Cultura

Natalia Litvinova
Natalia Litvinova es escritora y editora dedicada al campo de la poesía y de la traducción. Publicó su primer poemario, ‘Esteparia’, en 2010 .Cortesía

Natalia Litvinova desentierra su pasado familiar en su última novela

En ‘Luciérnaga’, la escritora bielorrusa radicada en Argentina explora la historia de las mujeres de familia

En 2014, un día mientras conversaba en casa con su madre, Natalia Litvinova, escritora argentina nacida en Bielorrusia, se enteró que su abuela, Catalina, había sido secuestrada durante la Segunda Guerra Mundial. “Yo en ese momento ya tenía 30 años y la miré y le dije: ¿Cómo me entero ahora de esto? Ella me contestó que era porque le dolía mucho hablar del pasado. Y yo le respondí: “Pero yo soy la nieta de mi abuela y yo sí quiero hablar de esto, aunque vos no quieras”, pero como se negaba, le dije: “¿Y si me lo escribes?”

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Así, en base a estos relatos de su madre, escritos en ruso en un cuaderno de colegio, surgió la idea tras ‘Luciérnaga’, primera novela de la hasta ahora poeta, que obtuvo recientemente el Premio Lumen de Novela.

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La obra ofrece al lector una serie de historias terribles y luminosas: su infancia junto al perímetro denominado “zona de exclusión de Chernóbil”, donde la tierra estaba contaminada, el horror de las secuelas de la radiación en los pueblos cercanos, el ya mencionado secuestro de su abuela Catalina, obligada a trabajos forzados en Alemania y considerada una traidora a su regreso de la Unión Soviética, el desplome del implacable imperio, la dureza de la vida diaria, la falta de información, y el traslado de la familia a Argentina.

¿Cuándo empezó a tomar forma el libro? 

El libro tomó una década en escribirse, y la oportunidad llegó durante su retorno a la casa materna, tras una ruptura de pareja. “Me sentía tan vulnerable que no se me una ocurrió mejor idea que empezar a cavar más en la tristeza. Sentí que era la oportunidad, si iba a convivir con mi mamá, teníamos que hacer esto juntas”, señala.

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La obra es narrada en base a conversaciones con su madre, llevadas a cabo en la cocina familiar, y los diálogos figuran fuertemente en el libro. Para la autora, esta técnica surgió como homenaje a la Nobel de Literatura Svetlana Aleksiévich, autora de ‘La guerra no tiene rostro de mujer’ y ‘Voces de Chérnobil’.

Hablar de la infancia es hablar de la nostalgia. Creo que los escritores, los adultos, tenemos la imaginación de los niños, y este libro está construido sobre la mirada de la infancia, de mi infancia.


Natalia Litvinova

Escritora

”Siempre tuve claro que no buscaba hacer una novela tradicional, que mi madre, la cocina y el cuaderno eran el sitio de arranque y que tenía que trabajar muy bien los diálogos para que no perdieran esa oralidad. Es como un agradecimiento a todo lo que nos abrió Svetlana Aleksiévich: escuchar a otros y mostrar la voz de la gente común”, indica.

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Pero no todo es horror y dolor. El título de la novela viene justo de la búsqueda de los puntos luminosos en medio de ese pasado, y en ella la autor también narra el amor familiar, la resiliencia y la adaptación a la patria latinoamericana que acogió a la familia.

BIOGRAFÍA DEL AUTOR Nació en 1986. Es escritora y editora dedicada al campo de la poesía y de la traducción. Publicó su primer poemario, ‘Esteparia’, en 2010 y ha publicado una decena de obras desde entonces entre ellos ‘Rocío animal’, ‘Balbuceo’ y ‘Todo ajeno’. Fue ganadora del Premio estímulo de la Fundación Argentina para la Poesía en 2017.

A mi madre, en un momento de gran desesperación, se le ocurrió que teníamos que irnos. Todas sus amigas se estaban yendo, estaban emigrando, y había una gran crisis económica, una devaluación total del dinero. Recuerdo que mi madre siempre me decía que el dinero que habían ahorrado para comprar otro departamento en esa época sirvió solo para comprar un salchichón. Ella no sabía dónde irse y consultó a la Ouija y ahí le salió Argentina”, señala.

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En la novela, Litvinova cuenta las vicisitudes de instalarse en un país cuyo idioma desconocían y de las dificultades de migrar. Pero a través de esa mirada, también suaviza el aterrizaje con la mirada de asombro de quien conoce el mundo.

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Hablar de la infancia es hablar de la nostalgia. Creo que los escritores, los adultos, tenemos la imaginación de los niños. Este libro está construido con esa mirada y también con cierta alegría, incluso en medio del dolor. Si no hay humor, no nos queda nada”, afirma.

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