El museo estrella de Túnez, 651 días de cierre
Enfrenta una clausura desde que en 2021 el presidente Kais Saied se hiciera con plenos poderes y suspendiese el Parlamento
El Museo Nacional del Bardo, estrella del patrimonio tunecino, ha sufrido en los últimos años un atentado terrorista, la crisis del sector turístico, las restricciones de la pandemia y un cierre “excepcional” desde que en julio de 2021 el presidente Kais Saied se hiciera con plenos poderes y suspendiese el Parlamento, edificio emblemático con el que comparte recinto.
Este palacio háfsida del siglo XIX, cuyo nombre proviene de la palabra española “prado”, acoge una de las colecciones más grandes y antiguas de mosaicos romanos. Hoy, a la sombra por “razones de seguridad” y custodiado por un tanque del Ejército, es víctima colateral del cerrojazo político.
Desde que el Parlamento retomara su actividad el pasado 13 de marzo, la sociedad civil reclama con insistencia su reapertura, que alimenta uno de los principales motores económicos del país, el turismo, del que dependen 400.000 empleos directos e indirectos y representa el 14 % del PIB.
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Leer másPara llamar la atención de las autoridades, que mantienen el voto de silencio, la campaña ‘Contra el olvido’ comparte cada día en las redes una fotografía de las diferentes piezas expuestas -que abarcan desde la prehistoria hasta los períodos fenicio, púnico, númida, romano, cristiano y árabe-islámico, a modo de visita virtual.
El fresco del poeta romano Virgilio escribiendo La Eneida rodeado de sus musas o el de Ulises atado al mástil de su barco para escapar al canto hipnótico de las sirenas tras sobrevivir a la guerra de Troya, son algunas de las joyas de este museo, con 138 años de historia y considerado el segundo más grande del continente tras el de El Cairo.
“Entiendo que había que tomar medidas durante el periodo de transición pero el país va bien, estamos en tiempos de paz y no se entiende por qué esta institución de prestigio continúa cerrada”, defiende el instigador de la iniciativa, Habib Ben Younes, el que fuera su conservador durante una década, que cuenta con amargura los días de su clausura: un total de 651.
En sus mejores tiempos, el Bardo recibía hasta un millón de visitantes anuales y hasta su cierre, explica este director de museos y monumentos jubilado, no solo cubría los gastos propios sino que contribuía al presupuesto estatal destinado a la gestión del patrimonio.
Pero Ben Younes va más allá y propone una separación física entre el museo y el Parlamento, que cuenta con otras dos puertas secundarias, para evitar que la situación se reproduzca en caso de nuevas turbulencias políticas.
“La Asamblea es un lugar de soberanía política y hay que otorgar también la soberanía a la cultura, dejarla fuera del conflicto. Pertenece a todos los tunecinos, es única e indivisible”, sostiene.
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Leer másEl 18 de marzo de 2015 el Bardo sufrió uno de los peores ataques yihadistas de la historia del país- reivindicado por el Estado Islámico- que se cobró la vida de 20 personas, dos de ellas españolas, y 45 heridos.
A los pocos días, volvió a reabrir dejando al descubierto las marcas de esta tragedia, que revelan los orificios de bala y explosivos en sus cristaleras y paredes.
“Esto demuestra hasta qué punto el Bardo es un símbolo nacional pero incluso después de sufrir un incendio en la década de los ochenta el museo abrió al día siguiente. Es como un ser vivo, en constante movimiento”, presume el especialista.
- Una campaña que aboga por
Para concienciar a la ciudadanía, el conocido fotógrafo Hamideddine Bouali lanzó meses antes otra campaña conocida como ‘Bardo extramuros’ en la que, a través de fotomontajes, traslada sus grandes obras a lugares comunes de la ciudad, entre los puestos de pescado del mercado municipal o las pancartas publicitarias a pie de calle. “Fue mi primera excursión cuando tenía diez años y cuando me incorporé al club de fotografía a los veinte fue mi primer tema de trabajo. Desde entonces regresaba cada mes para tomar nuevas imágenes. Es más que un museo. Conozco a personas que jamás han puesto un pie en el Bardo pero alardean de él, es una de las pocas cosas que logran el consenso de todos los tunecinos”, relata este sexagenario. A la espera de una fecha oficial, los amantes del arte tratan de profetizar sobre su inminente regreso, “quizás el próximo 9 de abril, por el Día Internacional de los Monumentos y Sitios”, conjetura Bouali.