2022, gran año en el arte callejero local
María Fernanda López, investigadora y catedrática, hace un balance de la expresión artística y urbana en Guayaquil
Es irreverente e inquieta. Propositiva y muy acuciosa. Es lo que cree que debe ser. Más, si se entiende que desde hace mucho -como otros tantos en el país- se ha propuesto llevar una bandera en alto. La del arte urbano. “Pues el arte de la calle -que es así como me gusta llamarlo- es eso. Irreverente, ilegal y anónimo”, dice. Se llama María Fernanda López Jaramillo (Quito, 1978). Es licenciada en Jurisprudencia por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, pero tiene también un doctorado en Teoría y Creación de la Cultura, por la Universidad de las Américas en Puebla (México).
Un camino trazado por el arte urbano
Leer más“No puedo negar que el 2022 fue un gran año para el arte callejero”, dice Mafo López, como le gusta que la llamen. Sin embargo, no todo fue tan bueno como ella hubiese querido. De partida, considera que el arte de la calle debería estar en un mejor lugar. “Se organizó una muestra importante como ‘La Escuela de Guayaquil’, y este tipo de expresión artística no tuvo representantes.
La muestra a la que se refiere es ‘Escuela de pintura de Guayaquil, 100 años de arte en el puerto’, que exhibe 400 obras y reúne a 200 artistas en tres museos de la ciudad.
Entre las cosas buenas, esta catedrática de la Universidad de las Artes, curadora e investigadora, nombra a ‘Cartografías del Encierro’, que durante más de un mes reunió a 43 artistas, nacionales e internacionales, en una muestra en el Museo de Antropología y Arte Contemporáneo (MAAC). En octubre, durante siete días, las paredes del pasaje Illingworth fueron intervenidas por las alumnas Ailyn Wong, Melanie Padilla y Melissa de la A, y las artistas Maldita Carmen (México), Ilowasky Ganchala y Raymundo Valdez (Ecuador). La Espol lanzó la primera revista científica indexada: Ñawi, dedicada a las artes y al diseño.
Sin embargo, Mafo López siente que a Guayaquil aún le falta para el arte de la calle, como sucede en otras ciudades. Un museo, una muestra permanente en una gran sala. “Guayaquil tiene una larga historia. Es más, tiene hasta un tipo de escritura que podría ser un patrimonio, que es el chapeteo o la letra pandillera guayaca. Una escritura orgánica y endémica desde los 90”.
Arte urbano nacional: El traspaso de las fronteras
Leer másPor lo pronto, inquieta como es, esta investigadora, que junto a Said Dokins y Carmen Rosette diseñaron el primer diplomado de Arte Urbano para la Facultad de Artes y Diseño, de la UNAM (México), se ha propuesto que este año pueda colocar en escena el producto de una investigación de 10 años, denominada ‘Siempre efímeros, nunca sin memoria’. “Es una retrospectiva del arte urbano ecuatoriano de los últimos 30 años. Una gran muestra de seis meses, con representantes de todo el país. Hemos hecho el planteamiento para que se desarrolle en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito. Reunirá al menos de 100 a 150 expositores, de todas las regiones y de varias generaciones de artistas de la calle”.
Pino Supay, en Guayaquil
Del otro lado del teléfono, la voz que se escucha se percibe algo esquiva. Tal vez tímida. “Lo siento, lo que pasa es que no me da eso de las entrevistas”. Se trata de Pino Supay (Baños de Agua Santa, Tungurahua). “Lo que soy, está en mis obras”, alega.
Precisamente, en Guayaquil, por estos días y desde diciembre pasado, Pino Supay -quién es, y lo que hace-, aparece dispuesto en “40 exploraciones bidimensionales, intervención directa, arte objeto, rezos varios y una pulida selección de obra gráfica”, como dice el boletín de presentación de su muestra en la Alianza Francesa de Guayaquil.
Una muestra que contó con la curaduría de la investigadora María Fernanda López Jaramillo y que se titula: ‘Santa Fiera: Pertenecemos al mismo credo, la calle, la piel y los gatos’. Es la primera vez que este artista, vinculado con la línea del arte urbano y el dibujo contemporáneo, exhibe sus obras en Guayaquil. Pero ha expuesto en EE. UU., México, Argentina, Chile...