Crítica de cine: ¿Anora es la mejor película de 2024?
La película está dirigida por el cineasta Sean Baker
Anora es un filme realizado por el estadounidense Sean Baker, quien escribió el guion, lo dirigió y lo editó. En la actualidad, es considerado uno de los mejores directores independientes del siglo XXI. Tan bien va su carrera que ganó, con este largometraje (139 minutos), la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, aspiró a cinco Globos de Oro e ingresará a la nómina que publicará la Academia de Hollywood para su próxima ceremonia del Óscar.
Sin embargo, la película no está dirigida al público usual: héroes de papel y sus etcéteras. Esta va más allá y se exhibe para quienes aprecian el cine intelectual, serio y que abre nuevos surcos. Pero, a momentos, se pasa de la raya: hay un exceso de secuencias eróticas y sexuales, aunque las envuelva con drama, romance y distracciones. Por ello, decididamente no es un filme para menores de 18 años. Está destinado a un espectador adulto, que está al corriente del nuevo cine.
La actuación de los intérpretes es encomiable; todos muestran una capacidad artística que imbuye perfección a sus actuaciones. Lo evidencian en los detalles que imprimen a sus trabajos.
Miren la escena en la que le dan un anillo a la muchacha. Ella no está acostumbrada a ser tratada con sensibilidad, y su rostro lo refleja sin recurrir a excesos. Es, sencillamente, una exposición del alma, pues Mikey Madison sabe ser carismática, dura, hermosa, algo salvaje, divertida, triste, estresada y llena de vibrantes energías.
Sin embargo, cada personaje es también una pesadilla que entretiene porque, de pronto, el espectador se siente algo psicólogo al observar sus actitudes de ficción, que nada tienen de ello, pues todos parecen ser parte de la vida.
Se llega a tener la sensación de que esta fantasía deja de ser una evocación para convertirse en un final perfecto, muy sobriamente ejecutado en un mundo que genera peligro y tensión.
El diálogo es intenso, y el director crea momentos en que la tristeza y la pena afloran con tanta sencillez que se convierten en sinónimo de un modernismo cinematográfico que refleja un séptimo arte en plena evolución.
Antes de cerrar, informo que parte de la historia está basada en el libro escrito en 2018 por Andrea Werhun, titulado Prostituta moderna, pues ella ejerció la profesión más antigua del mundo en su juventud. En esta ocasión, fue asesora durante el rodaje.
Algo más. Filmarla costó seis millones de dólares. En las boleterías ya ha recaudado 30.
El argumento
Anora ‘Ani’ Mikheeva (Mikey Madison) es una stripper que se prostituye. Vive en Brooklyn, en el barrio estadounidense-ruso y su jefe le presenta a Iván Zajárov (Mark Eidelstein), hijo de un oligarca. Igor (Yura Borisov), secuaz contratado para cuidarlo mira esto de reojo. Se supone que el muchacho estudia, pero lo que hace es divertirse y gastar su tiempo en los videojuegos que tiene en la mansión de su ralea. Iván contrata a Ani para encuentros sexuales y la reclama para un viaje a Las Vegas. Pide casarse y lo hacen. Ani deja su trabajo y se muda a la residencia. Cuando la noticia llega a Rusia, Galina (Daria Yekamàsova), madre de Iván ordena a su padrino Toros (Karren Karaguliàn) que busque a la pareja y anule el matrimonio. Ella y su esposo Nikolái (Aleksèi Serebriakov) volarán a Nueva York.
Calificación: ****1/2
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