Cobra Kai, mucho más que nostalgia
Cobra Kai es una serie fresca, entretenida y muy disfrutable, pero que no evita los personajes ridículos. A continuación una reseña de esta serie que puedes encontrar en Netflix
Las historias sobre underdogs bien manejadas siempre han caído bien y los 80’s están llenos de ellas: Rocky, Los Goonies, Los Cazafantasmas, Volver al Futuro y por supuesto Karate Kid. Esta última, aderezada con artes marciales, es parte del bagaje audiovisual de mi infancia.
The Boys: No todo lo que brilla vuela
Leer másAquella maravillosa película, que siempre quiero volver a ver, ha revivido 34 años después para mostrarnos que fue de la vida de “los malos” y “los buenos” en la, ahora, serie de Netflix Cobra Kai. Y aunque pudiera parecer que la historia se apalanca en la nostalgia, déjame decirte que no es solo eso: Cobra Kai es mucho, mucho más.
Cobra Kai nos devuelve a California décadas después de los acontecimientos de Karate Kid. Allí descubrimos el camino que Daniel LaRusso y Johnny Lawrence, rivales en la película, han recorrido luego del emocionante torneo que LaRusso ganó con la archiconocida, imitada y parodiada, técnica de La Grulla.
En este punto es importante reconocer que Johnny Lawrence no fue, ni por asomo, protagonista principal en la película. Quienes realmente estaban bajo el foco eran Daniel y, por supuesto, el inolvidable Sr Miyagi. En Cobra Kai, por el contrario, es Johnny quien se nos presenta como el protagonista al contarnos como toda su vida ha intentado sobreponerse, sin éxito, a la humillante derrota en el torneo de Karate de All Valley de 1984. Este pequeño, pero poderoso, argumento es la piedra angular de toda la serie y es manejado con tal inteligencia que abre de manera orgánica aristas muy interesantes y disfrutables.
Cobra Kai consigue entonces lo más improbable: que Daniel LaRusso se nos presente como “el malo” a quien es menester vencer. Y aunque la serie arranca usando este enganche, la realidad es que durante el desarrollo de los episodios el ying y el yang se comienzan a equilibrar hasta el punto de dividirnos en “Team Johnny” o “Team Daniel”.
Series Netflix | Ozark: La corrupción es una bola de nieve
Leer másA partir de aquí, la serie nos presenta a la prole de ambos protagonistas y nos comienza a desarrollar sus historias que son interesantes y entretenidas, pero que al amalgamarlas con flashbacks de la película nos golpean duro en la nostalgia y se proyectan para recrearnos con buenos momentos de drama y acción. Es muy interesante como el equipo detrás de Cobra Kai consigue usar cada detalle de la película original para deshilvanar momentos que desarrollan capítulos enteros de la serie.
Algo que me hizo mucho disfrutar Cobra Kai es como han conseguido con aplomo y atino mantener la esencia que hizo emocionante a Karate Kid. Desde los entrenamientos en el dojo, la banda sonora con rock de los ochenta o los sintetizadores en el score, las coreografías de los combates, la rudeza en el estilo de pelea de Johnny. En fin, todo el universo de la película ochentera es expandido para deleite de los puristas e invita a sumarse a nuevas audiencias por lo emocionante de sus historias. Es más, aún cuando Pat Morita no está ya entre nosotros, su legado como Miyagi palpita intensamente en Daniel, quien ahora debe convertirse en el nuevo Sensei de kimono blanco.
Técnicamente, Cobra Kai no es una serie sobresaliente. No hay, en su dirección o producción, algo innovador. Se ha filmado sin ampulosidades buscando únicamente servir al desarrollo de la historia. Los diálogos se sienten flojos por momentos y hay algunos chistes que sobran. Lamentablemente, algunos personajes que fueron muy malos actuando en la película original lo siguen siendo en la serie. A pesar de esto, el argumento central está bien construido y aquello hace que la serie me mantenga en vilo y deseando ver más.
Cobra Kai es una serie fresca, entretenida y muy disfrutable. Hay personajes que, debo decirlo, sobran o son ridículos. Pero aquello no eclipsa una historia que no terminó en aquella famosa técnica de “la grulla” y que, al parecer, tiene mucho más que contarnos todavía. Mucho más.