Los ataúdes tomaron la posta en la ‘capital del mueble’
En Atahualpa se dedicaron a la elaboración de cofres mortuorios ante la creciente demanda z Comercializaron los muebles por redes sociales
Ante la falta de clientes para comercializar sus manualidades, por la nula presencia del turismo que habitualmente llegaba en busca de muebles, los artesanos de Atahualpa, aprovechando la crisis sanitaria, decidieron incursionar en la elaboración de ataúdes, muy requeridos por las funerarias de Guayaquil y Santa Elena, especialmente en los meses de marzo, abril y mayo.
El sector artesanal afrontó la pandemia sin clientes. Sin embargo, la producción no se detuvo y el gobierno parroquial activó una campaña para ofertar los muebles que tenían a través de las redes sociales.
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Leer másVisitaron cada uno de los talleres para tomar fotos de buena calidad y definición, con el objetivo de subirlas a Facebook, desde donde ha sido posible realizar ‘enganches’ para la venta de los enseres. Se obtuvieron los respectivos salvoconductos que les permitieron movilizarse para hacer las entregas en Guayaquil. Esto los salvó de caer en el caos económico, según manifiestan en la ‘capital del mueble’.
Quienes elaboraban cofres mortuorios fueron los que acapararon la mayoría de pedidos. “Los únicos visitantes que veíamos por las calles del poblado venían a comprar las cajas”, comentó el artesano Cristóbal Figueroa.
Según el también artesano Jesús Orrala, la demanda de las funerarias creció tanto que decidieron elaborar sarcófagos a precios cómodos.
Tanto los artesanos como los comuneros que no tienen negocios recibieron kits de alimentos durante los tiempos de confinamiento, por parte de instituciones como la Iglesia católica de Guayaquil y otras. Según Cristhian Soriano, presidente de la comuna Atahualpa, una de las alternativas para solventar la alimentación en la parroquia fue activar una panadería comunitaria, donde habitantes que tenían ahorros donaron los materiales para elaborar pan. Se distribuyeron fundas con este producto de primera necesidad a las familias durante todo el estado de emergencia sanitaria. De esa forma lograron sostenerse.
“Hemos contado con el apoyo de toda la localidad, ya que se abrieron brigadas médicas que realizaban un control diario. Lo hacían en moto. Esto permitió que la parroquia Atahualpa sea una de las menos afectadas por la pandemia. Durante la cuarentena, apenas 37 personas fallecieron, aunque no exclusivamente de COVID, sino por otras causas como vejez o enfermedades catastróficas”, aseguró Soriano.
Una población huancavilca
Desde mediados del siglo pasado, los pobladores adoptaron la rama artesanal como medio de vida. Su habilidad y el aprendizaje de técnicas contemporáneas los convirtieron en excelentes fabricantes de muebles para el hogar. Cuando empezaron a trabajar con madera, elaboraban baldes para camionetas, carretas y cajas de muertos; esos fueron los primeros trabajos. Ahora se esculpen y fabrican gran variedad de artesanías. Los comuneros son descendientes de ancestros huancavilcas, que se dedicaban a la agricultura y ganadería. Los designios de la naturaleza, debido a una prolongada sequía que duró décadas, los obligaron a salir de ‘campo adentro’. En su búsqueda llegaron al lugar donde hoy se asienta Atahualpa.