En Quevedo, los vendedores de objetos religiosos le ponen fe a los amuletos y las estampitas
Las pulseras de chaquira roja con semillas de cabalonga son las más pedidas. Los clientes buscan también rosarios, velas y escapularios
Rosa Aguirre va a ser madre por segunda ocasión y en su mano derecha lleva una pulsera roja de chaquira que compró afuera de la iglesia San José, en Quevedo (Los Ríos). Está convencida de que así ella y su bebé estarán protegidos de cualquier tipo de enfermedad y malas energías.
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Leer másDesde que era niña, Aguirre ha usado este tipo de amuletos y es una tradición que espera transmitir a sus hijos, dice.
En los exteriores del templo, hay decenas de estas populares pulseras a las que se les agrega una semilla conocida como la cabalonga. Los vendedores aseguran que juntas hacen la fusión perfecta para que a los niños no se les pegue el mal de ojo que, según una creencia popular supersticiosa extendida en muchas civilizaciones, consiste en la capacidad de una persona de producir daño solo con mirar.
Un negocio en auge
El negocio en días de pandemia del coronavirus ha aumentado, pues mucha gente busca la manera de cuidarse, sea con amuletos o con objetos religiosos, cuentan los vendedores.
Jesús Oña, quien tiene 35 años trabajando con estampitas de santos, rosarios, velas de colores y algunos amuletos, ha puesto toda su fe en las ventas. Después de haber estado en casa por más de un mes, regresó a trabajar porque sus ahorros se agotaron. Lleva con él más de 100 objetos que, asegura, son de apoyo para los creyentes en tiempos de preocupaciones por la emergencia sanitaria.
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Leer másEn los puestos ubicados fuera de la iglesia hay opciones para todos los gustos. Están, por ejemplo, los rosarios amarillos y azules, que son representativos para los hinchas de Barcelona y Emelec que, en época de partidos, se venden como “pan caliente”.
“Los hinchas siempre buscan rosarios de sus equipos preferidos, se sienten protegidos y algunos los utilizan como un amuleto”, dice Oña.
Gustos y colores
Hay en todos los colores, pues están quienes prefieren alguno en especial porque aseveran que en sus matices se esconde un poder adicional de protección.
En otra esquina de la iglesia se encuentra Juan Manuel Chugchilán, quien es oriundo de Cotopaxi y lleva 49 años trabajando en el negocio de los escapularios.
En su caso, al igual que el de su compañero, los objetos más vendidos son las chaquiras con la cabalonga, pues dice que la tradición de los padres de proteger a sus hijos se mantiene.
Las personas se acercan a consultar sobre lo que ofrecen y sus beneficios. Sienten que con estas pulseras rojas de chaquira, con un rosario o con un escapulario, lograrán que lo malo se aleje. Eso sí, dicen, eso no significa que dejen de cuidar su salud como ahora con el uso de mascarillas.