Un hacedor de silbatos ancestrales y rituales
El azuayo Adolfo Idrovo montó un taller para recrear los instrumentos
En apenas ocho segundos y dos intentos, Avriel, una turista francesa, replicó el sonido de un pájaro a través de un silbato hecho en bambú, instrumento musical ancestral. La mujer estaba acompañada de su amiga de viaje, también de Francia, Coralie, y juntas se maravillaron de los chiflos que en distintas formas las elabora el musicólogo y artesano cuencano Adolfo Idrovo.
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El hombre, de contextura delgada, piel color canela, alto de estatura y de 71 años de edad, lleva más de medio siglo haciendo los pitos en bambú y en arcilla, utensilios melodiosos que eran utilizados en ceremoniales y rituales ancestrales inmemoriales; y, que, hasta hace unos 60 años sirvieron de juguetes para los niños.
Tienen las formas de pájaros, gallos, perros, gatos o simplemente tubular, que al soplar a través de un orificio técnicamente constituido, se puede replicar el trino de las aves, sonidos de animales, del viento, el agua o el lloro de los guaguas.
- VARIEDADES. Hay tres tipos de silbatos ‘hornito-morfo’, con figuras de canarios, palomas, jilgueros o pájaros con dos orificios y una de resonancia oval. Emiten sonidos similares a las figuras que representan. Son figuras de animales como perros, gatos, venados y otros, mientras que en la tercera clasificación se hallan los antropomorfos, que son figuras de dioses, gobernantes, campesinos y mujeres tocando instrumentos.
Son fáciles de utilizarlos, dice Idrovo, explicando que son elementos con los que se puede crear melodías trifónicas, es decir solo tres notas, permitiendo que quien las usa pueda formar sus propias sinfonías con una armonía cercana a la madre naturaleza.
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Hay quienes utilizan estos elementos musicales para la cura del estrés, terapias de ayuda a las personas para poner en orden sus sentimientos, dentro de la rama de la musicoterapia.
En la antigüedad, fueron instrumentos musicales de viento pertenecientes a las culturas Tuza y Tumaco-La Tolita II, localizados al sur de Colombia y al norte de Ecuador, antes del arribo de los españoles, según Adolfo Idrovo.
Estos objetos comenzaron a desaparecer para ser parte de museos arqueológicos como recuerdos del pasado, dice el músico y artesano, al precisar que fue esa situación la que hizo que, con un poco de ingenio, habilidad, destreza y conocimiento de música, dedique su tiempo a la elaboración de los instrumentos y así evitar que desaparezcan completamente para así recuperar y mantener las tradiciones culturales dejadas por los ancestros.
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Para la elaboración de los pitos se requiere paciencia.
Se diseña primero, en barro o el bambú, la figura con su superficie cóncava, que será la cámara de aire del silbato.
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Leer másSe hace luego un orificio por donde va a entrar el aire para conseguir el sonido, puede tener uno o más orificios, uno para el ingreso del aire y los restantes para dar sonidos agudos o graves tapando con los dedos, tal como lo hizo Avriel, ante la mirada de su amiga Coralie.
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Para el investigador y musicólogo Carlos Sánchez, los pitos son instrumentos de origen islámico y otros posteriores, cristianos. Fue la cultura indígena mesoamericana, entre los años 300-600 d. C. quienes utilizaron los silbatos de figuras huecas. De ellas se han hallado miles en túmulos funerarios, reseña el investigador.
El historiador precisa que el oficio de hacer y usar esos instrumentos se centró en Mesoamérica, territorio de la mitad del sur del actual México, Guatemala, El Salvador, Belice y el oeste de Honduras y Nicaragua. En algunos casos también se incluye Costa Rica, luego pasó al sur de Colombia y Norte de Ecuador.