La OSG apuesta por sus músicos en una velada de solistas
El concertino de la orquesta, Iván Fabre, se lanza con un repertorio clásico y apasionado
Los talentos se lucen. En una noche de música que organiza la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG) para resaltar el talento de sus músicos. El evento denominado ‘Solistas OSG’ se desarrollará el 30 de agosto, a las 19:00, en el Teatro Centro Cívico.
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Leer másEste evento gratuito será la oportunidad idónea para presenciar la participación del concertino de la orquesta, Iván Fabre, como solista. El maestro Íñigo Pírfano será el director de esta velada, que contará con más de 70 músicos en escena. ‘Solistas OSG’ abarca una serie de conciertos donde destacan las habilidades de la orquesta, cada uno de ello como solistas en el escenario.
El repertorio de la noche incluirá dos grandes obras: el Poema del compositor francés Ernest Chausson, una obra emotiva que captura la esencia del romanticismo en la música, y la Sinfonía Nro. 5 de Piotr Ilich Tchaikovsky llena de energía. Dentro de esta velada se despedirá al maestro Jorge Layana, quien se jubila tras 33 años de servicio.
¿Cuál es el repertorio de la OSG?
El Poema del compositor francés Ernest Chausson: Pocas razones tuvo en vida Chausson para estar triste. Sin embargo, buena parte de su música rezuma una innegable melancolía. El Poema para violín no escapa a ello, durante sus 17 minutos de bella nostalgia, o spleen, para ocupar la palabra que Baudelaire inventó por esos años. Compuesta entre abril y junio de 1896, la obra tuvo su estreno público el 27 de diciembre de ese año, con la participación como solista del
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Leer másSinfonía Nro. 5 de Piotr Ilich Tchaikovsky: El compositor se acercó al género sinfónico con maestría. Junto a los ballets y conciertos, sus seis sinfonías constituyen un episodio central en su repertorio. En ellas se debate, según Plantinga, entre exigencias de tradición formalista y su predilección por un programa expresivo y emocional de acontecimientos, a modo de auténtico “drama sin palabras”
En la primavera de 1888, tras una de sus giras europeas más importantes, en la que conoció a Brahms y a Grieg y escuchó una sinfonía del joven R. Strauss (que calificó de insincera y antinatural), el compositor decide apartarse del “mundanal ruido”.
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