Camilo: La tribu convirtió al Voltaire Paladines Polo en una salsoteca

Según registran las noticias, Ecuador tiene altos índices de violencia, además de problemas sociales y políticos. La gente dice: “Cada día está peor”. Para Camilo Echeverry, cantante colombiano de 31 años, siempre puede haber un rincón con esperanza. Por esa razón llamó a su actual tour Nuestro lugar feliz que, en Guayaquil, se desarrolló al mismo tiempo que el debate presidencial.

Mientras que para algunos la política provoca confrontaciones, este concierto permitió a los asistentes liberar su alegría y cantar los temas más populares del cantautor. Así los dimes y diretes politiqueros quedaron en el olvido de las redes sociales para más de cinco mil personas que se reunieron en el Coliseo Voltaire Paladines Polo.

La cita para verlo salir con su clásico ukelele y entonar sus temas de amor -que todos saben que dedica a su esposa, Evaluna Montaner- fue a las 21:00.

Cuarenta y cinco minutos antes, la fiesta había comenzado con la presentación de apertura de Dicapo. El cantante guayaquileño logró emocionar a los presentes que decidieron hacer de la noche del domingo 23 de marzo un momento especial junto a uno de los artistas más populares de los últimos años.

Basta revisar su Spotify, donde supera los 24 millones de escuchas mensuales. Allí su repertorio va aumentando año con año, no solo en canciones sino también en ritmos. Camilo se dio a conocer con baladas, pop, luego incursionó el género urbano, trabajando tanto letrista como en colaboraciones con los artistas de reguetón más importantes.

En esta última etapa, se volcó a los ritmos que lo hacían sentir tan cómodo como si estuviera en su casa. Por eso, en su último disco (Cuatro), incursionó de lleno en los sonidos caribeños, la salsa, la cumbia y el tropìpop.

Ahora bien, basta recordar que al guayaquileño le encanta dar sus buenos pasos en una misma baldosa, tal como lo dicta el estilo clásico de este género. Así fue cómo, de a poco, el recinto deportivo se convirtió en una gran salsoteca, de esas en las que los cuerpos se rozan llenos de sudor y algarabía.

El espectáculo de Camilo es familiar. No solo porque incluye a toda su gente: su esposa Evaluna, nombra a sus hijos Índigo y Amaranto, y en primera fila estaba su mamá, Lía Correa. También porque grupos enteros, en los que también había muchos niños, fueron partícipes de este show que transmitió buena onda y alegría.

Como esto se trataba de sentirse bien, Camilo estuvo sobre el escenario sin zapatos. El sitio por el cual dio piruetas y saltos estaba alfombrado. Sus pies al desnudo dejaron ver el diseño de pedicure de puntos negros que se había hecho en las uñas. Nada es al azar. La ropa fresca y descubierta fue importante para él y sus músicos, ya que así soportaron el intenso calor que hacía en el recinto mientras todos coreaban canciones como Bebé, Aeropuerto, Kesi, Una vida pasada, Tatoo y Desconocidos.

Luego llegó la parte más íntima. Para eso el color que predominó fue el índigo, como el tono que describe el nombre de su primera hija, ahora de dos años.

En esta sección del concierto interpretó Gordo, Corazón de hojalata, El mismo aire, Autodiagnóstico y Querida yo, que canta a dúo con la argentina Yami Safdie. Fue este tema el que provocó la mayor cantidad de suspiros y lágrimas. Esta letra invita a la autorreflexión, y permitió que grupos de amigas se abracen y lloren un poquito, curándose un poquito el corazón. Si esto se pudiera representar con uno de los emojis que le dejan a Camilo en sus posteos de Instagram sería el del corazón rojo con vendas. Era el momento de la sanación.

Camilo agradeció a las familias presentes, a los solteros y a los ennoviados. De estos, tres de los que fueron con pareja terminaron comprometidos en la pista del recinto, puesto que en La boda, los novios se arrodillaron para pedirle la mano a sus enamoradas.

La Tribu quedó agradecida con el colombiano que visitó el país luego de dos años, y que recordó la primera vez que vino en el 2019 y que soñaba con tener un coliseo tan lleno como el de esta ocasión.

“Todo lo que tengo es tuyo”, decía el tema con el que se despidió diciendo: “Muchas gracias Guayaquil, por haber hecho de esta noche nuestro lugar feliz”.

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