El Pase del Niño une a las familias
Con diversas visitas a sectores y establecimientos desarrollan la procesión en Cuenca, en Ecuador.
Vestido de gala, entre cánticos y rezos, la imagen del Niño Viajero es llevada ante los priostes e instituciones públicas como preludio a la gran fiesta del 24 de diciembre.
“Es la máxima manifestación de fe y religiosidad con la que desde 1962 se identifican los cuencanos en cada Navidad”, reseña el cronista de Cuenca Eliécer Cárdenas.
Las visitas comenzaron por la Gobernación, Alcaldía, Cuerpo de Bomberos, Policía y Ejército, y culminarán el 22 de diciembre en el mercado Diez de Agosto, donde le preparan un altar. Ahí, en la noche del 23 de diciembre, las vivanderas brindarán una serenata musical en honor al Niño, porque ellas son las priostes principales de la fiesta.
A las 08:30 del 24 de diciembre se oficiará una misa campal en la Plazoleta de las Flores, con la imagen que data de 1.823 y se halla bajo la custodia de las Madres Carmelitas. Luego de la misa se iniciará la procesión por la calle Simón Bolívar desde San Sebastián hasta el parque central Abdón Calderón. En el recorrido participarán algo más de ciento diez mil devotos. Como lo han hecho durante los 57 años de la tradición religiosa, para caminar junto a la imagen del Niño se disfrazarán.
Son principalmente los niños y adolescentes quienes, usando atuendos y trajes similares a los personajes bíblicos y antiguos pobladores del incario y de la colonia, rinden homenaje al Niño Dios.
Un pan de Pascua, un vaso de chicha de jora y una funda de caramelos son los obsequios al final del recorrido.
El pan de pascua con nuevos perfumes
Leer másEl Pase del Niño Viajero se realiza como producto de la unificación de pequeñas procesiones que realizaban desde la época de la colonia hasta los años 50 y 60.
En aquella década, monseñor Miguel Cordero Crespo, obispo de Cuenca, hizo un recorrido por Roma y Tierra Santa, llevando la imagen del Niño. En su viaje, el religioso tuvo la oportunidad de colocar la efigie en el sitio donde se recuerda nació Jesús. A su llegada a Cuenca fue recibido por unos devotos, quienes al ver la imagen exclamaron: “Llegó el Niño Viajero”. Desde entonces con esa efigie se unifica el pase que se mantiene hasta hoy y a la representación se la sigue llamando el Niño Viajero.
Según un estudio antropológico Manuel Agustín Landívar, publicado en la revista Antropológica de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Azuay, en el siglo XVI, hubo procesiones pequeñas. Eran grupos familiares que, luego de una misa en honor al Niño Jesús, recorrían junto a la imagen distancias pequeñas con infantes vestidos de pastores y ángeles. Los pequeños lanzaban pétalos de rosas y una banda de música iba el final del grupo.
En la actualidad, la unión de familias, barrios y parroquias la han convertido en una procesión grande y única: es el “Pase del Niño Viajero”, según precisó Cárdenas.