La Ciénega, una hacienda construida como un tributo al amor
Con más de 300 años antigüedad, la hacienda, hoy hotel, es un testamento al pasado nacional
En el siglo 18, durante una tradicional misa limeña, Gregorio Matheu de la Escalera vio por primera vez a María Ana de Aranda y Guzmán, marquesa de Maenza. Fue amor a primera vista, fortalecido por la negativa de la familia de la joven a aceptarlo como pretendiente.
Sin embargo, con el objetivo de desposarla de cualquier manera, Matheu de la Escalera regresó a su Cotopaxi natal para formar una comitiva de cien servidores, para demostrarle su fortuna a la familia de la joven y rescatarla del encierro.
Tras regresar a Ecuador, este convirtió la hacienda que heredó de sus padres, La Ciénega, en una casa digna de una marquesa.
Con este romance como trasfondo se cimentó la historia de la emblemática hacienda latacungueña, hoy un hotel que preserva su insigne pasado colonial.
“En 1980 la hacienda dejó de ser una casa particular para convertirse en hotel, y desde entonces hemos recibido huéspedes de todas partes del mundo que vienen en busca de una conexión con la naturaleza y de un sitio mágico”, explica Isabel Broz, encargada de mercadeo de La Ciénega.
En sus paredes, el inmueble exhibe fotografías de sus ilustres propietarios y visitantes, hasta la más reciente generación que actualmente dirige el establecimiento.
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“Nuestra meta es preservar la historia de La Ciénega, pero con todas las comodidades de la modernidad”, comenta.
De hacienda a hotel
Desde 1695, cuando Matheo de la Escalera y Velasco escogió la llanura de Lasso para levantar los muros de su hacienda con piedra volcánica, La Ciénega se dedicó a la ganadería, produciendo leche y quesos. Esto se mantuvo hasta entrado el siglo veinte, y en el sitio se exhiben los libros de contabilidad de la época, que registraban los litros producidos a diario, el nacimiento de terneros, entre otros.
“Hoy ya no producimos leche pero sí hacemos aun el tradicional queso de La Ciénega con el que preparamos nuestras empanadas y el locro”, señala Broz.
Una ruta fotográfica por el pasado
Además de su carácter histórico, La Ciénega también ofrece en sus muros su legado, que ha incluido a expresidentes del Ecuador, primeras damas, próceres de la independencia, soldados que lucharon junto a Eloy Alfaro y más. Así mismo, se muestran imágenes impresionantes del volcán Cotopaxi, que en días despejados se pueden ver desde los balcones de la hacienda.
“Además de la historia, tenemos una fuerte conexión con lo natural. Estamos a quince minutos del Parque Nacional Cotopaxi, donde se pueden hacer cabalgatas, senderismo y recorridos en bicicleta”, comenta Broz.
Una iglesia emblemática
La iglesia de La Ciénega es uno de los emblemas de la localidad. Esta se destruyó durante el terremoto de 1775, pero sobrevivieron sus puertas de madera talladas con el escudo de la familia que prevalecen hasta el día de hoy. El templo fue reconstruido en el siglo diecinueve y permanece abierto para los visitantes, y sobre todo, para las bodas que ahí se realizan.
Los visitantes ilustres
A lo largo de su extensa historia, la hacienda hospedó a emblemáticos huéspedes, entre ellos Charles Marie de La Condamine, que llegó al país durante la primera Misión Geodésica francesa y a Alexander Von Humboldt, el afamado naturista, cuyo nombre y plaza se puede ver en los exteriores de la suite presidencial.
Adicionalmente, el lugar acogió en varias ocasiones al presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra, cuyas fotos se pueden ver en el lugar.
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