Crítica de cine: Ángeles Inesperados, te hace creer en los milagros

El argumento de Ángeles Inesperados:

Louisville, Estados Unidos. En 1994 Sharon Stevens (Hilary Swank), de profesión estilista y con problemas de alcohol, reúne a la comunidad para ayudar económicamente a Ed Schmitt (Alan Ritchson), padre recientemente enviudado que lucha por salvar a Michelle (Emily Mitchell), su hija, de apenas cinco años, quien necesita un trasplante de hígado. La economía de ese hogar está en ruinas: cuentas por pagar, ingresos limitados y las facturas médicas se amontonan. Iniciada la campaña, se solicita la donación del órgano requerido con urgencia. Pero el día más crucial, Louisville es azotada por una gran tormenta de nieve, procedente de la ola de frío que experimenta el país.

La crítica

De hechos realmente acontecidos viene este drama que tocará las fibras del ser humano que la vea y hallará, en la película, una ofrenda hacia las virtudes teologales fe, esperanza y caridad… “Hábitos que Dios infunde (…)” dice la Biblia, pero el filme no intenta dar sermones. Por ello el guion escrito por la actriz Meg Tilly (Agnes de Dios) y Ketty Fremon-Craig alcanza momentos en que el espectador querrá imponer sus manos y abrir sus bolsillos para ayudar a una causa justa, noble. Y como el argumento habla de fallas humanas, es más bien un cántico a la venturanza de hacer el bien. Así Ángeles inesperados se convierte en un fuerte mensaje, sobre todo en esta era que tanto lo necesita.

La zozobra de saber si el transporte aéreo llegará a tiempo está acentuada por la música de Pancho Burgos-Goizueta y el habilísimo montaje que hace contener la respiración. La cinematografía es loable porque el color no distrae, más bien ayuda para justificar el manejo de la iluminación.

Destaca, como era de esperarse, el trabajo de Hilary Swank, empezando por la tonalidad de su voz que recrea perfectamente la de mujeres aguardentosas. Y cuando está frente al grupo que la rodea para el salvataje, esa misma voz se transforma para convertirla en energía batallante a favor de una pequeña vida que, además, sabe cómo dirigirse al acongojado esposo. También lo hace cuando le habla al hijo que se le escapa de las manos.

Alan Richardson cambia la imagen dura que impone a sus actuaciones en películas de acción y muestra su lado esperanzador, el de un padre aterrado por lo que le pueda suceder a su pequeñuela. Emily Mitchell es totalmente creíble.

Jon Gunn, director independiente, consigue trazar un melodrama bien delineado, pese a que acelera su final en demasía, pero eso franquea el carisma y perfecta labor de Hilary Swank. Al mismo tiempo, Gunn desarrolla sus personajes de tal forma que estos acrecientan el interés, lo cual logra unificar la historia y convertirla en regalo de esperanza.

Calificación: ****

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