Todo lo inhumanamente posible, la poesía de Diego Rojas que ensucia hasta los huesos
El poeta y promotor cultural Diego Rojas Arias ha reunido una muestra antológica de su obra, mientras alista un nuevo libro
“El poema no es más que un mugroso préstamo del olvido”. La frase, así, arrancada de la poesía reunida de Diego Rojas Arias (Pasaje, 1986), muta en prosa y pierde el ritmo del verso para convertirse en definición. Al poeta romántico Percy Bysshe Shelley, en cambio, se le atribuye haber escrito que la poesía es una espada de luz que quema la vaina que la contiene.
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Leer másEn la antología ‘Todo lo inhumanamente posible’ (Del Volcán Ediciones, 2023) de Rojas Arias, no hay relámpagos que toquen espadas. Aunque sí hay quemas, extinciones, olvidos. “Nunca me he preocupado en hacer una poesía armónica, ni preciosista”, dice el autor, que trabaja con la oralidad, la jerga callejera. “Todo lo escribo desde lo autobiográfico, lo vivencial, experiencias propias y de personas cercanas a mí”.
Los sentidos que despierta son los de ambientes que “se revuelcan en la ruina, la decadencia y la escatología”, ha comentado el poeta Juan Romero Vinueza (Quito, 1994). Con una salvedad: “por momentos, le otorgan un sitial benevolente a la ternura, la melancolía y la contemplación”.
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Y hay más fuentes. Lecturas varias, pintura y dibujo, aficiones de Rojas Arias. Él hace un distingo entre la música y la literatura, casi oponiéndolas, pero como extremos que se tocan y se permean. Del grupo español de punk rock Eskorbuto recogió como epígrafe un fragmento de la letra de la canción ‘¿Paz? ¡Primero la guerra!’. Para los poemas ‘Demasiados enemigos’ y ‘Polvareda’ se basó en el disco homónimo y en la canción ‘La sangre, los polvos, los muertos’, respectivamente.
Diego Rojas Arias, poeta
También tiene un poema inédito, ‘Enemigo público’, que bebe de esa rebeldía y se publicará en un libro titulado ‘Tan lejos de todo pero tan cerca de nada’, en 2025. “No sé si, con su mensaje de rebeldía contra todo, ellos fueron conscientes de que estaban encaminados en un existencialismo a lo (Jean Paul) Sartre o (Albert) Camus”, dice el poeta sobre Eskorbuto, que perdió a dos de sus tres integrantes originales en la vorágine de las adicciones del siglo XX.
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“Se trata de cantarle al verdadero sinsentido; no tomarse en serio nada, la vida es fugaz y hay que hacer lo que te haga sentir bien sin importar los comentarios de los demás”, sostiene. Como anticipo de su próximo libro, en el poema ‘Ratas, ratones y poetas’ (parodia de un clásico filme ecuatoriano), Rojas Arias escribió: “... mi padre insistía siempre en que la poesía / viene a ser lo mismo que un loco desesperado / que en un acto de autocompasión / se corta las pelotas y se las tira / al primer perro sarnoso y vagabundo / que se le cruza en el camino...”.
La paradójica tradición
Del poemario ‘Con todos los diablos encima’ (2017), la antología editada por Carlos Vallejo, recoge 16 poemas. Uno de ellos, el que inicia con el verso “los poemas son cárceles de tinta”, lleva la huella del poeta mantense Pedro Gil en el epígrafe.
Gil y Rojas Arias se conocieron en Guayaquil, hace una década. La fascinación por esa “forma cruda y directa, sin tapujos ni tantos ornamentos” se había tornado en influencia para el segundo. “Escribir buena poesía en este país se trata de no ahuevarse”, le dijo el mantense en una de sus primeras conversaciones. Aunque ha cambiado su vena lírica, siempre lo recuerda.
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En el cantón Pasaje de las Nieves (El Oro), el atractivo turístico de los balnearios es lo que marca a sus visitantes. De ahí fueron el escritor Lauro Dávila Echeverría, autor de la letra del pasillo ‘Guayaquil de mis amores’, y el profesor y poeta modernista Alejandro Campoverde Andrade, cuya obra se publicó en diarios locales. Rojas Arias, que es autodidacta, quiere compilar esos poemas en un libro.
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