Ahondar en lo que no se habla
Juan Pablo Castro Lanza 'Misuko: los niños del agua'. La desgarradora novela ganó el premio Aurelio Espinosa Pólit
“Si la vida es un canto, un instante de luz, la muerte que nos ha sido dada, en los segundos previos, es también luz, el reverso de la luz”, reflexiona una de las voces femeninas de ‘Mizuko: los niños del agua’, obra más reciente del escritor cuencano, residente en Quito, Juan Pablo Castro Rodas.
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Leer másEl libro, que se narra a través de una serie de viñetas, ganó el Premio Aurelio Espinosa Pólit 2022, y fue publicado recientemente por EdiPuce, sello de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). ‘Mizuko’ versa sobre las maternidades y paternidades perdidas, ahondando en un tema que rara vez se ha tocado sin moralinas innecesarias y dramatismos telenovelescos en la literatura nacional: el aborto.
Para el autor, el trayecto hacia esta historia empezó con ‘El acontecimiento’, obra de la Nobel de Literatura Annie Ernaux, donde esta narra su propio aborto en la Francia de 1963, cuando el procedimiento era ilegal.
“El disparador fue el libro de Ernaux, porque mientras lo leía iba recordando historias que conocía, mías y cercanas. Conforme avanzaba, cada vez pensaba más en ellas, hasta que finalmente empecé a escribirlas”, recordó. El confinamiento fue la época perfecta para escribir, pues frente al encierro, pudo hacerlo a diario, terminar la novela en apenas cuatro meses. Lo que tenía claro, desde el inicio, es que la obra no tendría postura alguna, no militaría por ninguna causa.
“Algo que me impresionó de la novela de Ernaux, es que tenía una puesta en escena honesta, una literatura transparente, que no condenaba, no juzgaba, no emitía consignas a favor del feminismo, sino que entendía que el cuerpo y que la relación de una mujer con su aborto era una circunstancia que se podía exponer literariamente”, señaló.
Y esta es la base estructural de la obra, pues en ella, las voces femeninas hablan sin discursos, sin posturas. Narran con sinceridad y sin remilgos, sus sentimientos durante sus breves embarazos, y su posterior relación con las consecuencias que generó la decisión que tomaron. Así como cada mujer es un mundo, cada personaje de esta obra tiene su propia interpretación de su pasado.
Hay quienes sienten culpa u odio, quienes tienen nostalgia de lo que no fue y quienes asumen la decisión como un acto liberador. La construcción de estos personajes, verosímiles y profundos, viene de mujeres de carne y hueso; amigas, familiares y exparejas del autor.
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Leer más“Cuando empecé a escribir, estaba en una conquista estilística, que luego descarté, porque lo que debía tener prioridad eran las voces de las mujeres que me habitaban: mi madre, mi abuela, mi hermana, amigas muy cercanas, y exparejas que fueron muy transparentes. Quería ser consecuente con ellas, con los relatos que alguna vez me confiaron, y que yo tomé como punto de partida para esta historia”, dijo.
¿Tuvo temor de enfrentarse a las respuestas que este ejercicio pudiera generar? Asegura que no. “Creo que nunca he tenido solvencia o prepotencia frente a lo que escribo, pero siento que mi búsqueda de la honestidad a través de la estética, ha hecho que me sienta cómodo desdoblándome para contar esta historia”, afirmó
Pero, además de la profundidad de sus personajes, la obra tiene otras fortalezas. La construcción de un lenguaje poético que surge desde el dolor, más no desde la revictimización, es grata y refrescante, como lo es la exploración de las dinámicas de pareja.
Cuando empecé a escribir, estaba en una conquista estilística, que luego descarté, porque lo que debía tener prioridad eran las voces de las mujeres que me habitaban: mi madre, mi abuela, mi hermana, amigas muy cercanas, y exparejas que fueron muy transparentes (...) tomé como punto de partida para esta historia
‘Mizuko’ permite al lector acercarse a realidades silenciadas, desde una mirada que conmueve.