En galería se exhiben lugares extintos de Guayaquil y pugnas geopolíticas

Una perspectiva profunda en aspectos sociales e históricos de la sociedad contemporánea. Tayron Luna García, artista visual y dueño de la obra ‘Adversativo’, parte de cierta sujeción de imágenes que se superponen e interactúan críticamente desembocando en el acto de la mirada; aquella que en el fondo devela el desencanto que lo hace monumental.

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Luna García opera como autor y productor que toma recursos prediseñados para mostrar el "empalagamiento sistemático" que la información y las imágenes producen en el mundo en la actualidad. Desde la antropología visual se lo conoce como el resultado de una construcción histórico-cultural de la mirada, es decir, del acto político del ver, que se fragua en el marco de una sedimentación de significados iconológicos (a veces contrapuesta como el adversativo mismo). 

“Esta sedimentación, que nos es otra cosa que las capas de sentido que constituyen parte de nuestro acervo identitario, y en síntesis de nuestra memoria visual, articula desde cierta poética de arqueología visual mi obra en la medida en que las imágenes surgen desde una suerte de congelamiento estructural”, explica Luna. 

Pretérito y su mirada a lugares extintos de Guayaquil

Por su parte, la muestra ‘Pretérito’, del artista Javier Gavilanes, reflexiona una suerte de situación vaporosa que los humanos intentan atrapar en la cápsula de las imágenes y en varios tipos de dispositivos. Así también, El decorado no solo enriquece desde el punto de vista estético los lugares de convivencia, sino que los particulariza y en la mayoría de los casos muestran señales de una presumible autoría tanto individual como comunitaria.

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“La idea que estos decorados representa en la aparición cierto inventario personal que, en el contexto de Ecuador, fraguan una identidad específica. Ocurre, por lo tanto, que estos elementos de estructuración cultural se dan más allá de nuestro impulso natural de salvaguarda, y se articulan como elementos idóneos para la comprensión de nuestros rituales sociales en el ambiente de nuestras maneras sociales de ser”, comenta Gavilanes. 

El decorado reinicia estos elementos en un orden jerárquico que les asigna una valorización, lo mismo pasa con el pedestal, porque, en definitiva, lo que hacen los decorados, los arabescos y distintos dispositivos de aditamento es un acto de pedestalización simbólica.

Este proceso evidencia en una cantidad de obras de Javier Gavilanes una manera de enfrentar las dimensiones de la temporalidad, esa que sobrepasa y que al final de cuentas señala el enfrentamiento con la incertidumbre. 

“Desde el lenguaje visual se presenta la interacción sensible entre dos prácticas institucionalizadas en el campo de la expresión plástica, el dibujo y la pintura para restituir sus respectivas jerarquías en el transcurso de un diálogo sensible”, alega Gavilanes. La obra emprende suerte de arqueología extrañada que revela inquietudes en torno a los procesos de constitución de su paisaje urbano, a través de una articulación poética de una serie de detalles y destellos del recuerdo

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