Pasar de villana a noble heroína en ‘El tiempo de las moscas’
En esta novela, Claudia Piñeiro retoma su primer relato, quince años tras las repercusiones del crimen
La carta, escondida en el maletín, tenía estampada un beso en lápiz de labio y estaba firmada con una enigmática firma: ‘Tuya’.
Así fue cómo Inés Pereyra se enteró de que su marido le era infiel. Pero, fiel al mandato marital cristiano, decidió mantener el status quo, incluso en medio de un hecho sangriento.
Al menos hasta el día en que descubrió que la misteriosa ‘Tuya’ no era la única amante de su marido. Era una de tantas.
Enceguecida por la rabia, armó un plan: culpar a su marido por la muerte de la amante. Esta es la trama de ‘Tuya’, primera novela de Claudia Piñeiro, publicada en 2005.
La obra se popularizó años después de que esta alcanzara la fama con ‘Las viudas de los jueves’. Sin embargo, la autora indica que la novela continuó rondándola, especialmente en los últimos años, con el auge del feminismo argentino.
“Yo nunca había hecho una saga, si pensaba que alguno podía continuar era Betibú con su equipo de investigadores pero no Inés. Y después, en la pandemia, empezó a rondar el tema de... “cuánto tiempo hace que Inés está en la cárcel?”. Bueno, hace 15 años que está este personaje encerrado. ¿Qué pasa si Inés sale de la cárcel?”, dijo.
El rol del machismo tenía que estar encarnado en una mujer y no en un hombre, porque si no, siempre caemos en el enfrentamiento de las mujeres con los varones y en realidad se trata de mujeres enfrentadas contra un sistema patriarcal.
Fue así que decidió retomar la historia en ‘El tiempo de las moscas’, novela recientemente publicada bajo el sello Alfaguara, y en el que reaparece Inés Pereyra, quince años después de dejar la cárcel.
El libro inicia con la salida de Inés de la cárcel.
“El bolso que carga no llega a pesarle en el hombro. Regaló la mayoría de las pocas cosas que tenía. Siente que está a punto de nacer por tercera vez: la primera, cuando la parió su madre; la segunda, cuando mató a Charo o Tuya; la tercera, en cuanto se abra la puerta y esté libre”, narra la novela en sus primeras hojas.
Inés sale a un mundo nuevo pero no sale sola: pronto estará con ella una amiga, la Manca, con quien montará una empresa que se llamará MMM: Moscas, mujeres y muerte. La Manca será detective e Inés, fumigadora. En el libro aparece también Lali, la que en Tuya era la hija adolescente de Inés. Estaba embarazada pero ella no se dio cuenta, solo tenía ojos para los desplantes de Ernesto, su marido.
Y justo ese es un punto de tensión, pues la historia no solo acontecía con la liberación de Inés, sino con los cambios que consiguió encerrada.
“Pensé qué interesante que era traer ese personaje pero modificado. Una mujer que era absolutamente machista y que tenía instalado el rol de ser mujer de aquella época, que decía cosas que podían causar gracia en ese momento y que ya no sé si hoy causan gracia, ¿cómo sería traerla al presente? Ella tenía que haber tenido alguna modificación después de haber estado 15 años en la cárcel. Y, además, saliendo a un mundo que había pateado el tablero desde el punto de vista de las mujeres y el feminismo”, reflexionó.
La trama se acelera cuando Inés recibe una propuesta extraña de una clienta de su negocio de fumigación: muchos dólares a cambio de venderle un veneno que solo pueden comprar los profesionales. Le dice que es para un marido infiel pero no parece cierto. ¿La clienta va a involucrar a Inés en un crimen? ¿Contra quién? Esa plata que necesita para salvar una vida ¿le va a arruinar la de ella?
Pero, como es habitual en las novelas de esta autora, nada es lo que parece. Así lo afirma.
“Las personas tienen blancos y negros, tienen grises. No escribo el típico personaje que es muy claramente un psicópata. Mis personajes son personas cotidianas que pueden hacer cosas impensables, como nosotros”.
