Carla Larrea: "Carlos Vera es una caja de sorpresas"
La presentadora quiteña comparte con el comunicador en el espacio 'Vera ¡A su manera!' de TC.
Aunque es quiteña, su acento no es propiamente el de alguien que nació y vive en la capital de la república. A los nueve años, Carla Larrea se inició en la Comunicación. Sus primeros pasos fueron en 'El show de Yuly' (Teleamazonas) y luego estuvo en 'Chiquititos' (Gamavisión). Le fascinaban el canto, el baile y el show, desde muy pequeña.
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Leer más“Era muy inquieta, hiperactiva y me metieron en gimnasia olímpica para tranquilizarme”, cuenta entre risas. Fue una madre adolescente. Tiene dos hijos: Doménica (24) y Miguel (14). Desde hace un año es la compañera de Carlos Vera en el espacio de opinión 'Vera ¡A su manera!', que se emite por TC.
Cuida su imagen. Sin caer en el mal gusto, a veces luce escotes y al cruzar las piernas, deja ver sus largas extremidades.
¿Ser parte del equipo de Carlos Vera fue algo que buscó?
Se dio todo muy rápido. Carlos tenía un espacio con Yolanda Torres y ella se iba de viaje. En el tiempo que la reemplacé, me comentó que tenía un proyecto en un canal y que le gustaría que estuviese con él. Un día me llamó y me dijo que ya me tenía el pasaje, que me esperaba en Guayaquil. Ya ha pasado un año. Sé que firmará un nuevo contrato con TC para continuar. Yo salgo de lunes a jueves. Los viernes regreso a Quito para estar con mis hijos.
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Leer más¿Trabajar con un periodista polémico le ha sacado canas verdes?
(Risas) Es muy exigente en el trabajo. La experiencia ha sido muy buena. Que sea exigente no me complica. Tiene su carácter y no está donde está porque sea una perita en dulce, hay que tener un temple fuerte para un espacio como el que dirige. A veces sí me dan ganas de ahorcarle (risas). Los que conocemos a Carlos sabemos que es buena persona y divertido. Lo admiro, hemos hecho buena dupla. Es una caja de sorpresas.
¿La alumna qué ha aprendido del maestro?
La rapidez, a ser crítica, a tener mi propio pensamiento y a manejar temas diversos. En lo personal, aprendí a estar sola. Es la primera vez que vivo sola porque como fui mamá adolescente siempre estuve con mi bebé o con alguien más.
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Leer másEs decir que le tomó su tiempo acostumbrarse a vivir en esta ciudad...
Las primeras semanas lloraba, no me acostumbraba a estar lejos de la familia. Yo viví un tiempo en Guayaquil cuando estudié la secundaria. Mi hija es guayaquileña. Pero me agarró de nueva. Ahora vivo en un hotel cuando vengo a la ciudad. Al principio venir fue un sufrimiento porque le tenía pavor a los aviones.
No podía sufrir todas las semanas, así que respiraba durante el vuelo, trataba de tranquilizarme, de dormir… Hice como una especie de entrenamiento (risas). Lo he superado.
Pero además de aquello, seguramente sufre por los cambios de clima, la comida…
Siempre he visto a Guayaquil como mi segunda casa, a pesar de que estoy desconectada porque paso trabajando. Además salgo poco por la pandemia y la inseguridad. La mitad de mi familia es guayaquileña, la otra es serrana. El clima caliente no me afecta, me encanta el calor.
Por suerte me adapto a los cambios fácilmente. Al inicio el aire acondicionado me provocó bronquitis porque en estos aparatos hay mucho polvo. En lo referente a la gastronomía, me encanta la comida costeña. Disfruto comer, no saben dónde me entra tanta comida (risas).
Aunque son viajes cortos, ha tenido que permanecer en aviones y aeropuertos, que son sitios donde existe mucho contagio de coronavirus.
Yo no me quito la mascarilla para nada, no la aflojo en ninguna parte. Hasta locuto con doble mascarilla. Casi todo mi equipo se enfermó. Hasta ahora no me he contagiado. Tanto Carlos como yo nos vacunamos.
Por los tiempos que corren y por el tipo de programa, seguramente las amenazas o intimidaciones no han faltado.
Sí se dieron. En tiempo de elecciones se metieron dos personas a mi casa, rompieron las puertas, eran las seis de la mañana, querían que los vea. La policía me dijo que no era un robo, sino un tipo de intimidación y me aconsejaron que me cambie de domicilio. Así lo hice. Me sentí impotente. Fue horrible. Siempre Carlos anda con seguridad. En mis redes sociales no hablo de temas polémicos, prefiero usarlas en positivo.
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Leer másJoven, soltera, profesional... ¿Todavía no llega el hombre de su vida?
Tengo suerte en el trabajo (risas).
Eso quiere decir que no en el amor…
Es complicado con el trajín de vida que llevo, además la prioridad son mis hijos cuando estoy en Quito. Ya llegará, nunca me cierro, espero que sea alguien bueno, generoso y que aporte en mi vida. Una persona mente abierta para que entienda el trabajo, los viajes y mis horarios. No estoy para celos ni gente que reste. ¡Qué pereza! En estos momentos estoy considerando hacer un masterado en Comunicación o en Ingeniería Comercial, esa es mi profesión.
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Leer másUsted cuando viaja lleva varias maletas de ropa. ¿Por qué?
Me encanta la ropa, lo fashion. Cuando viajo lo hago en representación del país, por mi trabajo (ha cubierto los premios Platino del Cine Iberoamericano en México y España para un espacio de cine en Internet, Metrocine) y eso es una responsabilidad por la imagen que debo dar.
Aprovecho para cargar un montón de maletas (risas). Es parte de mi personalidad. Trato de marcar la diferencia con el trabajo, la imagen y el conocimiento. Tengo planes para lanzar una marca de prendas con mi hermana María José que vive en Suiza y la diseñadora Johanna Machado.
Si se abre su armario, ¿qué se puede encontrar?
Depende de la ocasión. En Quito, por el clima, uso más que nada pantalones, aunque yo vivo en Tumbaco. Ahí es más caliente. Cuando estoy en mi casa, me gusta estar relajada, cómoda, pero en reuniones trato de estar bien vestida y combinada.
En la TV le gusta mostrar un poco, ya sea las piernas o lucir escotes.
(Risas) Es parte del show. Mientras un escote sea elegante y se vea bonito, no hay problema. Conseguir ropa para cuatro días es complicado. Una tienda de Quito me viste y con eso vengo a Guayaquil.
El deporte siempre fue parte de su vida, pero bajó las revoluciones.
Yo practicaba no solo gimnasia olímpica, además vóley, deportes de aventura, pero por problemas de salud debí dejarlos. Mi sangre no coagula de la forma habitual y la cicatrización toma más tiempo de lo normal. Tuve tres tromboembolias. Gracias a Dios no se fueron al corazón o al cerebro.
Mi cuerpo genera coágulos. Generalmente es muy riesgoso cuando la mujer queda embarazada, no fue mi caso. Además hace cinco años me detectaron un tumor en el cerebro. No es operable por la zona en la que se encuentra.
Está agarrado a la arteria y nervio óptico. Los médicos no se ponían de acuerdo, me decían que no iba a poder hablar o caminar o iba a ir a terapia intensiva. Un doctor me aconsejó que no permita que me abran.
Así que decidí irme a la clínica Shaio en Colombia para tratar de encapsularlo y que no crezca. Estoy bien. Azúcar no consumo, trato de no beber, aunque me encanta el champán (risas). Llevo una vida normal, a pesar de ciertas limitaciones. A veces veo doble. Evito el estrés, aunque es complicado.