Crítica de cine: Un completo desconocido, ¿se siente la esencia de Bob Dylan?

Bob Dylan (Timothée Chalamet) tiene 19 años y llega a Nueva York con una mochila a la espalda, una guitarra destartalada en la mano y un cigarrillo colgado en el labio inferior. Pero este es un día especial. El joven del ceño fruncido está queriendo hallar al artista folk Woody Guthrie (Scoot McNairy), para decirle lo importante que ha sido para él.

Penosamente, Guthrie está en un centro psiquiátrico localizado en Nueva Jersey. Finalmente lo encuentra en un estado lamentable. Yace derrotado, humillado. Peter Seeger (Edward Norton), su último amigo, lo acompaña. Bob le afirma que fue él quien inspiró una de sus canciones. Seeger, también folclorista, pide que la toque. Dylan coge su guitarra y con su voz ronca y nasal habla de luchas y dolores. Guthrie está conmovido y Seeger resuelve ayudar al desaliñado cantante. Le prestan un sofá para que duerma.

La historia ha comenzado e ingresan a ella sus pasiones: Sylvie Russo (Elle Fanning), en la vida real Suze Rotolo (activista de los derechos civiles) y la reina de la canción protesta, Joan Báez (Monica Barbaro). También Johnny Cash (Boyd Holbrook), quien bebe alcohol en demasía… La historia generará controversia por una arbitrariedad: ha incluido una guitarra eléctrica a su música.

La crítica de 'Un completo desconocido'

El largometraje alucina por capturar el instante en que las melodías de Bob Dylan tenían y tienen su valor, período en que ellas asumían su importancia, que movían sapiencia y, al igual que Dylan, se imponían en forma desconcertante… “como si fuesen piedras que rodasen frente al viento” (nombre aplicado a una de sus canciones). 

Muchas de ellas están incorporadas en las 2h 21 minutos que impone su narrativa. Sobresale Highway 61 revisited. Aquí una estrofa para quienes no conozcan el hecho: “Dios dijo a Abraham: ‘Mátame a un hijo’/Abraham dijo: ‘Tío, debes de estar de broma’/Dios dijo: ‘Haz lo que quieras Abe/pero sino la próxima vez que me veas/más te vale que salgas corriendo’./Abraham dijo: ‘¿Dónde quieres que sea esa muerte?’/Dios dijo: ‘Fuera, en autopista 61’”.

“Estas letras eran denuncias sociales, políticas, filosóficas y literarias que creaban nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense” afirma un crítico de aquel país. Y al ver la cinta se comprende a perfección. No en vano le dieron a Dylan el Premio Nobel de Literatura en el 2016. También destaca, en Un completo desconocido, la detallada visión de un Nueva York sesentero con sus músicos pasando el sombrero en bares enraizados en viejos edificios, en su vestuario, cinematografía, en su colorido, hasta en los movimientos de sus personajes. 

Y ya que se mencionan, los traslado a sus actuaciones: Chalamet debería llevarse el Óscar, demuestra aquí su extraordinaria valía: aprendió a tocar guitarra, la armónica y tomó lecciones de canto. Él entona las canciones que germinan en la película, no ha necesitado playbacks. A ello debo agregar que su trabajo demuestra lo bien que estudió al personaje que interpreta: enigmático, lleno de misterio, pero como si estuviese dispuesto a dejar que el público vea que lo que cuenta en su labor es esa búsqueda que Dylan impregnó en su alma y que su biografía plasma.

Edward Norton, candidato ya al Óscar secundario es un buen contendor. Actúa con tal precisión, que deja el sentir de que alguien debería filmar una biopic sobre su personaje y que este sea actuado por el mismo histrión. Monica Barbaro hipnotiza cuando, dentro del argumento, está en un escenario y carismática desde el momento en que lo abandona. Su nominación al Óscar es valedera.

La dirección y el guion vienen bajo el nombre del talentoso James Mangold, que hizo ganar el Óscar 2005 a Reese Witherspoon con su película Johnny y June: pasión y locura (para España, En la cuerda floja). Ahora, en esta ocasión, dirige Un completo desconocido con vibrante riqueza para mostrar cuatro años de existencia vivida por Dylan, sin desmitificar su proceso creativo, y dirige con brillantez al grupo actoral.

Enfoca con precisión la música y deja que el espectador se recree, más aun si aquel cinéfilo vivió su adolescencia en la década de los 60. Algo más. La carretera 61 tiene 2.300 kilómetros. Comienza en Luisiana y termina en Minnesota, ocho estados en total. La llaman también Ruta del Blues, en referencia a ese género musical.

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