Cultura

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Los autores han aprovechado la época de la pandemia para crear nuevos textos.Adrián Peñaherrera

Dos poetas entre la política y los versos

Cristina Reyes y Ramón Sonnenholzner hablan sobre la escritura, el amor, el erotismo y la creación en medio del ojo público. 

Estado, ayuda social y literatura. Para los poetas Cristina Reyes y Ramón Sonnenholzner, la vida transcurre entre tres escenarios.

Ella, asambleísta por el Partido Social Cristiano, directora de la fundación Destino y Libertad y autora de tres poemarios, se ampara en la lectura y la escritura para desfogar sus impresiones sobre el amor, la patria y la identidad. Él, radiocomunicador, empresario y gestor cultural, encuentra en la poesía un espacio para la reflexión sobre el yo y el futuro.

“Soy una poeta itinerante”, explica Reyes. Sus versos y sus obras, la última que fue publicada en 2018, responden a su mundo más íntimo y no representan para ella un apuro. “No tengo una carrera literaria como tal, no diría eso. Soy una poeta que aparece y desaparece. Me toma tiempo escribir, y no procuro buscarme espacios para publicar. Probablemente pasen muchos años antes de mi próximo libro”, subrayó. Aun así, en los últimos meses ha escrito algunos textos y se ha sumergido en las novelas de Margaret Atwood y Michel Houellebecq.

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Sonnenholzner, en cambio, produce a diario a manera de oficio y en los últimos meses ha desarrollado contenido digital para dar nueva vida a sus versos. “He pasado esta época entre libros. Recientemente lancé el programa virtual 'Entre mis libros y yo', y próximamente saldrá 'Entre cuentos y entre cuentos', enfocado en los microcuentos, que he ido creado y que hasta ahora permanecían inéditos”, comentó.

Este prefiere no hablar de política, aunque su hijo recientemente dejó la vicepresidencia y se perfila para candidato para los comicios de 2021. Al respecto solo señala que hace “filosofía política con una intención: que lleguemos, como sociedad, a punto en que valoremos las ideas de los otros sin descalificarlas. Tiene que haber una condición social de deber. Soy un romántico constructivista, no uno lírico. Acepto las críticas, y creo que es la mejor receta para salir ileso del juego de la política”.

En cambio, no tiene problemas en hablar sobre el amor y el erotismo, parte fundamental de sus obras. Agrega que estos versos surgen de la mujer, pero sin enfocarse exclusivamente en su belleza. “La poesía erótica para mi es un significante de lo sensual. Las mujeres son seres especiales, brillantes e inalcanzables”, dijo.

La obras que ahondan en la sensualidad abarca todos los aspectos del idioma, entre ellos los más costumbristas, como sucede con estos versos, que constan entre sus creaciones más recientes: “Soy el poeta de la hamaca/ que sobrevuela las riberas del río Daule/ buscando tabaco y una montuvia/ para tallar sobre ella/ mis sueños./ Soy el poeta del río Daule/ que desde una hamaca confirma que el amor en el monte/ se hace con amorfino y con el propio garabato/ para que la dama / se amance”.

Reyes también escribe sobre amor y futuro, pero comentó entre risas, que ha perdido el idealismo que tenían sus primeros versos. “Hace poco releí mis primeros poemas, y redescubrí a esa niña, ingenua, que le faltaba mundo y heridas. Me sorprende lo mucho que sufría, sin haber experimentado nunca el amor o el sexo. Pero sí creo que conservo ciertos rasgos de esa chica romántica que ansiaba encontrar a su alma gemela”.

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Entre los textos escritos a los que aborda esta temática esta el emotivo 'Ballotage', que arranca con los siguientes versos: “Si tu me eligieras. / Si yo te eligiera /¿Cómo sería mi vida a tu lado? /Dos mundos. /Dos tentaciones ¿Cómo fusionarían su legado? /¿Cómo me amarías desnuda, con alma rota a cuestas?/ ¿Y yo cómo besaría tus manos?/ Esas sonatas antiguas que inventas /Esos ojos tristes sin amparo”.

Aun así, reitera que su futuro próximo no está en la literatura, sino en la política, a la que define como una carrera de resistencia. “En un mundo ideal me dedicaría por completo a escribir, a leer, a ir a ferias literarias. Y quizás lo haré cuando esté mayor. Pero por ahora estoy completamente dedicada a mi trabajo. Siento que tengo un compromiso en empoderar a las mujeres, que en el ámbito político es una carrera llena de cumbres complejas a las que hay que llegar”.

Sonnenholzner, en cambio, no se halla lejos de la escritura y de la gestión cultural. Este último aspecto se ha vuelto una preocupación constante, pues no sabe si el La Garza Roja, centro cultural en Nobol que es sede de cuatro museos y numerosas actividades artísticas sobreviva hasta fin de año. “Es una situación que me entristece, sobre todo porque estamos en un mercado en el que monetarizar el arte y garantizar su supervivencia es difícil. Sin embargo, como soy montuvio, soy fiel creyente en que hay que esperar 'la palizada'. Es decir, esperar a que baje la inundación a ver qué nos queda”.