Crítica de cine: Alas Blancas, algunas razones para verla
La elegancia poco usal que le imprimen los actores se complementa la fotografía se beneficia de los bellos parajes
Sara Blum (Helen Mirren), artista de renombre y abuela de Julián Albans (Bryce Gheisar), un muchacho problemático y expulsado del colegio por maltratar a un compañero, resuelve aconsejarlo sin reprimendas, solo contándole su odisea, la vivida en el otoño de 1942, cuando los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial ocuparon Francia y persiguieron a los judíos.
Entonces ella era una adolescente (Ariella Glaser) que, con sus padres, codiciaban huir de lo que sería más tarde el Holocausto. Quien la ayudó fue Julien Beaumier (Orlando Schwerdt) un muchacho cojo y maltratado en clase.
Julien era el proyeccionista del cine que tenía la ciudad y el cual termina ocultando a la chiquilla en su casa, gracias en parte a la ayuda de un sacerdote católico (Stuart McQuarrie).
En esas terribles circunstancias, ambos experimentarán el primer amor refugiándose en un mundo de fantasía, mientras los padres del joven, Vivienne (Gillian Anderson) y don Jean-Paul (Jo Stone-Fewings) harán todo para mantenerla a salvo.
Raquel Jaramillo Palacio, popularísima escritora estadounidense de narrativa juvenil y de padres colombianos, proporciona la temática de este filme que escapa del realismo total y lo llena, gracias a su director (Mark Forster), con un “ritmo sin fracturas”, buen relato y tres homenajes indirectos: a los cientos de personas que se jugaron la vida para salvar a los judíos perseguidos por el gobierno de Adolfo Hitler, una oda al cine y al amor juvenil en todas sus manifestaciones, dejando a un lado en esas escenas, al erotismo tan usual en el cine actual.
Los exigentes buscaran huellas de El diario de Ana Frank (1959) y de Cinema Paradiso (1988).
El guion (Mark Bomback) sigue a la novela grafica con relativa exactitud y la música de Thomas Newman exalta las escenas que han sido fotografiadas con excelencia en Praga y puntos vecinos.
Además, está muy bien interpretada, pues son actores que le imprimen elegancia poco usual, especialmente la de Ariella Glaser. La fotografía se beneficia de los bellos parajes que, acentuados por el color, se convierten en lienzos.
La historia tiene sus fallas (muy predecibles, por cierto). Sin embargo, no es impedimento para verla con agrado y acentuar el humanismo que en todo momento se desborda, por ello la historia se siente verdadera.
Las referencias al cine son elocuentes: la linterna que crea las imágenes-sombras que se forjan con las manos, los dibujos que adquieren movimiento con el pasar de las hojas de un libro o cuaderno y ese inolvidable momento de Chaplin.
La falla que le encuentro es que el romanticismo le quita el suspenso que es tan necesario en estos argumentos. Era necesario mantener más secuencias como aquella de los soldados ingresando al colegio en pos de niños judíos, tan bien mostrado en Adiós a los niños (1987) de Louis Malle.
- Calificación: * *¨ * 1/2
Otros estrenos
Contrato para matar. El asesino Charlie Swift tiene un problema: el objetivo al que golpeó perdió la cabeza y no puede demostrar que eliminó al objetivo correcto. Charlie tendrá que pedir ayuda a Marcie Kramer, la ex esposa de la víctima y una mujer con las habilidades necesarias para embarcarse ambos a una odisea impredecible.
Sonríe 2. La estrella del pop mundial Skye Riley está a punto de iniciar una nueva gira mundial cuando empieza a experimentar una serie de sucesos aterradores e inexplicables. Angustiada, Skye tiene que enfrentarse a su oscuro pasado para recuperar el control de su vida antes de que sea demasiado tarde. Secuela del exitoso film de terror.
Un panda en África. Un pequeño panda aventurero viaja desde China a África para rescatar a su amiga dragón que ha sido secuestrada. Después de una peligrosa travesía oceánica, llega a tierras desconocidas donde tendrá que confiar en su ingenio y en algunos nuevos amigos de la selva para regresar a casa.
Stop making sense. Este es uno de los mejores conciertos filmados de la historia. El oscarizado director Jonathan Demme capturó la descomunal energía y el frenesí creativo de Talking Heads, el grupo liderado por David Byrne, en este concierto realizado en 1983 en el Teatro Hollywood Pantages.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!
