Óscar 2020: estos son los mejores actores
En un año difícil de predecir, cualquiera de los candidatos en esta categoría merecería ganar el Óscar, pero vemos como triunfador a Joaquín Phoenix.
La recta final hacia los premios Óscar ha comenzado. A pocos días de la gala final que tendrá lugar el domingo 9 de febrero en el Dolby Theater de Hollywood, bien vale hacer un análisis sobre los candidatos a las categorías actor principal y secundario y, por qué no, aventurarnos a hacer una predicción.
En los papeles protagónicos están:
LEONARDO DiCAPRIO (Rick Dalton en ÉRASE UNA VEZ EN HOLLYWOOD). Leonardo DiCaprio ha sabido tomar las riendas de su personaje y le ha impuesto su perspicacia. Al comienzo es la estrella de televisión que ve desaparecer su fama, pero luego es el actor que lucha por mantener su posición estelar. La brillantez de su caracterización se debe a que le imprime a Rick Dalton el sello de un actor mediocre para luego, en los momentos de arrepentimiento, sacar el fuego que ostenta. Las secuencias con la niña, tanto en el momento de descanso, como el set de la serie en que interviene, aquilatan su valía. Igualmente demuestra que ha sido engreído y soberbio, desesperado y resignado, pero que es también un amigo sincero… un ser humano que entendió la vida. En otro año hubiera ganado.
ADAM DRIVER (Charlie Barber en HISTORIA DE UN MATRIMONIO). Driver tiene momentos que justifican su nominación: el enfrentamiento con la visitadora social que quiere saber qué clase de hogar tendrá el niño, al entonar las canciones del musical Company, letras que muestran su incertidumbre y, sobre todo, las escenas en las que sale con su hijo para recoger dulces en la noche de Halloween o cuando el paso del tiempo le ha dado resignación y va a pasar la noche con él. Entonces su exmujer se le acerca para entrelazar los cordones de sus zapatos. Con su mirada, Drive muestra los sentimientos del ser humano que tiene esperanzas en el amor, en el matrimonio.
ANTONIO BANDERAS (Salvador Mallo en DOLOR Y GLORIA). Este filme sirve para narrar una serie de reencuentros de Salvador Mallo (Banderas), un director de cine en el ocaso de su vida profesional. Vendrán los recuerdos de su niñez, su primer deseo, su infancia en los años 60. Adulto, ya viviendo en Madrid (años 80), el temprano descubrimiento del cine y del vacío que va cambiando su vida. En entrevistas concedidas por Almodóvar, el director afirma que su largometraje tiene rasgos de una autobiografía y Banderas, en el rol principal, no imita al personaje que le ha tocado interpretar, sino que tiene la habilidad de abrir la caja de esos recuerdos y apoderarse de ellos en una actuación prodigiosa, intimista, profunda. Llega a manejar sus propias emociones para dejar en pantalla un trabajo más que memorable, indudablemente, el mejor de su carrera. Ya ganó el Goya de su país y el domingo estará en Hollywood tratando de llevarse el Óscar.
JOAQUÍN PHOENIX (Arthur Fleck en GUASÓN). Ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y el Globo de Oro en la categoría de mejor actor. Yo lo encuentro demasiado tenso, pero comparado con sus compañeros de justa demuestra que ha tenido la habilidad de esfumarse y convertirse, en cuerpo y alma, en el personaje que le ha tocado interpretar. Phoenix crea su momento al abrir la película: estirando, subiendo, bajando sus labios con las manos, es Guasón, pero también podría representar a las máscaras que algún día simbolizaron (y simbolizan) la comedia, la tragedia griega. El actor genera un Guasón diferente, escalofriante. ¿Cómo olvidar su cartel, el que deja leer: “Perdona mi risa, tengo una lesión cerebral”. Desde ese momento ’el payaso’ cae en un mundo de locura, de tragedia y se convertirá en el asesino que todos llamarán Guasón. Añado: el director Todd Phillips lo humaniza, permite que se le tenga compasión. En justicia, Joaquín Phoenix debe ser el ganador.
JONATHAN PRYCE (Jorge Mario Bergoglio en LOS DOS PAPAS). Jonathan Pryce se convierte en Bergoglio para luego ser Francisco y con su actuación revive a un pontífice del que aún se discute. Y ha sido Netflix la que lo convierte en un ser humano que vive, sueña, sufre, que se opone y acepta su misión, no sin antes dejarnos ver el aro de terror que envuelve las secuencias que tienen como fondo la juventud del futuro papa y su lucha contra los dictadores argentinos de su tiempo. Pese a su logro, no vencerá a Joaquín Phoenix.
La categoría actor de reparto no resulta menos interesante. Si quiere saber más sobre los candidatos, le recomendamos seguir leyendo.
AL PACINO (Jimmy Hoffa en EL IRLANDÉS). Es el actor con menos posibilidades de triunfo. Su interpretación deja mucho que desear. A momentos diluye su concepción histriónica y parece estar representando a dos personajes diferentes: uno iracundo, el otro errático. Además, la expresión de su rostro es invariable y esto desmorona su labor. Peor aún en el momento del finiquito, donde Al Pacino solo muestra cansancio.
JOE PESCI (Russell Bufalino en EL IRLANDÉS). Debería ser el ganador, por su talento, por su retorno a la pantalla, por hacer de su personaje un ser despiadado que se envuelve con la nostalgia. Pesci iba solo en su carrera hacia el Óscar hasta que surgieron Hopkins, Hanks y Pitt, uno de ellos podría arrebatarle el galardón, sobre todo Pitt y su enorme popularidad, al que le une el dictamen de ser “uno de los últimos grandes astros de Hollywood”.
BRAD PITT (Cliff Booth en ÉRASE UNA VEZ... EN HOLLYWOOD). Pitt despierta simpatía con su personaje y esto se debe a la forma en que actúa. Su Cliff Booth es alma libre, excelente compañero, descuidado en su vivir, pero consciente de sus obligaciones. Le da lo mismo ser amigo de un famoso que recordar a un viejo camarada. Su rostro poco maleable es en esta ocasión arcilla y su expresión corporal le permite crear un antihéroe que está cercano a la realidad. La escena que tiene con ‘Bruce Lee’ dibuja su actuación con precisión: seguro de sí mismo, burlón y vencedor de cualquier circunstancia, al extremo que puede ridiculizar a una estrella. Su comportamiento al conquistar mujeres, su presencia en la comunidad hippie que alberga a Charles Manson y su tribu, el momento de hacer cambiar la llanta desinflada muestran a un actor que ha madurado o que se ha remitido al lejano papel que tuvo en Telma & Louise. Podría ser el ganador.
TOM HANKS (Fred Rogers en UN AMIGO EXTRAORDINARIO). Hanks tiene aquí un rol que le cae como anillo al dedo: Fred Rogers (1928-2003), pastor presbiteriano que se convirtió en una de las figuras más valiosas de la televisión estadounidense a través de un programa infantil que permaneció en la minipantalla desde 1968 hasta el 2001. El programa que Rogers conducía, de simple estructura, servía para que los niños de aquellos años entendieran las cosas de la vida en forma agradable, educativa, ayudando -según los padres de la época- a lograr que los niños estuviesen preparados “para convertirse en ciudadanos felices”. Hanks actúa con sinceridad, apegado a la bondad que caracterizó a Rogers. Sin embargo, en la primera parte del filme parece estar inseguro de su caracterización para luego afianzarse y brindar un buen trabajo. ¿Nuevo Óscar? No lo creo.
ANTHONY HOPKINS (Benedicto XVI en LOS DOS PAPAS). Este actor de origen británico, ganador del Óscar por El silencio de los inocentes (1991), se convierte frente a las cámaras en Benedicto XVI. Lo sorprendente es que Hopkins parece no actuar, de ser la reencarnación del papa. Su tranquilidad, paciencia, decisión, su prestancia al diálogo con el futuro Francisco es asombrosa. En un año de menos competencia hubiese sido el ganador. Hoy debe luchar contra Pitt y la esencia de Pesci.