

Vive en Nueva York y tiene una relación conflictiva con su hermana Viv (Gaby Hoffmann), quien habita en Los Ángeles. En cierta ocasión tuvieron un enfrentamiento por las atenciones médicas que su madre moribunda recibía. Pero cuando el marido (ya separado) de su hermana, residente en Oakland, sufre una crisis mental, ella vuelve al norte y pide a Johnny que tenga a Jesse (Woody Norman), su precoz hijito de 10 años, mientras atiende al enfermo. Aceptando a regañadientes, no imagina lo que pasará.

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He aquí el largometraje que Joaquin Phoenix filmó luego de su Óscar por El guasón y puede afirmarse que este es un rol llamativo, que le sirve para demostrar, una vez más, su excepcional talento. El drama se enaltece por la química lograda entre el actor y el niño que interpreta al sobrino.

Mike Mills, director y guionista de la película, extrae lo mejor de cada uno de los artistas que forjan la trama y esto, gracias a sus diálogos y astuta dirección, eleva la categoría de un filme que es poético, agridulce, tierno, sereno, turbulento y polémico. En otras palabras: “Mills le arranca al alma sus destellos”… Así lo afirma la prensa norteamericana. Además, logra definir la complejidad que engloba la relación entre adultos y niños.

La cinematografía, ejecutada en blanco y negro es diáfana, monocromática. Ello la hace más interesante y asevera que Phoenix representa la verdad de su personaje: desaliñado, barba canosa y mostrando que necesita cortarse el pelo.

La música de fondo es loable. La mayoría tiene como base la que emana de un piano, pero él la impone como si fuese un murmullo que acentúa los momentos emocionales y que bien podrían sugerir que los mayores no saben escuchar a la niñez. Y nadie podría decirlo mejor que la revista Screen Rent: “Conecta a niños y adultos bajo una experiencia visual cuidadosa, emotiva y visceral que impactará a la audiencia”.

Sugiero que vaya a verla si va a ser padre o ya lo es, pues la gentileza del drama es impecable y le dejará una certeza: aprender a lidiar con el trauma -que en este caso- lo convierte en posible legado histórico. Como bien afirma la publicidad de la cinta, “para imaginar el futuro uno debe considerar el pasado, el ahora, y estar activo en el presente. Reconocer los errores que cometemos, a las personas que herimos, los sentimientos que lastimamos y, cual respiro, imaginar el mejor futuro que traerá el mañana”. Todo eso es Retrato familiar, película que divierte y conmueve.

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El drama se filmó en Nueva York, Los Ángeles, Detroit y Nueva Orleans, lo cual demuestra que los estudios de cine quedaron para interiores o crear a través de las pantallas verdes la magia de los efectos visuales, nada más. Que prevalece la convicción de hacer películas demasiado largas.

  • Calificación: * * * * 1/2