Los indígenas pisotean la chacra como parte del proceso de cultivo del maíz
En un ritual conmemoran la fiesta del Rey de Reyes en la parroquia Licán, en Chimborazo.
El deshierbe o hallmay killa y la tomina son rituales poco conocidos, ligados a la fiesta del Rey de Reyes, en Licán.
En esta parroquia rural del cantón Riobamba la celebración que se realiza del 5 al 8 de enero, amalgama tradiciones y lugares sagrados con la fe católica. En esta época, los pueblos ancestrales festejaban el Kapak Raymi o Markan Tayta (Fiesta de Florecimiento y Sabiduría) por el crecimiento del maíz y en agradecimiento a las autoridades y guías espirituales a través de rituales.
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Leer másPrecisamente dentro de estos festejos se puede observar el sincretismo de la autoridad con tradiciones andinas en personajes como el Rey Ángel, el Rey Viejo, el Rey Herodes, el Rey Mozo, el Rey Negro, el Embajador y los vasallos.
Por ejemplo, el Rey Herodes con sus vasallos (los únicos con rostro negro, el resto son rosados), el gringo, la esposa del gringo y sus danzantes acuden al churo de Licán, situado en lo alto de la montaña que tiene la parroquia.
Allí existe una edificación con la forma que indica su nombre; al llegar a la cima, la chicha es mezclada con otra variedad de licores y brindada por los vasallos a todos los asistentes en una concha de mar en forma de churo, mientras danzan y disfrutan de la música de una banda de pueblo.
“Una vez pasado el día propio del Rey de Reyes, en el cerro Cuhcud, los negros realizan esta mezcla tradicional, que simboliza la mezcla de culturas que se ha dado durante la historia; es un punto sagrado, inclusive Pedro Vicente Maldonado lo visitó junto con la Misión Geodésica”, indicó Diego León, presidente de la Junta Parroquial de Licán.
De ahí se dirigen al deshierbe de un terreno sembrado de maíz. Antes se realiza un ritual que consiste en pisotear con los caballos el filo de la chacra; la tradición dice que donde pisotearon lo que siembren crecerá con fuerza.
Mientras tanto, el Rey Viejo junto con sus vasallos espera en la casa del prioste, ubicada en otro barrio de Licán, y luego de un enfrentamiento de loas con el embajador salen en procesión danzando con sus obreros y una comparsa de curiquingues hasta la parcela; una vez allí rodean al terreno y los vasallos se reparten los wachos (porciones o parcelas) y comienzan a retirar todas las malas hierbas que impiden un buen crecimiento del maíz, bajo la atenta mirada del rey y del gringo.
En ese momento las fruteras, mujeres que participaron en el Pase del Niño con canastas de frutas preparan un come y bebe, bebida que se hace con fruta picada y su jugo.
Una vez terminado, al son de la banda de pueblo ingresan los curiquingues a danzar en el terreno trabajado. “Todo es para festejar al Divino Niño, lo hacemos por fe, hoy la gente llega y trabajamos, deshierbamos un terreno del prioste para que el Niñito brinde una cosecha abundante en retribución a todo lo que ha hecho el prioste”, indicó Paúl Ocaña, vasallo del Rey Viejo.
Una vez terminado este ritual, la gringa (esposa del gringo, que vendría a ser el capataz del rey) brinda chocolate hecho en leña con un pan a todos los asistentes. El Rey Negro, que viene del barrio Tapi no deshierba, pero brinda a los asistentes chocolates en los machetes de sus vasallos.
Festejan en la casa del prioste.- Una vez concluido el deshierbe, la procesión retorna hasta la vivienda del prioste, donde luego de una comida comunitaria se dará paso a la tomina, un vocablo kichwa que quiere decir “te doy desde el corazón”. Para esta ceremonia se reúnen todos los vasallos, floristas, veladoras y fruteras que acompañaron al prioste y le entregan en una bandeja una retribución económica como un reconocimiento a su esfuerzo y dedicación para estas fiestas.