Las Conceptas, religiosas con 423 años de historia en Cuenca
Son las inventoras del agua de pítimas, una infusión tradicional de los azuayos. Desde 1922 las monjas comercializan sus ‘bebidas secretas’
El agua de pítimas, jarabe de rábano, gelatina de pichón y algunos dulces como las quesadillas son parte de la historia que marca el aporte cultural de las madres Conceptas a la capital azuaya. Las aguas son infusiones curativas y artesanales que por cerca de 320 años fueron parte del consumo interno de las religiosas, por las condiciones de claustro en el que vivían como parte de la devoción a Dios.
El agua de pítimas es un invento de las monjas. Es un preparado de pétalos de rosas y claveles; valeriana, hierbaluisa, cedrón y otras hierbas. Tiene propiedades tónicas, diaforéticas (contra la sudoración excesiva), febrífugas y calmantes. De muy rico sabor.
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Leer másLa gelatina de pichón es hecha a base de carne de res y pichón (palomas tiernas) es utilizada como un suplemento alimenticio, especialmente para niños y personas de la tercera edad. También es calificado como muy bueno para la anemia.
Esas tareas cotidianas de las ‘Secretas’, como las define el extinto escritor Octavio Sarmiento, por su condición de enclaustradas, fueron dirigidas desde hace 100 años al beneficio de la salud de los cuencanos, ya que desde 1922, las madres decidieron comercializar los productos para conseguir recursos económicos para su supervivencia. Hace ya un siglo desde que la población se nutre con las aguas medicinales, cuyo costo es de cincuenta centavos de dólar.
El nombre de pítimas al agua de un color rojizo proviene del término popular “poco o piti”, señala don Panchito encargado de la comercialización del agua en un local junto a la iglesia del Carmen de la Asunción, cerca a la Plazoleta de la Flores. Se elabora en un alambique para aprovechar la esencia de las plantas y no contiene ningún otro endulzante, precisa el hombre, al destacar la experiencia de las religiosas que desde hace 423 años cultivaban plantas medicinales y flores en sus jardines interiores del convento, situado en la manzana que comprenden las calles Hermano Miguel, Juan Jaramillo, Antonio Borrero y Presidente Córdova.
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Leer másUn lugar que se volvió museo
El convento fue fundado el 13 de junio de 1599 en una vivienda que en esa época fue la casa más grande de la ciudad. En la actualidad son 25 las religiosas que ahí se alojan. Parte del edificio, en 1986, se convirtió en un museo. Hay salas donde se recrea la vida diaria de las religiosas, como las celdas donde dormían, la cocina, las ollas grandes y los productos que utilizaban del huerto. En el patio central existe una diversidad de matas como chamburo, chirimoya, entre otras variedades. En el primer piso también se conservan los nichos donde antes las madres eran enterradas. En la segunda planta se exhibe la juguetería que son verdaderas joyas y que se conservan impecables, y que eran de propiedad de las monjas que llevaban al convento. Existen muchas muñecas elaboradas en celuloide, vajillas, venados, vacas, entre otras figuras. Entre la gran riqueza del museo también están obras religiosas, cristos, vírgenes, ángeles y una serie de nacimientos y retablos, que se caracterizan por ser obras únicas.