Recogía los restos de vasijas que luego aprendió a imitar

Sentado en un rincón de su pequeño taller en donde elabora réplicas de figuras en barro, Juan Esteban Orrala Domínguez, de 80 años, recuerda los días en que acompañó al arqueólogo Emilio Estrada Icaza en su recorrido por terrenos baldíos, allá por 1954 y 1957, en la comuna Valdivia, de donde él es nativo. Orrala Domínguez apenas era un adolescente cuando arribó a este lugar el investigador guayaquileño, quien llegó acompañado por dos arqueólogos norteamericanos y un alemán. Los estudios de Estrada Icaza, publicados en 1956, fueron claves para el descubrimiento de la milenaria cultura Valdivia.

El octogenario se siente orgulloso de haber sido parte del equipo que conformó Emilio Estrada. “Cuando llegó don Emilio Estrada, yo me acerqué para mostrarle unos fragmentos de piezas de barro que encontramos en la finca de mis padres. El arqueólogo se quedó maravillado con los vestigios y me invitó para que ayude en las excavaciones”, recordó.

Pero eso apenas sería el comienzo de su trayectoria dedicada a la actividad cultural ancestral. Es que cuando se empezaron a encontrar las diferentes figuras y fragmentos de tiestos de barro que permanecían enterradas en varios sectores de la población peninsular, era a Juan a quien le encargaban separar y organizar los restos que se iban hallando.

En algún momento el adolescente elaboró una réplica en barro de una de las figuras ubicadas por los arqueólogos con los que trabajó hasta 1960. Era tanta la similitud que los integrantes de la delegación investigadora se quedaban admirados. “Qué maravilla hijo, eres un iluminado de tus antepasados”, recuerda que le dijo Julio Viteri, quien era el jefe de campo en las excavaciones que lideraba Estrada Icaza.

Desde entonces, los expertos le dieron la responsabilidad de rearmar las vasijas y las diferentes figuras que al extraerle de la tierra sufrían ciertos daños, fue así como empezó aprendió a diferenciar los detalles de la cerámica que elaboraron los primeros pobladores de estas tierras.

En las paredes de su galería, ubicada en su vivienda situada en el barrio La Tola, parte posterior del museo Valdivia, se puede observar las diversas esculturas que elabora. “Me dicen qué figuras necesitan y yo las hago. Todo mi trabajo es de barro y no utilizo moldes para hacerlas”, expresa.

De los nativos que acompañaron a Emilio Estrada, Juan Orrala es el único comunero que continúa con la confección de artesanías relacionadas con la ancestralidad. “Estimo que encontré la labor para seguir con el legado que dejaron mis antepasados. Me siento muy contento por aquello”, enfatizó.

El origen de una marca local

Gracias a su arte, Juan Orrala ha participado en eventos nacionales e internacionales, relacionados con las culturas ancestrales. En museos y centros de exposición de figuras en arcilla y barro a los que acude, recibe elogios. El anciano considera que para elaborar las figuras recibe inspiración de sus ancestros. También efectuó capacitaciones para que otras personas continúen con el legado. Dictó talleres en ciudades de Manabí y Guayas. “Me siento contento cuando alguno de mis alumnos capta las enseñanzas”. Pero Juan se siente más feliz porque sus hijos -Esteban y Jennifer- han heredado su arte. Entre ellos han creado ‘Arte Orrala’, que ya tiene registro de marca y que se encuentra en proceso de expansión.