Crítica de cine: ¿Por qué Nosferatu 2024 redefine el terror clásico?
Descubre cómo Robert Eggers transforma Nosferatu 2024 en una experiencia de terror visual y emocional única
Robert Eggers, uno de los más prestigiosos directores del cine de terror que enarbola el siglo XXI, tiene por hábito romper moldes y crear filmes que escriban sus propias reglas. Él no requiere portazos, apariciones inesperadas, ruidos melodramáticos ni música espeluznante; nada de eso. Para Eggers, lo que importa es hacer de sus películas verdaderas pesadillas visuales y psicológicas, donde el espectador sienta el miedo que podría experimentar quien se adentra en un cementerio por la noche. Un ejemplo es el momento en que Thomas Hutter entra en un salón del castillo y ve a Nosferatu murmurando al pie del fuego, envuelto en cirios abrasadores; entonces, la visión que llega al cerebro es la de haber ingresado al infierno. Esto sucede porque la toma precedente utiliza tonos azulados y, al abrir la puerta, se encuentra con el rojo del averno. La desazón envuelve incluso al más sereno. Otra secuencia destacada: el navío llega al muelle, y miles de ratas desembarcan e invaden calles y aceras mientras los habitantes se estrechan, como si ese gesto pudiera alejar la peste que traen.
Nosferatu: Intenta revivir el miedo por los vampiros
Leer másLas escenas de sexo están marcadas por violencia; turban, pero no incomodan, porque Eggers les imprime un lirismo de sacrificio por amor que no oculta las pasiones que se liberan. Es en esos momentos que la cinematografía, la iluminación y el montaje se ajustan de manera tan precisa a la música creada por Robin Carolan que se siente una atmósfera inquietante, “casi telepática”, afirma la crítica europea. Además, permite al melómano percibir la influencia folclórica en esas armonías, evocando las imaginadas por Béla Bartók (1881-1945), compositor, pianista e investigador musical húngaro.
Tanto el maquillaje como el vestuario son más que acertados, especialmente el aplicado a Skarsgård, ya que jamás recurrieron a efectos digitales, sino a lo imaginativo. Por ello vemos a un Nosferatu viscoso, huesudo, con venas emergiendo en la flacidez de la piel que cubre su cuerpo; más que un vampiro, parece una figura fantasmal y asquerosa. Para generar estas imágenes, el director de fotografía y el iluminador optaron por presentarlas ensombrecidas con tonos pálidos azulados, evocando la sobriedad artística del blanco y negro.
La actuación de Lilly-Rose Depp (hija de Johnny Depp) es digna de destacar, especialmente por esa mirada que asombra; más que tensión o amor, crea la sensación de ver a un ser humano al borde de un precipicio. Skarsgård, según la publicidad, bajó el tono de su voz para infundir a su personaje una maldad total, aprendida de un profesor de ópera contratado para el filme. Mención aparte merece Willem Dafoe, quien jamás ha realizado una mala película. Cada vez que aparece, el filme parece cobrar nueva vida, y juntos se apoderan del largometraje, llenándolo de acción, inteligencia, sentido común y verismo.
El guion, basado en la primera versión de Nosferatu (1922), sigue de cerca el original y mantiene la fría maldad del clásico del cine mudo alemán, en el apogeo de su expresionismo. También supera la presentación del filme realizado en 1979 bajo la dirección de Werner Herzog, con Klaus Kinski como protagonista.
Les recomiendo verla, aunque para muchos haga falta el viejo sistema de construcción del terror, como los portazos; este no es el caso. Nosferatu 2024 va más allá, hacia el terror psicológico, enfriando la sangre del espectador que ignora los pasos siguientes y divaga sobre la fuente de todo: el Drácula escrito por Bram Stoker, publicado en 1897 y filmado en 1931 con Bela Lugosi. Sin embargo, la verdad es que F. W. Murnau, director de la versión de 1922, tomó la obra y, para no pagar derechos de autor, la transformó en Nosferatu. Para distanciarla aún más del Drácula original, cambió los nombres de los personajes.
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Leer másEL ARGUMENTO
Wisburg, Alemania, 1838. Thomas Hutter (Nicholas Hoult) y su esposa Ellen (Lilly-Rose Depp), recién casados, viven felices. Hutter trabaja para Herr Knock (Simon McBurney), un agente inmobiliario que lo envía a Transilvania para cerrar la venta de una propiedad solicitada por el conde Orlock (Bill Skarsgård). Ellen se resiste, pero él la deja con su amiga Anna Harding (Emma Corrin) y su cónyuge Friedrich (Aaron Taylor-Johnson). Tras un complicado viaje lleno de escalofriantes experiencias, es recibido en su castillo por el conde.
Mientras cena, accidentalmente se corta el pulgar y sangra. Su anfitrión lo observa fijamente, lo droga y se alimenta de su sangre. Cautivo, Hutter logra huir, no sin antes descubrir que Orlock es Nosferatu. Este último llegará a Wisburg en un navío apestado, lleno de ratas que saltarán al muelle e invadirán todos los hogares. La aparición del profesor Albin Eberhart Von Frank (Willem Dafoe) marcará una lucha entre el bien y el mal.
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