Indígenas practican rituales de purificación para recibir el carnaval
Con agua de vertiente y fuego limpiaron las malas energías. La ceremonia se realizó con los personajes de la festividad.
La tradicional vestimenta puruhá fue entregada a Carlos Amboya y Nelly Romero, designados Yaya Carnaval y Mama Shalva 2020 de Chimborazo respectivamente, en un ritual ancestral en el sagrado poggio de Tayta Andrés, en la parroquia San Juan Calera, en Chimborazo; este 20 de febrero de 2020.
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Leer másApenas salían los primeros rayos del sol, cuando los yachaks Tayta Manuel Pomaquero y Mama Valeriana Anahuarqui trazaron una curicancha con pétalos de rosa; en el norte formaron un espiral, en su centro fue colocada la mamita Yaku (agua) adornada con flores y frutas, y al sur el nina (fuego sagrado), con el que se bendijeron la vestimenta.
“Estamos en época de florecimiento, el Sisay Pacha Raymi. Esta ceremonia que hacían nuestros ancestros tiene forma de espiral porque representa la vida, que es continua siempre. Morimos, pero queda nuestra sabiduría en hijos”, indicó la yachak.
Luego de saludar y conectarse con los espíritus en los cuatro puntos cardinales al sonido de la kipa, los presentes realizaron un pedido con la quema de la hoja de tabaco.
“Es el hermano tabaco que, a través de nuestros pedidos, nos hermana a todos”, añadió. Acto seguido, los personajes elegidos fueron conducidos al baño ritual de purificación. Primero sus cuerpos fueron limpiados con ortiga, luego bañados con el agua de la vertiente y luego con pétalos de flores blancas y amarillas.
“Ahora sí va a florecer el carnaval”, dijo una comunera de San Juan que presenciaba el rito. Luego, tras ser bendecidas en el fuego, las prendas fueron entregadas a las parejas de cada personaje para que les ayudaran a vestirse. Camisa bordada, pantalón blanco, poncho rojo, bufanda blanca, zamarro de piel de llama, alpargatas blancas, un rondín y un tambor fueron separados para el Yaya.
Y para la Mama Shalva: camisón bordado con varios colores, anaco negro, fajas chumbi y kawiña, faja para el wango (pelo recogido y fajado), bayeta morada con tupo de metal, washcas rojas y la shigra tejida en cabuya con la macana colgando en su espalda y en la cual las mujeres puruhaes cargan la tonga y a los guaguas.
Posteriormente, tras una oración recibieron los bastones de apoyo, maderos adornados con cintas de color verde para el Yaya y de color azul para la Mama, que representan la guía y apoyo para su labor para presidir la fiesta del Sisa Pacha Raymi o carnaval, como se le conoce luego del sincretismo con la cultura occidental.
Luego se procedió a bendecir la comida: en bateas de madera se colocó fritada, mote tostado, tortillas y fruta. Y como manda la ritualidad, estas fueron enterradas en un agujero como ofrenda a la Pachamama. El rito terminó con bailes alrededor de la curicancha, al son de tambores, quenas, kipas y guitarras.
Contrapuntos y alegría.- Un grupo de coplistas de Riobamba también entonó los típicos contrapuntos del carnaval en honor a la Mama Shalva. “Esta es una entrega por el advenimiento del nuevo tiempo, la comunidad andina se preparaba para recibir el equinoccio y hay respuesta de la naturaleza”, explicó Tayta Pomaquero. “Nos reunimos hoy para ofrecer el respeto a los elementos, pero sobre todo a honrar la memoria a los mayores, porque ellos generaron el rito y la conexión con la Tierra”, añadió Mama Valeriana.